Historia de Los Naranjos contada por un vecino de 100 años

Historia de Los Naranjos contada por un vecino de 100 años

La historia de este importante sector es contada por sus habitantes, expertos y por uno de sus cofundadores cercano a cumplir 100 años de edad.

Atilano Gómez vecino cofundador del barrio Los Naranjos. Foto Camilo Suárez.

En una casa de fachada blanca ubicada sobre la Transversal 36 Sur se observa una pequeña placa negra custodiando la puerta de ingreso, la leyenda allí escrita dice “Flia. Gómez” para referirse a uno de los linajes que ha sido testigo generación tras generación del origen y desarrollo del barrio Los Naranjos.

Al interior de esta antigua vivienda reposa en el patio don Atilano Gómez, uno de los primeros habitantes de un sector que comenzó a poblarse en la década de los 50.

Según Carlos León Gaviria Ríos, historiador de la Secretaría de Educación y Cultura de Envigado, Los Naranjos tuvo tres momentos hasta constituirse como se conoce hoy en día.

Tres barrios en uno

Una primera etapa se ve marcada por el hecho de que antiguamente había dos barrios separados, el primero llamado José Félix de Restrepo y el otro barrio Obrero. Solo hasta el año 2001 el nuevo sistema de planeación municipal y ordenamiento territorial decidió unirlos en uno solo adoptando el nombre de barrio Obrero.

Cuando se construyeron estos dos barrios, en la década de 1940, los edificaron por completo sin darse cuenta de que no habían dejado espacio para la iglesia. “De inmediato buscaron un terreno y erigieron la iglesia que actualmente se llama San Mateo”, explica Gaviria.

Lo anterior, hizo posible que unas franjas de terreno terminaran de urbanizarse y fue así como en 1960 la construcción de la iglesia comenzó a darle forma al vecindario. Por aquel entonces don Atilano estaba próximo a radicarse en la zona, pues este vecino, hijo del arriero Atilano Gómez Diosa, venía de haberse criado en una finca situada en la Loma del Chocho.

“En el campo se vive muy bueno”, asegura Atilano, quien a sus casi 99 años de edad conserva una lucidez y vitalidad envidiables. Este envigadeño, nacido en 1924, todavía recuerda con entusiasmo los días que se la pasaba deshierbando, cortando leña, ordeñando vacas y cuidando a los animales de la finca.

Con sus 11 hermanos fabricaba globos que luego perseguían hasta el cansancio, correteaban por todas las mangas a pata limpia y como él mismo afirma, quedaban “patojos” de tantos chuzones y cortadas con vidrio. De pequeño, Atilano trabajó en una tienda cercana a la Parroquia Santa Gertrudis y cuando terminaba su turno se iba a jugar fútbol en una manga ubicada donde luego existió el Seguro Social.

“Nos pasábamos un rato sabroso y al terminar el partido nos íbamos a la tienda del señor Juan Ruíz a sentarnos a tomar agüita con panela y gelatina”, narra Gómez, quien se mudó a lo que hoy se conoce como Los Naranjos en la década de 1940, cuando las casas se podían contar con los dedos de la mano.

Lo divino y lo profano

Pronto apareció la Clínica Santa Gertrudis, conocida como la del Seguro Social, otro factor que ayudó a urbanizar esta zona. En otro tramo existió la finca Las Margaritas, un terreno que finalmente fue loteado para convertirse prácticamente en un barrio, también denominado popularmente como barrio El Seguro.

Carlos Gaviria resalta que hubo varios puntos icónicos como la calle del diablo, famosa por ser la plaza de vicio más grande que tuvo el municipio de Envigado en esa época, sin embargo, también estaba la calle junto a la iglesia, conocida como la calle de lo divino pues alrededor se hacían los bazares y todos los eventos para recaudar fondos en pro de la parroquia de San Mateo.

Mapa de Envigado en 1971. Archivo Biblioteca Efe Gómez de la Universidad Nacional de Colombia. Por Carlos L Gaviria, historiador y magíster en urbanismo y medio ambiente.

Como una pareja dispareja, en este lugar convivían lo divino y lo profano, en especial en un sector conocido como El placer de María, donde según Gaviria “existían unas casitas y en algunas de ellas residían unas magdalenas que daban placer”, cerca a la Normal Superior de Señoritas, hoy conocida como Normal Superior de Envigado.

De este modo, los sectores conocidos como El Placer, Las Margaritas, San Mateo y El Seguro fueron unificados por la Administración Municipal en el año 2005 y nombrados como Los Naranjos, pues efectivamente en las fincas que lo precedieron había múltiples árboles de naranjo.

Las primeras casas

Por su cercanía con la vía principal que conducía hacia las fábricas de Rosellón, los primeros habitantes de Los Naranjos solían ser trabajadores que se desempeñaban en estas labores y fueron adquiriendo terrenos de bajo valor.

Atilano, que trabajaba como mecánico en uno de estos lugares conoció a la que sería su esposa en un telar. María Inés Rendón trabajaba con un grupo de mujeres que con el tiempo se fue convirtiendo en una barra de amigas.

En 1954 se casaron y siguiendo el consejo de su padre, Atilano sacó un préstamo para adquirir un lote en el sector.

Carlos Gaviria relata que el municipio de Envigado ha tenido cuatro etapas de construcción en toda su historia y el inicio de las primeras casas en Los Naranjos obedece a una de esas fases, “una primera etapa fue impulsada por la Alcaldía, otra por los urbanizadores privados, una que se dio paralela a estas dos fue la de la iniciativa propia de los pobladores y una cuarta etapa corresponde a las urbanizaciones de interés social y de construcción privada, las que se conocen como urbanizaciones cerradas”.

La familia Gómez indica que solo existían 4 o 5 casas en aproximadamente tres manzanas, lo demás eran mangas y por supuesto, la quebrada. Entre varios de sus cuñados le colaboraron a Atilano para construir su casa, la hermandad de los vecinos se fue cosechando poco a poco.

“Nos sentábamos con don Bertulfo a ver las películas de Cantinflas, las familias eran muy unidas, casi todas las noches salíamos a charlar sobre las radionovelas del momento”, afirma Atilano.

La herencia de los habitantes del barrio

Tras el esplendor de los años 60 fueron llegando más y más personas a apropiarse del sector. A las casas de don Roberto, don Juvenal y doña Isabel Gutiérrez le siguieron muchas más.

Otro de los momentos más significativos para Atilano fue su paso por Coltejer, empresa de la cual se jubiló para descansar en compañía de su familia. De hecho, muchas de las familias de Los Naranjos estaban encabezadas por pensionados “coltejeranos”, de Peldar y de la fábrica de calzado Grulla.

Junio de 1973. Atilano Gómez con sus compañeros de Coltejer.

Pedro Pablo Giraldo fue uno de esos vecinos que llegó al sector en 1966, cuando la calle seguía siendo destapada, no existía la escuela anexa y los niños jugaban despreocupadamente en la quebrada. “En los 70, 80 y 90 la época navideña era muy buena porque las familias hacían comida y lo mandaban a uno chiquito a llevársela a los vecinos, y estos nos devolvían con dos platos más”, cuenta.

La relación de los jóvenes de la época era muy cercana, incluso entraban a la casa de los vecinos como si fueran hijos y precisamente así los trataban. Según Jaime Restrepo, en ocasiones quitaban la luz y ellos aprovechaban para darse unos buenos sustos en medio de la penumbra.

Este vecino nacido en 1950 en la Clínica Santa Gertrudis, perteneció al Club Deportivo Los Naranjos, un equipo fundado en el barrio y con gran participación en los torneos de la Liga de Envigado. “Nuestro equipo era el que más trofeos tenía, había rivales muy buenos como los del barrio Obrero y los del barrio Mesa, pero nosotros quedábamos campeonas hasta en categoría infantil”, menciona Restrepo.

El barrio de hoy

La finca Las Margaritas fue reemplazada por el Centro Gerontológico Atardeser. La Clínica Santa Gertrudis pasó a ser filial del Hospital Manuel Uribe Ángel y actualmente se adelanta la modernización de la Normal Superior.

Para Jaime Rojas, la comunidad del vecindario sigue siendo muy familiar, aunque ya no sucede que todo el mundo se conoce, en vista de que los pobladores nativos ya no están, generaciones enteras crecieron conviviendo con los mismos vecinos y adoptaron ese sentido de pertenencia que los hace realizar diversas acciones en pro del barrio.

Lo anterior coincide con el relato de Carlos Gaviria, quien resalta que en la historia del desarrollo de Los Naranjos la Junta de Acción Comunal tuvo un rol fundamental, “no solo en la etapa de construcción y adecuación del barrio, si no también en la creación de la primera ludoteca que tuvo Envigado, llamada Semillitas del Naranjo, un logro muy valioso de la JAC”.

Por lo anterior, Rojas explica que actualmente viven una desterritorialización de un punto de encuentro comunitario, pues con la modernización de la Normal se perdió el centro de acopio de la ludoteca, por lo cual Los Naranjos no cuenta con sede de acción comunal.

Don Atilano, denominado por muchos como el cacique mayor del barrio que lleva consigo la memoria viva y patrimonial de la zona, argumenta que se siente muy satisfecho de los años que ha vivido, pues no cambiaría su vecindario por ningún otro.

Esta comunidad continúa solicitándole a la Administración Municipal una sede de acción comunal, pues lo que buscan es recuperar la juntanza, volver a las tradiciones y al encuentro familiar, mismo que va plasmado en cada esquina del barrio como una reminiscencia inexorable.

Por: Michelle Acevedo Vélez
michellea@gente.com.co

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