La vida de una excomerciante de Colombia después de irse

La vida de una excomerciante de Colombia después de irse

Vecinos que hace 2 años tuvieron que entregar sus predios para darle paso a la construcción del intercambio vial de Colombia con la 80 hablan sobre su situación actual.

Julia Pertuz y su familia, dueños del restaurante de comida de mar Sazón Arte, el cual estaba ubicado en la calle 50 con la carrera 78 A, tuvieron que cerrar sus puertas en 2020 para darle paso al desarrollo del primer intercambio vial de la avenida 80.

2 años después de abandonar el sector donde vivió por más de 40 años, esta vecina de la comuna 11 tuvo que poner los adornos que tenía en su restaurante, en la sala de su casa, todo porque no ha encontrado las condiciones económicas para volver a abrir su negocio.

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“Los padres de mi esposo fueron de las primeras familias a llegar a poblar esta zona de la comuna 11 y tenían una propiedad de 3 pisos que desafortunadamente tuvo que ser entregada. En el primer piso quedaba mi restaurante y en el tercero un taller de metal mecánica que le pertenecía a mi esposo”, contó la vecina.

¿A dónde se fueron?

Julia y su familia compraron una casa en la carrera 81A con la calle 42, en la comuna 12. Sin embargo, no encontraron una vivienda con las mismas comodidades que tenían en la calle Colombia.

“Al principio tuvimos que arrendar mientras la Edu nos daba el dinero. Teníamos desespero por encontrar algo rápido, pasamos de una vivienda de 400 metros a una mucho más pequeña. Aparte mi esposo vendió el 60% de la maquinaria en su taller”, contó.

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Por su parte, Julia Pertuz no pudo volver a abrir una sede física para su restaurante, muchas de sus pertenencias están amontonadas y guardadas en una habitación, mientras que otras las usó como decoración, por la nostalgia que le genera.

“La Edu me dio 25 millones, 4 millones por mes, pero el dinero se convierte en plata de bolsillo y con 20 millones usted no consigue un local como el que yo tenía en ningún lugar de Laureles”, señaló.

Actualmente, vende almuerzos a domicilios, las mismas delicias de la costa.

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En contexto

Andrés Felipe Jaramillo, economista de la UPB, comentó que “el deber ser es que cada obra valore los impactos socioeconómicos y ambientales y que se pague por ello, incluyendo lo que dejan de ganar los comerciantes”.

Lo que pasa es que no siempre sucede. El problema es que está mal reglamentado el verdadero valor de los impactos y muchas veces las indemnizaciones no alcanzan a cubrir todos estos perjuicios”, concluyó

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Por: Alexis Carrillo Puerta
alexisc@gente.com.co
fotos: Carlos Velásquez

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