Esta vecina busca a su madre biológica

Esta vecina busca a su madre biológica

Hace 45 años, una mujer, de la cual se desconoce su nombre, dejó a Margarita en el jardín de una casa, cerca a la parroquia San pedro y San pablo. Ahora ella quiere encontrarla.

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Los gemidos cortos, continuos e insistentes, pero no muy agudos, que venían del jardín de la casa de la esquina, despertaron la curiosidad de los niños que correteaban por la cuadra y se acercaron sigilosamente creyendo que se trataba de un gato.

Sin embargo, lo encontraron sobre el césped, al lado de una de las palmas, fue una bebé bien arropada, esperando a que le dieran el tetero medio tibio que su mamá le había dejado a un lado.

El 31 de octubre de 1976 algunos vecinos del barrio Laureles-Estadio estaban en función de la niña, de aproximadamente un mes de nacida, que dejaron afuera de la casa color beige de la 78 A con la 48.

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A pesar de que nadie se atrevía a cogerla, una mujer, a la que ella hoy le dice abuela (pero que realmente era hermana de su madre adoptiva), se la llevó para la casa, le cambió la ropa, le dio de comer y se percató de que tenía diarrea.

La familia decidió adoptarla legalmente, por eso en su registro de nacimiento dice que nació el 1 de diciembre de 1976, pues de acuerdo al médico del ICBF esa era la fecha tentativa de su natalicio, según los indicadores del desarrollo.

Aunque en la casa siempre le han celebrado el cumpleaños en octubre. Desde pequeña Margarita Merino supo que era adoptada.

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“Mi mamá, Inés, me decía que yo no había estado en su barriguita, pero que era su hija, esa niña que nunca tuvo (era madre de 2 hombres), y que me quería como tal, y así fue”.

Ella nunca la indagó, ni siquiera cuando su novio de la adolescencia le dijo que una vecina le había contado que su nombre era Margarita porque la habían encontrado en un jardín.

“Me dio mucha risa (porque yo pensaba que siempre había estado en Bienestar Familiar) y llegué a la casa contándole a mi mamá. Ella no me dijo nada y yo me fui a ver televisión, hasta que llegó llorando a la habitación diciendo que me quería contar toda la verdad”.

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Inés no le dijo mucho y Margarita tampoco se atrevió a preguntar. “La vi tan mal que solo la escuché, recuerdo que me decía que mi mamá biológica hizo por mi lo mejor que pudo, me arropó, me dejó un tetero lleno y buscó mi bienestar dejándome en un barrio y una casa que parecía de estrato socioeconómico medio-alto”.

La verdad y la búsqueda

La llegada del covid -19 y todo lo que implicó para el mundo, no solo llevó a Margarita, como a muchos, a reinventarse, sino también a reflexionar sobre la vida, la maternidad y el perdón.

En plena pandemia decidió hacer lo que jamás pensó: buscar a su madre biológica.

Aunque lo primero que aclara es que esa decisión tardía no se debe ni al odio ni rencor, al contrario, dice, lo único que siente por su mamá es agradecimiento por no haberla “abortado o tirado al río”.

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Infortunadamente, esta contadora pública de 45 años ya no cuenta con la presencia de Inés (la mejor mamá que le pudo dar la vida) para que le responda algunas preguntas.

Lo único que sabe de la persona que la dejó en ese jardín es lo que, entre recuerdos borrosos, 3 tías y algunos vecinos del barrio le contaron hace unas semanas.

“Dicen que antes de que me encontraran, había pasado una joven con un niño de más o menos 4 años, por varias residencias del Estadio y Calazans ofreciendo a una bebé, ya que en el lugar en el que trabajaba como empleada doméstica solo la admitían con su otro hijo”.

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Hasta ahora Margarita no tiene un nombre ni una seña, solo la esperanza de que alguien que viva o haya vivido en el sector tenga un dato adicional o, porqué no, que su mamá la reconozca, se reencuentren y se acompañen, pero sobre todo para ella por fin decirle, “mamá, gracias. Fuiste una valiente”.

Si tiene información sobre este caso comuniquese con esta vecina a margaritamerinob@hotmail.com

Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co

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