El vecino de Envigado que les salvó la vida a estos animales

El vecino de Envigado que les salvó la vida a estos animales

Llegamos al hogar de los esposos Eleazar Correa y Gloria Rendón. En su fachada, una casa normal del barrio Chinguí, a pocas cuadras de la tradicional fábrica de icopor. Al ingresar nos dimos cuenta que no era cualquier casa.

Un terreno, que nos trasladaba al ambiente de una finca, nos confirmó que el amor de esta familia eran los animales, en especial los caballos, las mulas y las yeguas. Nos recordó al Envigado de antes, donde las trochas y arrieros hacían parte del día a día.

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De aquella rutina hacían parte Eleazar y sus padres, quienes se conocían el municipio de principio a fin. “Mi padre trabajaba de mayordomo en los terrenos donde ahora existe el Parque Ecológico El Salado. Muy amante a los caballos, tradición que yo seguí”, comenta Eleazar, un vecino que hoy tiene 74 años de edad.

Su esposa Gloria, quien fue docente en el colegio San Marcos, dice que “en la familia siempre hemos tenido amor por los animales. Los respetamos mucho… y es algo que seguirá de generación en generación”. Hoy en día, estos esposos han dado de qué hablar por el rescate de tres yeguas, esas que hoy consideran a Eleazar como su papá.

Un gran corazón Don Eleazar estudia música, además, está comprometido con todo lo que tenga que ver con su parroquia, perfil que lo ha convertido en un vecino caritativo con las demás. Esa cualidad lo llevó a rescatar tres yeguas, maltratadas y cansadas por el trabajo que pasaron en los primeros años de sus vidas.

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Federico, nieto de Eleazar Correa, en compañía de Niña.

“En una feria de ganado las vi, tan lindas ellas, pero se les veía cansadas por tanto trabajo. Mis amigos me decían que para qué me iba a meter en esos gastos para mantener a los animalitos, a lo que yo respondí que no era cuestión de gastos sino de amor por estos seres vivos”, cuenta el vecino.

Las integrantes de la familia se llaman Chipa (la más arisca), Niña (la más pequeña) y Chispita (la más rebelde), a las que se les nota la felicidad por tener, al fin, una vida digna en compañía de los Correa Rendón. “No me importa que no sean caballos finos ni de clase, acá lo realmente importante es que ellas también tienen derecho a una calidad de vida… y yo se las quise dar”.

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Una a una fueron llegando y la familia de don Eleazar comenzó a encariñarse con estas tiernas yeguas. “Él se levanta a las 5 de la mañana y lo primero que hace es venir a este establo a cuidar de sus amores. Se toma el tinto y ya se pone en sus labores diarias”, comenta doña Gloria, quien dice que sus hijos “me han dicho que a su papá hay que dejarlo que siga queriendo a los animales porque esa labor debe enseñarse a las nuevas generaciones”.

Federico, de 11 años de edad, es el nieto de don Eleazar, quien acompaña a su abuelo en todo lo que necesite. Lo vimos cariñoso y sonriente con las yeguas, a las que se les nota que también quieren a los niños. “Es al nieto que más le gusta estar en compañía de los animales, especialmente de estas yeguas. Cuando el abuelo comienza a hacer sus trabajos, él está ahí al lado para lo que pueda necesitar”, nos cuenta doña Gloria.

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“Yo quiero que mi familia no deje perder la tradición porque soy muy apegado a mis ancestros. Yo soy de El Salado, donde veía a mi papá trabajando con estos animales, respetándolos y queriéndolos. He hecho lo mismo durante todo este tiempo y la satisfacción ha sido enorme. Mi mayor recompensa es que los animalitos estén bien, sin ningún problema”, expresa Eleazar.

Las yeguas inquietas dejaron de estarlo cuando comenzaron a tomarles fotos. Parecía que posaran ante las cámaras de este periódico, enterneciendo más a los presentes. Chipa y Niña fueron las modelos que quisieron estar en la foto; Chispita se quedó en su lugar de reposo para que no la molestaran…. no le gusta ser famosa.

Por lo pronto, la familia del Chinguí continuará con su labor de rescate, no importa que la casa se les llene de yeguas o de la especie que los necesite. Lo que realmente ha importado en esta casa es que haya una armonía entre humanos y animales, dando un ejemplo de tolerancia y amor por cada ser vivo. Felicidades a Chipa, a Niña y a Chispita. “Háblenme de tranquilidad y paz emocional que me producen estas yeguas. Esto no es para llevarlo en el bolsillo… esto es para llevarlo en el corazón”, finaliza Eleazar.

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Por: Daniel González Jaramillo
danielgj@gente.com.co

Fotos: Julio César Herrera

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