
Envigado también es hogar del puma
Un ejemplar fue registrado recientemente en la entrada de una urbanización. Conozca las características y los riesgos que amenazan a esta especie.
En la cámara de vigilancia de una unidad residencial quedó registrado el paso de un puma que se acercó a la portería y luego se desplazó por un costado de la reja externa.
La grabación data del 2 de julio pasadas las 4:00 de la mañana y, según informó la Secretaría del Medio Ambiente y Desarrollo Agropecuario, se dio en los límites entre Medellín y Envigado, en los alrededores de la vereda Santa Catalina.
Pero este no es el único registro que se tiene de un puma en el municipio. Desde hace al menos 5 años, cuando comenzó el inventario de fauna para la conformación del Sistema Local de Áreas Protegidas de Envigado (Silape), se tiene certeza de la presencia de esta especie que lleva el nombre científico de Puma concolor.
Agustín Gutiérrez, director de Ecosistemas y Biodiversidad, explica que los pumas “son considerados una especie sombrilla, es decir, en la cadena ecológica son los que están más arriba y son muy importantes como reguladores de otras especies”. Por eso, añade, cazarlo o afectar su población podría trastornar el equilibrio y amenazar la biodiversidad.
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John Arias, técnico de la Secretaría de Medio Ambiente, indica que es un animal de hábitos nocturnos y crepusculares. Se alimenta, por ejemplo, de perros zorros, cusumbos, zarigüeyas y aves grandes. Son solitarios y en los registros que se tienen en el Aburrá se ha avistado con 1 o 2 crías.
Hasta el momento se tiene registro de su presencia en todas las veredas del municipio. “Se reconoce un paso muy claro de felinos por el monte que divide el Valle de Aburrá con el Oriente”, explica Gutiérrez.
Y además del puma también se han identificado otras 3 especies de felinos: el ocelote (Leopardus pardalis), el tigrillo lanudo (Leopardus tigrinus) y el jaguarundí (Herpailurus yaguarundí).
El director de Ecosistemas y Biodiversidad explica que la gestión del Silape también se ha enfocado en investigar los riesgos para la fauna silvestre que habita las 3299 hectáreas de bosque que componen su estructura.
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De acuerdo con datos de la Secretaría de Medio Ambiente, entre 2015 y 2018 hubo 245 registros de fauna atropellada, entre ellos el tigrillo lanudo, que es objeto de conservación del Silape, y el cusumbo mocoso. La variante Las Palmas fue la vía donde más casos se presentaron (60 %), seguida de El Escobero (34 %). En el primer semestre de 2019 se presentaron 27 atropellamientos.
Gutiérrez señaló que la afectación a estas especies puede traer consecuencias a los bienes y servicios que recibimos del bosque, como la captación de carbono y la regulación hídrica.
Hasta el momento no se han registrado atropellamientos de pumas, sin embargo, dice el director, es claro que uno de los riesgos para esta y otras especies es el aumento de la red de vías que fracciona los corredores por los que se movilizan.
Esa interrupción también se da con los cerramientos de las urbanizaciones, “que hacen que las especies tomen rutas que no son las usuales en su dinámica y lógica de distribución”.
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Asimismo, dice el director, se ha identificado como riesgo la presencia de fauna doméstica en estos ecosistemas, pues se han presentado casos en los que, por ejemplo, perros o gatos atacan a las zarigüeyas.
“Un referente de transformación”
Juan Manuel Obando, estudiante de la maestría en Bosques y Conservación Ambiental de la Universidad Nacional, que ha documentado de forma independiente el impacto del crecimiento de la ciudad sobre la fauna en el suroriente del Valle de Aburrá, comenta que el avistamiento del puma muestra que “a pesar de toda la transformación existente, aún quedan unos fragmentos de bosque que albergan la historia de lo que han sido estas laderas”.
No obstante, opina que el futuro de este felino en la zona “es muy complejo”. Para Obando, esta especie debería ser un referente para cambiar la forma en que se está transformando el territorio, porque para establecerse requiere la conectividad entre áreas periurbanas y rurales, quebradas con franjas de bosque alrededor y fragmentos de bosque amplios y en buenas condiciones que garanticen la presencia de sus presas.
Juan Manuel explica que proyectos como la doble calzada que se planea entre el alto de Las Palmas y El Retiro, la transversal de la Montaña y el auge de urbanizaciones hacia los ecosistemas más frágiles y diversos muestran que para los pumas cada vez será más difícil subsistir. Por eso considera que el desarrollo de los valles de Aburrá y San Nicolás “es antipumas”, porque no hay espacio para ellos.
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“Se están construyendo primero los proyectos antes de hacer un análisis riguroso. Nunca se han puesto en la balanza los beneficios por moverse rápido, que serán momentáneos, porque las vías colapsarán con el aumento del parque automotor, contrastados con las pérdidas de fragmentos de bosque, de hábitat y de animales, que son definitivas”, dice Obando.
Sobre los temores que pueda generar la presencia de este animal, el estudiante de maestría señala que desde 2012 se empezaron a tener registros de pumas en el Aburrá y hasta ahora no ha existido ningún conflicto. “El riesgo es para ellos, por tener que cruzar carreteras que son muy rápidas y por la hostilidad que pueden generar ante la presencia de gente que antes no habitaba ciertos lugares. Es un proceso invasivo bastante fuerte”.
Obando señaló que en la región hay personas que han dedicado su vida a estudiar grandes carnívoros como el puma, pero son consultados cuando ya se han tomado decisiones sobre el territorio en cuanto a licencias de construcción. “Los profesionales están aquí para dar aportes en ese sentido, si eso no se está teniendo en cuenta, muestra cuáles son las prioridades del desarrollo en la región”.
De acuerdo con el despacho de Medio Ambiente, hasta el momento se han adecuado 10 reductores de velocidad, 24 estructuras para cruce de fauna de hábitos arborícolas, 35 señales de advertencia de cruce de fauna silvestre y 4 vallas.
El director de Ecosistemas pide a los vecinos reportar a la Secretaría los avistamientos del puma, para tener más datos sobre la biodiversidad en el municipio.
Hasta el año pasado funcionó el convenio con el Ces para el monitoreo de la fauna silvestre por medio de unas 30 cámaras trampa, que hoy supervisan funcionarios del despacho. Gutiérrez afirmó que, basado en esa información, este año el Municipio trabaja con Corantioquia en el plan estratégico de las áreas protegidas.
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Por Jessica Serna Sierra
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