Plaza de mercado, un lugar de historias y encuentro para los envigadeños
Huele a verduras, a eucalipto… a almuerzo rico. La Plaza de Mercado de Envigado no es el simple lugar para mercar o encontrar ‘chécheres’, acá hay historias que vale la pena contar.
Fotos: Edwin Bustamante
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“Envigadeño de pura cepa y contento en esta plaza. Muy agradecido”, dice don Luis Fernando, vecino que tiene su puesto de verduras en una de las tantas esquinas de la plaza. Lo vemos para allá y para acá, como un conejito con pilas. “Es que acá no se para de trabajar, no se descansa”, agrega el comerciante.
La reina de la plaza Camina por los pasillos de la plaza ‘voleando’ mano y saludando a todos sus compañeros, como una reina, según ella. Alba Marulanda llegó a este sitio hace 14 años. Su segundo hogar. Telas y lencería, de eso se trata el negocio de Alba.
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Alba, la reina de la plaza.
“Nos va bien y estoy muy ‘amañada’ en la plaza. Acá me divierto con los demás colegas, todos nos conocemos… como si fueran mis vecinos”, comenta la reina.
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No deja sus telas por nada y asegura que le agradece mucho a la Plaza de Mercado por la acogida y el cariño que recibe a diario en su trabajo. También nos encontramos con Andrés Escudero, quien tiene un pequeño vivero y un “mundo de cosas” que uno no sabe ni para donde mirar.
Andrés Escudero
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“Trabajamos todos los días desde las 7 de la mañana a 7 de la noche. No hay descanso porque, además de tanto trabajo, disfrutamos de lo que hacemos”, comenta Andrés. Señoras y otro tipo de público se acercan al vivero de Andrés para antojarse de alguna ‘matica’ que les guste. Hasta una planta de brevas pudimos ver allí.
“A la gente no le deja de gustar este mercado de las plantas. Son decorativas y algunas muy fáciles de mantener”. Y desde siempre, hace unos 75 años, la Plaza de Mercado es un espacio perfecto para almorzar. Así lo entienden Luz Dary y Pablo, dos vecinos y comensales que no perdonan el almuerzo, tipo 12 del medio día.
Un sancocho trifásico bien cargado, con juguito de tomate de árbol, los recarga de energía para continuar con sus labores. Termina un día en la plaza y ya se ven algunos ojos apagados por el cansancio. Al otro día, muy a las 7 a.m. la reina de la plaza vuelve a caminar por los pasillos, ‘voleando’ mano… y lista para comenzar otra jornada.
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Luz Dary y Pablo.
Por: Daniel González Jaramillo
danielgj@gente.com.co