FOTOS: Las aves que revolotean por El Esmeraldal

Las aves que revolotean por El Esmeraldal

FOTOS: Las aves que revolotean por El Esmeraldal

Este vecino se ha dedicado a fotografiar los pájaros que vuelan por el barrio. Aquí nos muestra algunas de las especies avistadas.

Desde que era un niño Carlos Julio Torres ha amado las aves. Nunca se atrevió a usar las caucheras que estuvieron de moda en su infancia, por el contrario solía abrir a escondidas la jaula donde su madre guardaba un pequeño azulejo, pero el animal estaba tan domesticado que volaba a posarse en el hombro de ella.

Desde aquellos días lo inquietaban los movimientos de los pájaros, sus cantos y colores, pero solo desde el 2003, año en que se jubiló, tuvo el “tiempo, la paciencia y la mística”, que según él se requieren para hacer avistamiento de aves.

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Carlos Julio fue el tercero de los 8 hijos de Carlos Enrique Torres y María Lucila Torres. Ellos se conocieron en Armenia Mantequilla, donde la familia paterna tenía cultivos de maíz y frijol.

Por eso, aunque Carlos Julio nació en Belén Los Alpes, no era raro que sintiera interés por la vida del campo. De hecho se graduó como tecnólogo agropecuario del Politécnico Jaime Isaza Cadavid y trabajó durante 30 años en la Federación Nacional de Cafeteros.

Allí una de sus primeras tareas fue asesorar en la diversificación cafetera a algunas familias campesinas de Heliconia y , casualmente, de Armenia Mantequilla. “Me encantó trabajar un cultivo muy ecológico y rentable como el del cacao y el plátano, sin dejar el asesoramiento en seguridad alimentaria”, recuerda el vecino.

La historia la cuenta desde la tranquilidad de su sala, mientras bebe un café sin azúcar y mira a un gran ventanal que comunica con el patio. Él dice que ese es un “matorral” que ha dejado crecer para favorecer la fauna que vive en el sector.

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“Ese es un azulejo palmero”, comenta Carlos y señala un pájaro menudo de color verde oscuro que llega a visitar su cebadero. Explica que el animal lleva este nombre común porque hace sus nidos en las palmas y su color le facilita camuflarse.

Desde 1988 Carlos Julio llegó a vivir a Envigado. Se estableció en el barrio Milán y en 1995 llegó a la urbanización Rocío de la Mañana en la loma de El Esmeraldal. Los colibríes se acercan a las flores que tiene en su patio, también una silga mielera, un batará carcajada y hasta una ardilla que, en un descuido, se roba un murrapo. “Es un verdadero paraíso”.

Carlos lleva la cuenta. Ya ha avistado unas 39 especies de pájaros desde su sala y en las zonas verdes de su urbanización. De las cosas que más disfruta observar es el vuelo de las aves rapaces, “porque es pausado, armónico y tienen una visión tan potente que en cuestión de segundos ya están sobre su presa”. También se admira al ver que no se atropellan entre ellas para alimentarse del cebadero, sino que cada una espera su momento.

Con un vistazo identifica la especie que tiene al frente, si no la conoce la busca en sus libros o le envía la fotografía a biólogos amigos para que le ayuden a reconocerla. Actualmente registra las aves — y también mariposas y árboles, que lo apasionan por igual— con una Nikon Pentax Coolpix P900 y por sus manos han pasado otras referencias que le han permitido tener un banco de imágenes que lo enorgullece.

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Esta es una pasión de tiempo completo porque, según Carlos, se vuelve un reto tomar la mejor fotografía. Él anda con la cámara debajo del brazo, pero ya sabe que encuentra mayor actividad desde las 5:30 hasta las 9:00 de la mañana y entre las 3:00 y 6:00 de la tarde.

Si tiene la oportunidad, asiste a conferencias para seguir el aprendizaje. De hecho, 2 charlas (una en Eafit sobre aves y otra en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, acerca de las mariposas), fueron las que en definitiva lo animaron a aprender más sobre estas especies, hoy dice que estos animales son sus indicadores de la calidad ambiental y asegura que hace 4 años observa mayor abundancia de ellos en el sector: “Son síntoma de un hábitat mucho mejor”.

Durante los años que dio clases en el Politécnico y en el Sena, Carlos les insistió a sus alumnos en que para ser buenos profesionales debían aprender a observar y por eso hoy comenta la importancia de crear cátedras de ecología en los colegios. “Nos falta mucho en respeto por el entorno. Pero para cuidar, primero hay que conocer estos seres”.

Él, por ejemplo, lidera un proyecto de compostaje en su urbanización y planea dictar charlas sobre pájaros y mariposas a sus vecinos. Además, no duda en sugerir como una buena opción para las personas pensionadas, el tomar cursos de fotografía y observación de la naturaleza.

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Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co

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