
Conozca al guardián de la iglesia de Envigado
Lo esperamos en el patiecito central de la casa cural de Santa Gertrudis, La Magna, la iglesia que se convirtió en la casa de los envigadeños desde sus inicios. Mientras el párroco salía a atendernos, apreciábamos la infraestructura de aquella casa antigua, que ya ronda los 120 años de existencia.
Todo un museo, desde las baldosas hasta sus paredes… aquel lugar erizaba la piel. El padre Gerardo Díaz Molina, a cargo de esta parroquia desde hace 6 años, salió a saludarnos. Su aspecto es juvenil, ‘parchado’ como él mismo suele decir: “Soy un rayado”. Tímido para las fotos porque afirma que la verdaderos protagonistas de cualquier historia deben ser Dios, la iglesia y la comunidad.
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Sin embargo, hoy rompemos la regla, con su perdón, al saber que los feligreses estarían contentos al ver a su párroco relatando curiosas anécdotas.
De puertas abiertas
Nació en el Barrio Mesa de Envigado y dice que toda su familia vive cerca al Parque Principal, es decir, son sus vecinos. “Me considero un mal envigadeño porque toda mi carrera sacerdotal la he ejercido en otras parroquias de Medellín y poco venía a este municipio, solo a visitar a mi familia. Hace 6 años regresé del todo y de nuevo me he empapado de la comunidad envigadeña que es tan bonita”, comenta el padre.
Es un ser humano con el que provoca sentarse a conversar. Se le nota inquieto, como si estuviera afanado, pero nos dimos cuenta que son las mismas ganas de atender a su gente de la mejor manera. Mientras contaba su historia, el padre Gerardo se levantó de la silla y comenzó a mostrarnos la gigantesca Santa Gertrudis.
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Los cuartos de los curas, el comedor, la cocina, las bodegas, otro patio, la emisora radial y hasta los gatos nos presentó el sacerdote. “Sé que somos seres humanos pecadores, como cualquier otro, pero desde este templo también se hacen cosas bonitas para la comunidad… y para eso trabajamos todos los días”.
El Párroco asegura que la Semana Santa no lo pone nervioso, pero que es una época en la que se intensifica la fe, donde el reto es conservarla con esa misma devoción. “Tenemos claro que como iglesia somos todos: niños, jóvenes, adultos y ancianos. En estos momentos de crisis, donde la pandemia aporreó tanto los ánimos, es momento de decirles a todas las personas que se levanten y continúen con la esperanza”.
El religioso no se fija mucho en el significado de estar en una parroquia tan importante como lo es la Santa Gertrudis de Envigado. Afirma que “soy apenas un pobre hombre que reconozco siempre mis falencias. El Señor es el que hace la obra. No me considero ni soy importante”. El padre Gerardo como los vecinos de la ‘Ciudad Señorial’, aseguran que la gente de Envigado es muy entregada a su iglesia y hace sentir una fuerza especial en su fe.
“Hay gente muy buena en este municipio y eso se ha notado de generación en generación. En el tiempo que llevo en la Santa Gertrudis me he dado cuenta de lo respetuosa que es la comunidad… es su perfil”.
Salimos de la iglesia Santa Gertrudis y el Padre nos hizo sentir como en casa. Ahí lo vimos en la reciente Semana Santa, entregado a su labor y a una comunidad que aprendió a quererlo en poco tiempo.
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Por: Daniel González Jaramillo
danielgj@gente.com.co
Fotos: Carlos Velásquez