
Claves para hacer un pesebre de exposición
Sergio Monsalve, vecino experto en la fabricación de estas escenas bíblicas, le da algunos consejos para que su pesebre se destaque.
El 15 de diciembre era una fecha especial para la Navidad en la casa de Sergio Monsalve. Su papá le terciaba un carriel, un poncho y un machete y lo llevaba “pa’l monte” a conseguir el musgo y otros materiales para montar el pesebre.
Vivían en Segovia y hacían los típicos pesebres populares con patos más grandes que las casas, que nadaban en un trozo de espejo, como simulando un estanque. Hoy, Sergio recuerda aquellos días entre risas, aunque también con admiración porque, como dice, esas representaciones “nacen del sentir de las personas”.
Y es que durante su adolescencia decidió sumarle a toda esa tradición un poco más de conocimiento, por eso leyó libros para enriquecer las figuras y elementos con los que representaba el nacimiento de Jesús. “Fui orientándome por ese lado y lo que me gustó fue el pesebre bíblico, que es la representación más o menos fiel de la época de Cristo“, cuenta el vecino.
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Tiempo después llegó a vivir a El Poblado, donde conoció a unos amigos del Museo El Castillo interesados en este asunto. Terminó por asistir a clases con Aníbal Arcila y de allí se conformó un grupo con el que hizo varias exposiciones.
Su objetivo es que la tradición no se pierda, por eso actualmente alterna la venta de comida con la comercialización y enseñanza sobre los pesebres. “Es como mi hobbie, mi gusto. Yo me pongo a hacer un pesebre y me dan la 1 o las 3 de la mañana y no las siento, no siento las horas”, expresa Sergio.
Papel y lápiz
La fabricación de un pesebre tiene ciertas pautas que, para el vecino, son cuestión de lógica. El primer paso es mirar dónde se va a poner, que sea un espacio de fácil acceso, en un lugar visible. “Preferiblemente en una mesa o 2, en estibas, cajas de cartón o lo que te puedas conseguir, que quede a una altura de 80 centímetros o 1 metro“, para que facilitar el ángulo de visión.
Monsalve también recomienda elaborar un croquis de lo que va a hacer: si es un portal o una cueva y si tendrá un pueblo, con cuántas casas, cuántas tiendas de pastores y dónde va a ubicarse la vegetación.
“Hay que tener en cuenta que lo más importante del pesebre es el nacimiento, que es el portal, y debe estar en el lugar donde más lo vean. Es el que se va a destacar, el punto más bonito debe ser ese”. Por eso la sugerencia es situarlo al lado izquierdo y destacarlo, por ejemplo, con reflectores o luces led.
“Yo hice un pesebre con una estrella arriba de la cueva y el niño bajaba de ahí colgadito… esas ya son locuras de uno, pero pasa uno muy bueno con eso”, comenta el vecino de La Paz. Así que si usted sabe de motores o tiene un familiar o conocido que lo haga, aproveche para darle un toque de movimiento a su pesebre.
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Las figuras
El arte quiteño es el que les puede dar un toque más natural a los personajes del pesebre, según Sergio Monsalve.
Para fabricarlos, puede conseguir la cabeza, las manos y los pies de las figuras en tiendas de artesanías y luego unirlos con alambre de cobre. En su opinión, este es mejor que el alambre dulce, porque no se revienta fácil y permite cambiar a los personajes de posición cada que quiera. Para que queden proporcionados anatómicamente, Sergio utiliza 2 modelos de madera, uno de 30 y otro de 10 centímetros de alto.
Lo que sigue es envolverlos en gasa u otro material para darles el volumen y ahí sí ponerles la ropa. Yuli Alzate, esposa de Sergio, es la que se encarga de este punto. Cuenta que al principio se valía del liencillo, una tela cruda que se sumerge en té o en café y permite los tonos envejecidos para recrear la época.
Hoy en día toma retazos de otras telas, sobre todo de rayas, y para adherir cintas y otras piezas hace uso de silicona. “En el vestuario se pueden utilizar hasta servilletas encoladas, pero, como quedan tiesas, entonces es mejor la tela”, comenta Sergio Monsalve, y Yuli señala que es recomendable usar colores tierra y ocres.
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Si en el pesebre es de día o de noche, eso depende de los gustos. Eso sí, para Monsalve, es esencial que haya un telón de forma ovalada o rectangular que le dé la profundidad. En el ambiente nocturno se recomiendan las luces de tonos azules y en el paisaje diurno, blancas y amarillas.
“Es muy importante que las luces, cables y uniones no se vean en el pesebre”, para eso pude hacerlo en papel grueso, como en el que envuelven la panela, que es fácil de manipular y después de pintarlo y arrugarlo ofrece una textura propia para la apariencia del terreno semiárido.
Cada pieza del pesebre puede enriquecerse con creatividad y las figuras de árboles son ejemplo de ello. Sergio y Yuli fabricaron las palmeras con ramas de una planta llamada carey (traída desde Girardota), que da la apariencia de un tallo real e hicieron las hojas con cinta de enmascarar, que luego pintaron de verde.
Los frutos adheridos a ella son garbanzos y las piedras que marcan el camino las recrean con lentejas. Eso sí, hay que recordar que el musgo ya no se pone en los pesebres, por razones ambientales, pero para simular el pasto puede hacer como estos vecinos, que emplean aserrín y lo tinturan con pintura en polvo.
Para los estanques, Sergio usa resina transparente y, en caso de querer una fuente de agua natural, le basta con conseguir una bomba para ponerla a circular y esconderla en un pozo.
En los talleres y cursos que ha dictado lo que más ha sorprendido a sus alumnos es el uso del icopor, “porque creen que se desbarata y no es así. Hay que comprarlo en la fábrica y solicitar densidad de 30, que es duro y se puede tallar con tornillo de ensamble o con cautil, para darle la forma”.
Madera o fibra de vidrio son otros de los materiales utilizados, la clave principal es dar rienda suelta a la imaginación.
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Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co