Papá e hijo recorren las calles de Medellín en patines
Jorge Alberto Mesa y su hijo Miguel Ángel de 5 años pertenecen al club de patinaje urbano Sin Frenos, con quienes hacen turismo por diferentes espacios de Medellín y municipios cercanos.
Cuando Miguel Ángel tenía 3 años, su abuela quería comprarle un triciclo como regalo. Sin embargo, dentro del almacén los sorprendieron unos pequeños patines, en los que se imaginaron montado a su hijo… Así fue como empezó la goma por el patinaje callejero.
“Yo se los fui poniendo por raticos en la casa y en el estadio, al principio no disfrutaba mucho porque se caía, pero con el paso del tiempo fue despegando y ahí noté que el que se estaba quedado en montar patines era yo”, comentó su papá, Jorge Alberto Mesa.
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A su 38 años le tocó comprar unos patines para poder seguirle el ritmo a su hijo, ya que él quería darle la vuelta completa a la unidad deportiva y su papá quería acompañarlo, aunque no montara en unos patines desde que tenía 15 años.
En una de esas idas se encontró con un amigo que ya pertenecía a Sin Frenos (el club de patinaje de la comuna 11 que aparte de tener clases gratuitas, programa diferentes recorridos por varios lugares de la ciudad) y con el fin de aprender a patinar en forma empezamos con las clases.
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Entender su aprendizaje
Por lo general, Jorge siempre llevaba a su hijo de la mano, así fuera solamente a patinar sobre la acera o dando una vuelta por el estadio. Sin embargo, “desde la primera clase el profesor me dijo que lo soltara y que lo dejara solo, aunque me daba mucho miedo y temor… Apenas estaba aprendiéndose a parar”, contó.
Jorge potenció las habilidades de frenado y equilibrio que había olvidado por dejar de patinar durante años, mientras acompañaba a su hijo y en poco tiempo comenzaron a ser parte de las rutas para principiantes.
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Al lugar que llegan causan sensación. En muchos barrios siempre escuchan “miren ese niño tan pequeño patinando por la calle”, lo aplauden y lo animan. El mayor recorrido que han hecho ha sido desde el barrio Estadio hasta el municipio de Sabaneta. “Pese a su edad, Miguel Ángel es un teso porque en ese recorrido aguantó todo y aunque me dio un poquito de temor por los carros, ya que nosotros vamos por las avenidas, nos fue excelente y la experiencia fue maravillosa”, contó el padre.
Han hecho diferentes rutas, a la 4 sur, por La Picacha, Bulerías, Parques del Río y la carrera 70. Los recorridos siempre terminan con un incentivo especial en ir a comer algo rico, sea una pizza o una buena hamburguesa.
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Es enriquecedor el compartir
Jorge y Miguel tomaron el patinaje como una actividad para compartir entre padre e hijo. Este médico veterinario de profesión cuenta que su hijo le cambió la vida por todas las actividades que aunque es un adulto, aún puede hacer.
“Mi hijo es un niño demasiado activo y yo trato de disfrutar sus pasiones. Aparte de patinar está en clases de música, natación y Aikido, entonces yo también me metí a practicar ese arte marcial, luego de acompañarlo a varias clases. Trato de repartir mi tiempo para compartir mucho con él”.
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Lo que más le preocupa a su esposa cuando Jorge y Miguel salen a ruta es la imprudencia por parte de algunos conductores, al no respetar el tránsito de los patinadores. “Ella a veces nos acompaña a los recorridos en su bicicleta, pero se preocupa también por el clima, me dice que lo lleve bien abrigado y que si empieza a llover coja taxi de inmediato”.
Su siguiente objetivo es tratar de tomar una ruta un poquito más lejos. “No se trata de que padezca la ruta sino que la disfrute, que sea un recorrido con ritmo y distancia moderada. Nos preparamos para visitar y conocer otros municipios cercanos”, concluyó el padre.
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Por: Alexis Carrillo Puerta
alexisc@gente.com.co
Fotos: Jaime Pérez Munevar