En estas oficinas ir a trabajar no es aburrido

En estas oficinas ir a trabajar no es aburrido

En estas oficinas ir a trabajar no es aburrido

Muchas empresas de Medellín se preocupan por generar un ambiente muy alejado al tradicional. En las de José y Daniel hay bar, sala de descanso y juegos.

Cuando José David Alcaraz sintió que un par de colas golpeaban sus piernas, solo estiró la mano para acariciar a los perros que jugaban bajo su escritorio. A él las mascotas en la oficina no lo distraen, así como tampoco lo hacen los hijos de sus compañeros, la mesa de ping-pong, los televisores, el bar, los juegos de mesa o el Play.

Para este vecino y los 400 empleados de Pragma, la ‘ofi’ es mucho más que trabajo. Allá prima la confianza, la creatividad, el conocimiento, la honestidad, el respeto y los espacios para compartir entre amigos.

Por eso, la primera vez que este ingeniero electrónico llegó a la compañía, se llevó una grata sorpresa. “Eso fue hace 4 años. Yo venía de trabajar en un banco y me encontré con una cultura diferente, en la que ni siquiera hay códigos de vestuario, algo muy afín a lo que me gusta. Me sentía libre”.

José le sacó provecho (todavía lo hace) a cada espacio: la sala de juegos, la sala de descanso, la cafetería y el bar. También llevó el Play de su casa y aún hoy juega torneos de Crash a la hora del almuerzo, después de las reuniones o al final del día.

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El ping-pong se convirtió en uno de sus deportes favoritos. En la tarde saca un rato para practicarlo. De hecho, después de una tanda de partidos, este desarrollador de aplicaciones asegura que es más eficiente y las ideas le fluyen más fácil.

De igual forma, estas actividades, así como jugar con los perros de sus compañeros, despejan su mente, lo sacan de la rutina y le permiten interactuar de otra manera.

“Eso sí, nosotros respetamos los tiempos. Cuando uno está en un lugar con estos colores, libertades y de un ambiente tan bacano, vos decís: “¡Qué cool es ir a trabajar!”. Te volvés más responsable y comprometido, porque nadie está controlando lo que hacés. Si vos cumplís con las metas tenés flexibilidad y la posibilidad de estar tranquilo y parchar”.

Pero esta empresa, que desarrolla soluciones tecnológicas para resolver retos y necesidades del mundo digital, no inició con esta cultura. De acuerdo con Marcos Vélez, presidente de Pragma, hace 23 años los fundadores iban a trabajar de saco y corbata.

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“El origen del por qué hoy nos movemos distinto de cuando arrancamos tiene varias etapas. Al principio queríamos vernos creíbles, pero rápidamente nos dimos cuenta que lo que estábamos haciendo tiene un nivel de tensión y de exigencia tan alto que esa rigidez chocaba. Lo que necesitábamos era vernos auténticos y el tiempo nos enseñó que así se trabaja mejor”.

De a poco dejaron de enfocarse en las formas, prefirieron apuntarle a los objetivos y a los resultados. Los horarios también pasaron a un segundo plano y le apostaron a una “convivencia que genera la posibilidad de confiar en el otro”.

Asimismo, Pedro Gómez, director de cultura y socio fundador, cuenta que lo que ellos desean es “hacer un cambio positivo en el mundo y ayudarle a la gente a que mejore su calidad de vida… Acá no nos interesa que todos nos parezcamos, la idea es generar un impacto y un entorno que favorezca el aprendizaje, la innovación y la evolución de las personas, para que ellas sean pilotos de su destino”.

Un espacio compartido
Aunque para Daniel González no ha sido fácil cambiar de esquema laboral, no puede negar que estar en un lugar multifuncional, donde también desarrolla actividades culturales, se relaciona con otros profesionales y comparte un café o algún proyecto con un desconocido, es encantador.

Desde hace 3 meses este comunicador social de 34 años trabaja para Bquate && Coda, un sello discográfico peruano que se encarga de representar a varios artistas internacionales y tiene sede en un edificio coworking de El Poblado.

Además de tener su propia cabina, Daniel cuenta con 17 pisos a su disposición. Cada uno tiene salas de juntas, cocineta y zonas de descanso que se salen del típico mobiliario de las empresas tradicionales.

“Estar ahí fue un choque muy fuerte, porque estaba acostumbrado a estar sentado por más de 8 horas frente a un computador, pero me di cuenta que estos sitios buscan romper con ese esquema tradicional, que no es teletrabajo o trabajo a distancia, sino que te hace sentir en la oficina como si estuvieras en tu propia casa“.

En ese edificio se congregan cerca de 150 empresas. En cualquier momento del día Daniel puede tomar de la nevera agua saborizada, leche entera, descremada o de almendras e incluso una cerveza.

Su lugar favorito es la terraza. Allá tiene la libertad de inspirarse para realizar de la mejor forma su trabajo, “sin embargo, a veces me siento mal al estar tan cómodo y la mente me obliga a quedarme un rato más dentro de la oficina. Se que es cuestión de costumbre, mi mente está ligada a esos esquemas tradicionales y me ha costado mucho entender que hay otras formas más divertidas de trabajar“.

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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co

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