Repinta, una nueva vida a lo que otros no usan
Isabela Ceballos y Paula Montoya crearon una tienda virtual con ropa de marcas y diseñadores reconocidos que ellas u otras personas ya no usan.
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Comprar una falda de Silvia Tcherassi por $ 200.000, casi el 17 % de su valor real, solo porque alguien la usó una vez, es un regalo.
Y ni hablar de los tacones de Milano, el vestido de Renata Lozano o la camisa de Ana Lucía Bermúdez, tesoros que llegan a las manos de Isabela Ceballos y Paula Montoya para que otras personas accedan a ellos por la mitad de la mitad de la mitad.
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El año pasado, mientras recibían el sol en una terraza de La Loma de Los Bernal y conversaban sobre las dificultades económicas que había traído la pandemia, madre e hija comenzaron a pensar cómo generar ingresos extras para la casa.
Entre muchas otras cosas, a Isabela, estudiante de Derecho en la Universidad Eafit, se le ocurrió crear una tienda virtual con ropa de segunda mano.
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“Yo uso mucho Tik Tok y ahí había visto que en Estados Unidos era algo recurrente. Sin embargo, cuando investigué en Medellín, para vender unas prendas que ya no me servían, encontré poca oferta… Apenas le conté a mi mamá empezamos a buscar un nombre llamativo y que hiciera alusión a un estilo de vida sostenible y consciente”.
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Así, nació Repinta. La ropa de esta tienda no es común y corriente. Además de incentivar las pequeñas acciones que aportan al planeta y vender productos de óptima calidad a quienes desean tener un consumo responsable, estas vecinas se empeñaron en tener dentro de su catálogo objetos de marcas y diseñadores reconocidos que ellas o sus amigas tienen archivados en el closet.
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“Son accesorios, bolsos, vestidos, faldas, camisetas, camisas, chaquetas o zapatos que compraríamos nosotras, por eso hacemos curaduría (no motas, no rotos, no desteñidos). Una vez aprobadas van a la lavandería para que estén limpias, huelan rico y cumplan con todos los protocolos de bioseguridad”, cuenta Paula.
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Generalmente el costo de las prendas es bajo en comparación con el precio real.
“Hay personas que nos traen cosas que se pusieron una sola vez o que incluso tienen la etiqueta porque las compraron y no las convenció o se las regalaron y nunca las utilizaron. Lo bueno es que ellas también reciben un porcentaje del precio de venta”.
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Pero este no es su único valor agregado, el empaque de entrega está hecho con papel reciclado y las etiquetas, que al mismo tiempo son separadores de libros, tiene mensajes que refuerzan el concepto Repinta: “Lograr que las prendas cuenten una segunda historia“.
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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co