Para Isabel Uribe, perseverar es el único camino

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Para Isabel Uribe, perseverar es el único camino

Hubo un momento en el que Amarena, la marca de vestidos de baño de Isabel Uribe, logró abrirse paso en tiendas desde La Guajira hasta Putumayo; una expansión que, aunque pareciera provechosa, terminó en la lista de las grandes derrotas de esta empresaria. Hoy, con mayor perspectiva, dice que si no hubiera vivido esa crisis, en la que tuvo que sacar de su propio bolsillo para pagar la mercancía por la que no respondieron sus clientes, no tendría la pericia para enfrentar los retos que le impone su empresa todos los días.

De ese fracaso en particular, Isabel aprendió a controlar el crecimiento de su negocio, porque entendió que llegar al rincón más lejano no equivalía a tener éxito. “La vida se encarga de ponerte todas esas experiencias en el camino para que te fortalezcas, pero depende de ti verlo de esa manera o resignarte”, cuenta, y agrega que de la gran cantidad de empresas que se crean anualmente en el país, pocas logran superar el umbral de los 2 años, “por eso es importante que tengas metas a mediano y largo plazo, y no ser cortoplacista. Las épocas de crisis hacen que te muevas, que te reestructures, pero muchos no las ven de esa manera”.

Mientras habla de las lecciones que ha recibido como empresaria, da la sensación de que podría escribir un libro si quisiera, porque además de un amplio dominio sobre las certezas y los pecados que cometen quienes entran al mundo de los negocios, tiene una historia que llama la atención.

Esto, porque ha tenido la inteligencia, la pasión y la disciplina para destacarse en el sector textil confecciones, a pesar de no haberse formado profesionalmente como diseñadora. “Yo estudié Administración de Negocios en Eafit. En la universidad siempre vendí productos de diferentes marcas: camisetas, ropa interior, vestidos de baño… Quería sostenerme y comprar mis propias cosas, aunque no las necesitara”, cuenta, y añade con orgullo que es una comerciante innata, pues desde la infancia, cuando acompañaba a su papá al almacén que tenía en Villa Nueva, supo que tenía facilidad para vender.

Al graduarse se enfocó en los vestidos de baño por sugerencia de las clientes que había conseguido vendiéndolos en la universidad. “Dije: ‘Yo soy capaz de hacerlos. No es sino ir al centro, conseguir los insumos y encontrar quién me los confeccione. Así no volví a vender otras marcas y creé la mía, que se volvió reconocida porque hacía todo personalizado”.

En el empeño de sacar el negocio adelante, asistió a todos los cursos gratuitos del ecosistema de emprendimiento de Medellín, se presentó y ganó cuatro concursos con Inexmoda y recibió tantas capacitaciones, que hoy siente que está al mismo nivel de conocimiento que un diseñador de modas. Por eso sigue firme, saliendo airosa de las crisis y enseñándoles a los emprendedores que conoce que la perseverancia es el único camino.

Por Laura Villamil.

 

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Fecha

Mayo 27, 2016

Categoría

Emprendedores, Gente

Tags

administadora, confeccionista, diseñadora, eafit, emprendedora, empresaria, envigado, mujer