
María Eugenia decidió ser taxista a sus 67 años
María Eugenia Peláez lleva cerca de 3 años y medio manejando taxi por las calles de la ciudad. Esta ingeniera química de la UPB graduada en 1977 contó por qué tomó la decisión de manejar el carro de su hijo.
Después de lograr su jubilación prestando sus servicios como ingeniera química a diferentes empresas industriales, María Eugenia Peláez no quiso quedarse en casa y continuó trabajando durante 9 años más en su profesión. Sin embargo, 2 meses antes de la pandemia cerró la última entidad para la que trabajó, motivo por el cual tuvo que cambiar forzosamente de empleo.
“Después de trabajar la mayor parte de mi vida en diferentes empresas como Acuantioquia, Chemas de Colombia, Papelsa, Improquín, entre otras. Nunca pensé que sería conductora de taxi, pero a mí nunca me ha gustado quedarme en mi casa, siempre amé trabajar”.
En ese momento María Eugenia había comprado un carro que apenas estaba pagando y que como se había quedado sin trabajo consideró la posibilidad de venderlo.
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“A mi hijo Sebastián Orozco, quien es dueño del taxi, se le ocurrió la idea de que cogiera el carro para trabajarlo porque yo había manejado toda la vida y a él solamente le gustaba salir de noche de 8:00 p.m. a 5:00 a.m. Así fue que empecé hace 3 años y medio y estoy muy amañada.”
Así es su vida como conductora
Aunque no niega que es una profesión compleja por todos los ‘chicharrones’ que pueden ocurrir, la mujer de 70 años dice que durante esta nueva etapa se ha sentido muy bien, no ha tenido mayores inconvenientes y los pequeños problemas que ha tenido, los ha podido sacar adelante con su ‘berraquera’.
“Lo que más me gusta de este oficio es que durante los viajes se conoce a gente muy interesante con la cual he podido entablar buenas conversaciones. Además de buenas amistades ser conductora de taxi me ha dejado muy buenos contactos, es decir, las señoras me escogen para que yo las lleve a su destino. Supongo que se sienten más seguras y para mi eso es un privilegio”.
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Esta conductora de la empresa Coopebombas va a cualquier parte de la ciudad, no tiene problema con esperar ninguna diligencia y tendrá una cara amable con el pasajero que lleve.
“En la empresa son muy queridos y atentos conmigo, supongo que soy una mujer reconocida por mi labor porque son varios los colegas que me saludan. Me sorprende y me alegra que cada vez seamos más mujeres en una profesión que habitualmente la han realizado hombres”, dijo Peláez.
¿Qué ha sido lo más difícil?
Aunque algunos creerán que lo más complejo de este trabajo es ir a las periferias de la ciudad, quedarse varado o encontrarse con un mal pasajero, lo más difícil de manejar taxi para María Eugenia es que algunos conductores, incluso de otros vehículos son malas personas, sobretodo con las mujeres van al volante.
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“Culturalmente vamos bien, cambiando, pero aún nos falta un poco, muchos de mis colegas son muy queridos, me han socorrido. En una ocasión el carro no me arrancaba y tenía un problema de batería, el señor muy amablemente me desvaró y me recomendó el lugar para comprar una nueva. Sin embargo, no faltan algunos que son groseros, se roban los pasajeros o me dicen cosas”.
La clave es tener paciencia
María Eugenia nunca va a las carreras, en sus 3 años y medio trabajando nunca ha tenido un incidente de tránsito, tampoco le interesa ser la que más carreras haga. Solo le importa que sus pasajeros se sientan cómodos en su vehículo y lleguen seguros a su destino.
De la mano del Waze ha llegado a rincones de la ciudad que nunca pensó conocer, ha tendido la mano de personas que están perdidas y no encuentran su rumbo, algunos que les ha faltado dinero para pagar la carrera y hasta prefiere no pelear por ninguna carrera.
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“Yo no conocía esas pendientes de Manrique, ni de Robledo, me daba mucho susto arrancar en loma, pero todos los días es un aprendizaje, mi hijo me daba consejos para aplicar la emergencia y ya me desenvuelvo muy bien”, contó.
Faltan cerca de 2 años para que termine de pagar su carro y cuando lo haga María Eugenia continuará como conductora de taxi, siempre y cuando esté en perfectas condiciones de salud.
“Hace poco me hice unos chequeos médicos y no me encontraron nada. Yo le dije a mi hijo que si yo sigo en buenas condiciones continúo trabajando por la razón de que el carro ya tiene sus añitos y comienza a pedir repuestos. Lo que hacemos es irnos por la mitad, además que también me gusta tener mi dinero y mis ahorros”, concluyó.
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Por: Alexis Carrillo Puerta
alexisc@gente.com.co
Fotos: Jaime Pérez