Rodando en patines fueron de Medellín hasta Coveñas

Rodando en patines fueron de Medellín hasta Coveñas

Rodando en patines fueron de Medellín hasta Coveñas

Tres deportistas, entre ellos un vecino de La Mota, se deslizaron sobre ruedas desde Medellín hasta la costa. Aquí le contamos cómo estuvo la travesía.

Si usted pensaba que subir por el Alto de Matasanos en carro era difícil, ahora imagínese hacerlo sobre un par de patines profesionales. Ese tramo de carretera fue solo el comienzo de la hazaña que emprendieron desde el martes 4 de septiembre Edwin Andrés Restrepo, Juan Manuel Gómez y Edwin Montoya, con el objetivo de llegar rodando hasta Coveñas.

Salieron desde el barrio Cristo Rey a las 2 de la tarde, en compañía de Luis Felipe Córdoba, confundador de la Corporación Energy Sports, en la que Restrepo dio sus primeros pasos en el patinaje. Felo, como lo conocen sus amigos, los escoltó en su moto durante el primer trayecto, les dio el empujoncito hasta Don Matías y después siguió todos sus movimientos desde Medellín.

Los viajeros llevaban unos letreros que decían “En patines por Colombia”, por eso desde que arrancaron no les faltó “la energía”, que no era otra cosa que los gritos de aliento de quienes los veían pasar, los pitazos de los carros para animarlos e incluso la ayuda económica que recibieron de algunas personas en el camino.

El viaje se venía planeando hace rato. Edwin Andrés Restrepo, vecino de La Mota, aprendió a montar patines desde los 11 años en la escuela de Energy, ubicada en el Carlos Mauro Hoyos, y casi desde entonces los usa para todo. De hecho algunas veces se le olvida sacar los zapatos de la casa y le toca entrar descalzo a las tiendas.

Su incursión en el patinaje de aventura se dio un tiempo después, cuando un amigo lo invitó a hacer una ruta hasta Barbosa. Luego viajó a Concordia para visitar a sus abuelos y hace unos 3 o 4 años se propuso llegar hasta la costa.

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Su motivación fue Diego Posada, un amigo que ya había hecho la travesía hasta Coveñas e incluso a comienzos de este año llegó en patines hasta Perú. Edwin Andrés vio el video y pensó: “Uy, yo también lo quiero hacer”. Felipe le ayudó a conseguir patrocinio y así logró emprender el camino con sus dos compañeros.

Pasaron la primera noche acampando en el famoso Parador de Santa Rosa y al día siguiente continuaron por los Llanos de Cuibá. Cuando iban llegando a Yarumal decidieron tomar un atajo por un potrero, y por pura curiosidad, a Edwin Andrés se le ocurrió tocar una cerca eléctrica que terminó encalambrándolo. Pero como dijo, entre risas, eso le dio más energía.

En el Alto de Ventanas un conductor les ofreció ayuda para pasar otra curva difícil y después de eso vino el susto. Cayó un aguacero y alcanzaron tanta velocidad en el descenso, que los tres optaron por tirarse al piso. No lo planearon, ni se dijeron alguna cosa, solo lo hicieron y por fortuna no se llevaron ninguna herida.

Ya en Valdivia un retén policial les advirtió sobre la situación de orden público en el sector y tuvieron que tomar un bus hasta Caucasia, donde los acogió la familia de Felipe. Madrugaron y siguieron el camino hacia Montería. “Llegamos al peaje y los tobillos ya no me daban, en ese momento quería llorar, entonces seguí patinando muy suave”, relató el vecino.

En el trayecto una señora que venía en carro los paró para que se tomaran una foto con la hija, que también era patinadora, como luego los iban a grabar patinaron tan duro en una recta, que terminaron quemados y tuvieron que parar a descansar. Ellas les habían ofrecido un jugo de corozo que Edwin recordó con antojo después de un rato, cuando se le acabó el agua.

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“Me gustó mucho la última subida, porque al fondo se veía el mar. En esas pasó un carro escolar y los niños me dieron mucha moral”, contó Edwin. Ahí sintió más motivación. Aunque se le había abierto la bota de los patines y el dolor en los tobillos se había hecho más intenso, lo logró: bajó corriendo a la playa, se quitó los patines, la ropa y se metió al agua. Disfrutó su sueño cumplido.

Edwin Andrés regresó el pasado lunes a Belén, pero sus compañeros siguieron hasta Cartagena y Barranquilla. Se gastó los $ 200.000 que llevaba y por eso llamó a la casa para que le enviaran dinero para pagar el hotel en Tolú. Lo que sí no se le acabó fueron las ruedas, pues el par que llevaba de City Run, otro patrocinador, todavía está bueno y lo guardará de recuerdo.

Por el momento Restrepo planea una nueva ruta hacia Villavicencio, adonde irá en diciembre acompañado de Diego Posada y Carlos Quiroga. Ahora sabe que de cuenta de “la energía” y la voluntad puede llegar a cualquier parte.

Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co

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