
Captura de presunto violador abre debate sobre violencia de género en Envigado
La captura del hombre que habría abusado sexualmente de varias mujeres en zona rural de Envigado, abre la pregunta sobre la problemática de la violencia de género.
A la cárcel fue enviado el hombre de 39 años señalado de haber abusado sexualmente de 13 mujeres en zona rural de Envigado. La medida de aseguramiento la impuso el miércoles 25 de septiembre el Juzgado Tercero Penal Municipal de Medellín, con funciones de control de garantías. El sindicado no aceptó los cargos.
Al sospechoso, que se desempeñaba como obrero de construcción, la Fiscalía le imputa cargos por 13 secuestros simples agravados, 6 accesos carnales violentos, 9 actos sexuales violentos y 8 hurtos calificados y agravados.
Los hechos los habría cometido entre noviembre de 2014 y agosto de 2019 en la vereda El Vallano y los sectores de Arenales, La Catedral y El Salado. Entre sus víctimas estarían 2 ciudadanas francesas que fueron abusadas en el valle de La Miel el año pasado y la joven mayor de edad que fue violada el 24 de agosto de este año, cuando estaba de caminata con 3 amigas.
Adriana Villegas, directora de la Seccional de Fiscalías de Medellín, explicó que el hombre se trasladaba desde su residencia hasta el sector del Chorro de Las Campanas e iba provisto de armas blancas con las que intimidaba a las víctimas, “luego las desvestía, las amarraba con su propia ropa y luego ejecutaba actos sexuales”.
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Villegas indicó que el fiscal del caso, en compañía de la Sijín, revisó todas las carpetas e investigaciones que se habían abierto por hechos ocurridos en condiciones similares y en el mismo sitio. Así empezaron a buscar elementos comunes que llevaron a la captura.
El brigadier general Óscar Gómez Heredia, comandante de la Región 6 de Policía, agregó que en el sector hay “un servicio de vigilancia permanente” e invitó a las personas que vayan a hacer recorridos en estos sitios de interés turístico “a que se acerquen a las estaciones de Policía y pidan acompañamiento”.
Por su parte la alcaldesa encargada Sara Cuervo hizo un llamado al autocuidado, pues se trata de “una zona muy boscosa y extensa”. “Seguimos actuando también porque ningún sitio puede estar vedado para que nosotros andemos con tranquilidad en la ciudad”, dijo la funcionaria.
El problema de fondo
El colectivo La Calle es Nuestra, que 5 días antes de la captura había liderado una manifestación a las afueras del Parque Ecológico El Salado en rechazo a los actos de violencia sexual en el sector, expresó que espera “que en el proceso contra el presunto agresor se cumplan todas las garantías” y recordó que “la presunción de inocencia debe mantenerse hasta que exista un fallo judicial”.
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El grupo de mujeres también se refirió a la palabra “monstruo” con la que inicialmente la Policía había denominado al sindicado. “Los agresores sexuales no son monstruos. Son hijos sanos de la cultura machista que los ha educado creyendo que son dueños de los cuerpos de las mujeres”, dijeron en su comunicado.
Asímismo señalaron la necesidad de cuestionar las barreras que les impiden a las mujeres denunciar, preguntarnos qué podemos hacer para evitar que se presenten estos casos, cuál es nuestro papel y cómo nos hacemos responsables de modificar esta situación.
“Hacemos un llamado a no olvidar el problema de fondo: las mujeres no podemos disfrutar del espacio público en igualdad de condiciones, no somos libres para habitar la calle”, advirtió el colectivo.
Ángela María Jaramillo, magíster en Ciencias Sociales e investigadora de asuntos de género, mujer y violencia, explicó que a lo largo de su trabajo con esta temática ha sacado la deducción de que aunque existan legislaciones que promulguen la igualdad como principio básico para hombres y mujeres, todavía no se ha transformado la mentalidad que asigna unos roles y espacios específicos para cada género.
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La docente de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia advirtió que, “como no ha habido ese cambio, todavía se tiene la idea de que las mujeres no deben estar en la calle a ciertas horas, en ciertos sitios o haciendo ciertas cosas y se pueden ver más expuestas a distintas violencias”.
La investigadora precisó que estos casos pueden devastar la vida de una mujer, “porque no es solamente tocar el cuerpo y malograr su integridad, también es que las consecuencias de las violencias bien sea sexual, económica, sicológica, emocional o física atentan contra la versión que una mujer construye de sí misma”.
Y es que además de constituir un delito, apuntó la profesora, se “arruina la posibilidad de muchas de mujeres de creerse sujeto con derechos”.
Según Jaramillo, ese efecto de la violencia contra la mujer neutraliza su dimensión política, que tiene que ver con “el poder que podemos ejercer en nuestras vidas, como elegir si me caso o no, si tengo hijos, si estudio… ese tipo de decisiones fundamentales que antes tomaban otros por ellas”.
Para lograr un cambio en ese sentido, dijo la investigadora, es necesario que cada ser humano se transforme: “la sociedad no es un ente abstracto, quien cambia es cada uno y con ese cambio impacta en otros”.
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Por Jessica Serna Sierra
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