
Naranjal, el rincón de los nostálgicos del vinilo
Cada 3 meses los fanáticos de la aguja y el tornamesa en Medellín se reúnen para hablar de música y comprar, vender e intercambiar discos.
Desde hace cerca de 30 años, Mariana Lara empezó a vender música en discos de vinilo (o LP, por las siglas de long play, como se conoce al formato en inglés). Hoy, cuando casi todas las canciones se producen en MP3 y se venden en CD o a través de aplicaciones para computadores y teléfonos inteligentes, ella se resiste a dejar morir la música vieja que solo se encuentra en los discos análogos, que comercializa en su propio café, ubicado en la carrera 70.
Pero Mariana no es la única. En Medellín, la música grabada en vinilo cuenta con su propia fanaticada: melómanos, investigadores o simplemente aficionados, se reúnen cada 3 meses en La Licuadora, un espacio cultural ubicado en la avenida San Juan con la carrera 69, y participan en La Vinilada, que hasta ahora es el único evento de compra, venta e intercambio de discos de este tipo en Medellín.
El sonido de las canciones que un disc-jockey pone desde una consola se convierte en guía al llegar a La Licuadora y subir las escalas a media luz, estrechas, que conducen al tercer piso y le dan al lugar un aire underground, aunque está generalmente abierto al público.
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El espacio termina por abrirse en un gran salón atestado de personas que curiosean por diferentes puestos que exhiben los discos agrupados en cajas. Ahí está Mariana Lara, en la mesa del extremo izquierdo, entregando su tarjeta a quienes se acercan: “¿Ya conoce mi café?”, pregunta cada vez.
Para ella, lo que hace que la gente siga buscando música en discos análogos es que “ya son joyas, porque ya no se consiguen tan fácil. Cuando decimos joyas es porque son discos bien escasos, en buen estado”. Y aunque algunas casas disqueras en Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos han vuelto a grabar música en vinilos, “son reediciones que vienen muy costosas”, afirma la coleccionista, resaltando que aun así “hay gente que las busca y las compra”.
Óscar David Tamayo, creador de La Licuadora y promotor de La Vinilada, considera que esta cultura alrededor del LP se ha fortalecido porque “hay melómanos que reconocen que es un formato que vale la pena, que tiene una importancia en la historia de la música”.
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Sobre el evento, que ya completa 7 ediciones, Tamayo explica que “nació en febrero de 2015” como una iniciativa de un grupo de amigos: somos coleccionistas, a muchos amigos en común nos interesa el mundo del vinilo, ese formato, mal que bien, está más vivo que nunca (…). Entonces dijimos: ‘En Medellín no hay un espacio dónde celebrar esa cultura del vinilo’. Había mucha gente dispersa, vendedores de discos, pero no había un espacio donde todos confluyeran” y admite que no es una idea nada nueva, pues en ciudades como París e incluso Bogotá hay mercados de vinilo.
Pero en su propias palabras lo más interesante es que “los disqueros vienen, cada uno trae su estilo y entonces lo que encontramos en La Vinilada es por lo general sonidos que se compran y se venden en Medellín, o sea, lo que a la gente le gusta porque, pese a que hay intercambio, esta es una actividad sobre todo de compra y venta”.
Sobre el formato, Tamayo no lo mitifica. Por el contrario, señala que “no me parece que un vinilo suene mejor. Los formatos convencionales suenan mejor, la cuestión es más orgánica: tener el disco en la mano, tener una carátula grande”. Por eso él prefiere abrir la discusión y hacer un conversatorio en el marco de cada edición del evento.
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Otra cosa piensa William Martínez, propietario del bar El Jibarito, ubicado en el centro, y quien desde otra mesa ofrece también sus discos: “Un CD no tiene un sonido tan lleno como el de un LP. Es como cuando usted se come una bandeja paisa, pero no se llena. No queda satisfecho”.
Por Sergio Andrés Correa
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