Sus dulces conservan el sabor de la abuela

Sus dulces conservan el sabor de la abuela

Para homenajear a su madre, Luz Mercedes y sus hermanos crearon Blanca Luz Repostería, un espacio en el que ella prepara sus tradicionales cassatas, tortas y postres.

Es mucha la gente que hoy escribe por WhatsApp y piensa que Blanca Luz es quien los atiende. Y aunque va a ajustar un año de haberse ido, esta vecina dejó lo más importante: su libro de recetas, una clientela de más de 40 años y 5 hijos que están dispuestos a no dejar perder su legado.

Cuando su esposo se declaró en quiebra, Blanca Luz Arango de Velásquez no se quedó de brazos cruzados. Aprovechó sus habilidades culinarias y empezó a venderle bizcochos de novia a amigos y familiares.

Sin embargo, esta vecina de Laureles se hizo famosa gracias a la cassata alemana, fórmula que le compartió una amiga con esa nacionalidad. “Me acuerdo que en los días de la madre a todos nos tocaba ayudar, unos hacían mensajería, mientras otros compraban los ingredientes, vendían, batían o anotaban. Eran tantos encargos que las cassatas ni siquiera cambian en el congelador”, cuenta Luz Mercedes, su hija.

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Muchas de las fórmulas reposteras vienen de generación en generación, aunque la mayoría, dice, se las inventó su mamá. “No las hacía de cero, sino que con ayuda de mi papá se ponía a experimentar. No había semana en la que ella no sacara un postre nuevo, un pan con un ingrediente adicionado o una torta fuera de lo tradicional. Nosotros, su familia, le dabamos el visto bueno. Eso sí, en la casa no hay quién no cocine, todos le aprendimos a ella”.

Blanca Luz tenía 83 años pero parecía de 20. Era dulce, amorosa, servicial y curiosa. “Si quería aprender a preparar algo distinto se metía a
internet y lo hacía, nada le quedaba grande”.

En abril del año pasado, 6 días después de su muerte, falleció su esposo, ambos por Covid-19. “Ahí fue cuando me reuní con mis hermanos a ver qué íbamos a hacer y decidimos sacar esto adelante como un homenaje a ellos”.

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Pero no se quedaron únicamente con las cassatas, “queríamos que la gente probara todo lo que ella nos hacía en la casa: el pastel
gloria, las galletas de nuez, el manjar blanco, la María Luisa, los pandeyucas, el alsaciano, el postre de milky way, el bizcocho de Ángel, la
torta de zanahoria, la dorada y la de la abuela. Pero lo más importante, y lo que todavía hacemos, es lograr que conserven su sazón”.

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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co

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