
Una corporación que ayuda a personas con discapacidad mental
Como una hija, así ven Valentina Montoya, Wendy Hernández y Leidy Zea a la Corporación Tejiendo caminos, un lugar que fundaron con el objetivo de formar a niños y jóvenes con discapacidad intelectual.

Foto: Julio César Herrera
Tres madres, un objetivo: formar a niños y jóvenes con discapacidad intelectual para que puedan tener unas condiciones dignas que les permitan desarrollar su vida en igualdad de condiciones, todo esto bajo el ideal de que “lo normal es ser diferente”.
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Una lucha contra los estigmas
Valentina Montoya es vecina de El Poblado y trabajadora social de profesión. Mientras que Wendy Hernández y Leidy Zea son vecinas de Belén y licenciadas en Educación Especial.
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Estas tres madres fundaron la Corporación Tejiendo caminos cuando, luego de haber trabajado juntas en otra institución, durante la pandemia sus ex alumnos las buscaron por el vínculo que habían generado y de esa manera comenzaron a compartir nuevamente con ellos hasta constituirse legalmente como una corporación: “durante la pandemia fue muy difícil para los niños y jóvenes con discapacidad intelectual, ya que no entendían por qué no podían salir, incluso ellos fueron de las últimas poblaciones que retornaron a la normalidad”, cuenta Leidy Zea.
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Con este panorama y la pasión que sienten estas tres madres por ayudar y servir, decidieron, como lo cuenta Valentina Montoya, comenzar a realizar una salida semanal: “nos tomábamos diferentes espacios de la ciudad con el objetivo de que nuestros niños y jóvenes vivieran esas experiencias y demostrarles a las demás personas que ellos sí pueden y sí son capaces de hacer diferentes actividades y que su discapacidad no es motivo para limitarlos y hacerlos a un lado”.
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Luego de esto, vieron que no era suficiente con salir una vez a la semana y decidieron tener una sede donde, de puertas para adentro, realizan un trabajo de educación con miras a la inclusión social de los niños y jóvenes que asisten a la corporación, y, de puertas para afuera, con base en ese trabajo, romper estereotipos y paradigmas que existen sobre las personas con discapacidad intelectual.
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Proyecto que ya suma dos años y que, para Valentina Montoya, han sido años donde “hemos tenido experiencias muy gratas, pero sobre todo muchos aprendizajes como profesionales y personas”.
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De igual forma, esta trabajadora social, asegura que “ser madre lo forma a uno en muchos ámbitos de la vida porque si bien es un reto, también es una motivación y en el papel de madre se van tomando experiencias”.
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Vivencias que aplican en su trabajo diario en la Corporación Tejiendo caminos, pero “no tratando a los chicos como si fueran nuestros hijos, porque la idea no es esa, sino tratarlos como iguales. Sin embargo, el ser madres nos ayuda a sentir empatía con las madres de los chicos porque entendemos esa responsabilidad tan grande que es tener un hijo”, expresa Leidy Zea.
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Por su parte, Wendy Hernández, cuenta que “el ser madre me ha ayudado a entender que las personas tienen ritmos y estilos diferentes para aprender”.
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Enseñanza que ponen en práctica con sus alumnos al educarlos a sus ritmos, pero que, como asegura Valentina Montoya, “no solo formamos a nuestros chicos, sino que también educamos a nuestras familias, amigos y demás personas que se enfrentan a los mitos que existen sobre la discapacidad intelectual, que sin querer se van transmitiendo, pero que nosotras vamos desmitificando con nuestra labor que es la de ser educadoras constantes desde el amor y la paciencia”.
Por: Andrés Bedoya Jr.
johanb@gente.com.co