Conozca a Isabel, una mujer que dejó la comunicación social por la aromaempatía, una técnica donde le enseña a la gente a conectar con la información medicinal de las plantas a través de los sentidos.
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Antes de la cuarentena por el covid -19, Isabel Ramírez se reunía semanalmente en Laureles (Medellín) o Envigado con un grupo de personas para, a través de la aromaempatía, “comprender la forma en que cada uno de los elementales pueden ayudarnos y cómo las plantas trabajan de manera diferente en cada individuo“.
A ese espacio lo nombró Círculo Mixto Remedios de Abuelitas, por aquello de que las abuelas tradicionalmente encuentran la solución para la migraña, la fiebre, la gripe o cualquier enfermedad en la medicina natural.
Cuando se encontraban, cada integrante llevaba su planta, se relacionaba con ella mediante el olfato y, de acuerdo a lo que sentía en su cuerpo, identificaba la manera en que podía ayudarle.
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“La idea es que conozcan las plantas que los favorecen más, medicinalmente hablando, para yo enseñarles a crear con ellas sus propias infusiones funcionales para el cuerpo y el espíritu”.
Con la llegada del nuevo coronavirus, ahora los encuentros son virtuales. “La gente debe conseguir la plata que vamos a trabajar ese día o si no se hace una especie de meditación dirigida a través de una imagen para que se conecte con la información de la planta”.
Desde que tiene memoria, Isabel ha tenido una relación fuerte con la naturaleza. Su abuela paterna, practicante de medicina ancestral, le transmitió su sabiduría.
“Por eso siempre que me siento cargada o confrontada me voy a caminar por una zona verde, me siento a lado de un árbol, escribo y santo remedio”.
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Es como si estableciera un diálogo espiritual con las plantas, dice. Ellas son su musa de inspiración.
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Pero hace más o menos 6 años esta comunicadora social-periodista sintió que “si mezclaba una esencia con otra el resultado era positivo para un propósito determinado. En ese entonces no había leído nada sobre el tema, era algo más intuitivo”.
La sensación era tan extraña que le comentó su situación a un amigo que trabaja con los aceites esenciales, le dijo que la clave para avanzar era creer en lo que está sintiendo, “investigue y tírese al charco”.
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Comenzó a trabajar con aceites esenciales, “la gente me buscaba para que se los preparara y de acuerdo a lo que me decían yo, intuitivamente, hacía las mezclas… Luego me llamaban a decirme que era milagroso“.
Al comparar su sentir con las recomendaciones de los libros de medicina natural, encontraba varias diferencias. “Por ejemplo, mientras ahí aseguraban que la hierbabuena estimula el sistema nervioso, para mi facilitaba la sanación de la rabia”.
Al mismo tiempo, entró a la Escuela de Metasofrología Cuántica e hizo un taller con plantas y en ese espacio descubrió que con un solo aroma 4 personas experimentaban sensaciones diferentes.
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“Investigué por mi cuenta y encontré que las plantas tienen implícitos los 4 elementos de la naturaleza (aire, agua, fuego y tierra), los mismos que rigen nuestras emociones internas. Lo que hace la planta con la que conectamos es mostrar cuál es esa dificultad que nos impide fluir”.
Es así como a través del olfato cada persona va al punto donde se originó esa rabia o esa tristeza que alberga en su corazón.
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“Se abre una posibilidad de entregar una medicina, desde mi palabra, a las personas para que comprendan cómo esa planta les puede ayudar mediante esos procesos emocionales que los tienen bloqueados”.
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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co
Agosto 27, 2020
Gente, Laureles, Vecinos