
“Dentro de Medellín es posible la sostenibilidad ambiental”
Los hermanos Julián y Felipe Valencia Rendón son los fundadores de MadreTierra Permacultura, una iniciativa que lo invita a pensar el territorio más allá de su casa.
Una mirada rápida a la huerta agroecológica de la Universidad de Medellín permitiría decir que es un sembrado bonito, por las líneas que bajan de la montaña formando figuras. Pero si se observa detenidamente y con la explicación de los hermanos Valencia Rendón, se entiende que esos caminos son en realidad zanjas que ayudan a filtrar el agua y a conducirla lentamente por todo el cultivo, lo que hace más efectivo el riego y evita la erosión del terreno.
Para llegar a este diseño, que se enmarca en la estrategia Campus Vivo de este centro educativo, Felipe y Julián hicieron algo que podría parecer obvio, pero que suele pasarse por alto en estos procesos: observaron cómo caía la lluvia en el lugar. Ese fue el primer paso de un proyecto que contempla 3 hectáreas de huerta y bosque comestible y que incluye la restauración ecológica de 17 hectáreas que serán reserva de la sociedad civil y además la activación de un mercado agroecológico y una feria por la salud.
Con este ejercicio a pequeña escala los Valencia Rendón pretenden presentarle a la ciudad una metodología para transformar los sitios donde se unen lo urbano y lo rural, con el fin de “mostrar que la comunidad puede producir sus propios alimentos, abundantes y ecológicos, y puede restaurar sus bosques y habitar los territorios de manera sostenible”.
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La historia de MadreTierra Permacultura comenzó en 2011, cuando Julián, médico veterinario de formación, y Felipe, ingeniero forestal, decidieron renunciar a sus trabajos para “hacer el cambio que deseaban ver en el mundo”. Aunque la permacultura es solo una de las herramientas que utilizan para el diseño de territorios que mejoran las relaciones con el entorno, decidieron darle ese apellido a su iniciativa familiar porque se identificaron con el sistema. Además se daba la casualidad de que el primer libro de permacultura, llamado Manual de diseñador, escrito por Bill Mollison, salió a la luz en 1978, el mismo año en que ellos nacieron.
“Llevábamos 5 años de conocer y estudiar la permacultura, que es básicamente una herramienta de diseño de ambientes humanos sostenibles y capaces de regenerar los recursos del territorio”, explica Felipe. Por ese motivo quisieron tomar la experiencia que habían adquirido en sus trabajos anteriores —desarrollaban labores educativas de organización comunitaria, producción agroecológica y comercio justo y directo—, para diseñar territorios coherentes con el contexto, en los que las culturas puedan permanecer.
Lo que más les llamó la atención de la permacultura es que recoge saberes ancestrales y conocimientos científicos modernos de diversas áreas, y en ese sentido puede aplicarse a un balcón o a una finca de 10 hectáreas incluso a un pueblo o a una ciudad.
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De Medellín a Putumayo
Uno de los primeros proyectos en los que participaron estos vecinos de Aliadas fue en la vereda Granizal, de Bello, un asentamiento de población campesina con cerca de 22.000 habitantes, donde estuvieron por 4 años (un tiempo financiados y otro como voluntarios) y consolidaron una asociación campesina de 15 familias que cultivan sus productos para consumir y vender.
Otro en el que trabajan actualmente es en Montes de María, donde apoyan la recuperación del bosque seco tropical y a los promotores campesinos para consolidar su soberanía alimentaria. Además están adelantando, junto con otras organizaciones, el diseño de un asentamiento en un lote de 70 hectáreas en Putumayo, donde fue reubicado el cabildo indígena Inga Musurunakuna, que tuvo que dejar su tierra después de la catástrofe de Mocoa.
Para estos procesos los hermanos Valencia Rendón utilizan un modelo llamado “plataforma de diseño regenerativo”, que fue acuñado por Darren J. Doherty, a quien Julián conoció en Chile, y Felipe, en México. Al llegar al campo ambos observan el clima (no solo el meteorológico, sino también el humano), la geografía, el agua, las vías y los caminos, la ubicación de las capas de vegetación, la localización de la infraestructura y las edificaciones, las subdivisiones y unidades paisajísticas, el suelo, la vida económica y luego la energía.
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De cada capa levantan datos e información, luego identifican quiénes toman las decisiones y los diferentes capitales de la comunidad y así construyen la definición de su presente. En la etapa siguiente construyen una frase que resume el sueño de la comunidad (este es el propósito o el objetivo del proyecto), y luego definen frases de calidad de vida, comportamientos y sistemas para lograrlo. De este modo llegan al análisis y al diseño de sus propuestas.
Muchas de las iniciativas de MadreTierra Permacultura se desarrollan en zonas rurales, pero con la intervención en la Universidad de Medellín planean “sensibilizar, difundir y comunicar a la ciudad otras formas de habitar los territorios, que la gente sepa que dentro de Medellín es posible la sostenibilidad, el buen vivir e inclusive la soberanía alimentaria”.
Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co