A sus 14 años es emprendedora de churros

A sus 14 años es emprendedora de churros

Si en la adolescencia usted se la pasaba jugando con sus amigos, haciendo tareas del colegio y departiendo con su familia, Sheylla Quintero también es una muestra de ese espíritu juvenil pero además de realizar todo lo anterior esta vecina de Belén La Mota tiene un delicioso emprendimiento de churros.

Así es, con tan solo 14 años ella se puso el delantal para liderar un negocio que surgió por pura iniciativa familiar. Una tía había creado Anhelado’s en la ciudad de Valledupar y tiempo después al padre de Sheylla se le ocurrió abrir una especie de sede en Medellín.

A la pequeña le explicaron la receta de churros y ella cogió el sartén por el mango de modo que ahora nadie le gana para despachar los pedidos que permanentemente les hacen.

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Lo primero que hicieron fue imprimir unos volantes que luego repartieron en su unidad residencial y en varias urbanizaciones cercanas, con la información de que estaban vendiendo churros a domicilio. Pronto comenzó a sonar el teléfono y las notificaciones del celular para anunciar el interés de los vecinos de la comunidad.

La especialidad que más pide el público es el paquete de 30 mini churros que incluyen tres salsas que las personas pueden elegir, un plato que se ha popularizado entre los usuarios de Instagram en una comunidad que casi suma 700 seguidores.

Sheylla destaca su entusiasmo por el emprendimiento gracias a su papá, “él es una persona que nunca se queda quieta y siempre busca hacer algo nuevo”, así que ve reflejado en ese ejemplo la disciplina para asumir con madurez este reto.

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La función en la cocina comienza después de las 3 de la tarde cuando sale de clases. Con la harina de trigo, el agua, la sal, el aceite y el azúcar, esta vecina se pone manos a la obra mientras su familia le colabora coordinando la logística de las entregas.

Toda la semana hace churros y cuando tiene tareas las hace después de despachar los pedidos. Actualmente cursa noveno grado de bachillerato y reconoce que con este negocio ha aprendido a desarrollar la responsabilidad, la paciencia y el buen trato con las personas.

Varios de sus compañeros han quedado fascinados con la receta y aunque todavía no tiene muy claro qué le gustaría estudiar cuando sea más grande, por ahora disfruta hacer churros por el mero placer de ver la reacción de las personas cuando son sorprendidos con un dulce obsequio.

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Por Michelle Acevedo Vélez
michellea@gente.com.co

Fotos Jaime Pérez

 

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