Enamorar a los niños de la literatura

Enamorar a los niños de la literatura

Sandra Zuluaga, directora de la fundación Ratón de Biblioteca, habla acerca del rol de la literatura en la infancia y cómo promover la lectura en niños y niñas.

Sandra Zuluaga dirige Ratón de biblioteca, una fundación que lleva 40 años promoviendo la lectura en la ciudad periférica. Foto: Camilo Suárez.

La fundación Ratón de biblioteca es el sueño materializado de la señora Clemencia Gómez de Jaramillo, vecina de El Poblado, y varios otros empresarios del sector a quienes, iniciando la década de 1980, les preocupaba profundamente el contexto educativo de los barrios periféricos de la ciudad, sobre todo por su acceso a la literatura.

Con esa preocupación en mente y con un censo hecho por la Escuela de Bibliotecología de la UdeA en mano, la señora Clemencia se inventó un modelo de cajas viajeras llenas de libros de literatura que eran llevadas desde su casa en la comuna 14 hasta las bibliotecas populares que los párrocos y las madres de las comunidades crearon cuando recién los barrios se estaban conformando para ayudarse con las tareas de los niños en las tardes.

Estas cajas siempre eran llevadas por un narrador que leyera con la comunidad y suscitara una conversación entorno a las letras porque la fundadora siempre ha creído que el libro por sí sólo no tiene la potencia que puede llegar a tener la lectura colectiva.

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La lectura en la infancia

En marzo de este año el diario El País de España publicó un artículo titulado “Cuatro de cada cinco niños menores de 10 años no pueden leer este titular”, en el que mostró las conclusiones de un informe publicado por el Banco Mundial y UNICEF, acerca de la crisis educacional en América Latina y el Caribe. Una problemática que alarma a Sandra Zuluaga, directora de la fundación Ratón de biblioteca hace 6 años.

Luego de la pandemia, el rezago en el aprendizaje ha sido una problemática muy discutida en la agenda pública. Los problemas de lectura en los niños, dice Sandra, al ser este un aprendizaje transversal al resto de conocimientos, pueden ser la raíz de muchos de los conflictos que tienen los niños con materias específicas como química o matemática.

Sin embargo, los beneficios de fomentar la lectura en niños y niñas no son exclusivamente académicos, Sandra también considera que un niño que ha estado en contacto cercano con la literatura “tiene más posibilidades de hacer amigos, de vivir una ciudadanía y participar, y de aprender, investigar y construir con otros”.

De acuerdo con la directora, es necesario que en el hogar haya una mayor presencia de las palabras. “Aprender a leer con literatura es aprender también a soñar y a crear más allá del código fonético, hay que aprender con personajes e historias, cuando los niños sean mayores esto les permitirá resolver problemas con mayor facilidad y enriquecerá el discurso para la interacción, por ejemplo, al negociar o conciliar”.

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Para que los niños lean

Ratón de biblioteca lleva casi 40 años promocionando la lectura en la ciudad. La experiencia a la cabeza de esta organización le ha enseñado a Sandra que “cuando se tiene un bebé, como se compran juguetes hay también que comprar libros, y contar desde un principio con la disposición del adulto para acompañar a los niños a leer y conversar sobre lo leído”.

La experta en promoción de lectura recomienda tanto tener libros como tener juguetes desde la primera infancia. Foto: Archivo.

Como adultos, tener un hábito lector propio es fundamental para empezar a sembrar en la mente del niño la curiosidad por el libro. Según la directora, si en casa hay una biblioteca, pero también personas que leen y disfrutan al hacerlo, es mucho más probable que el niño crezca desarrollando una pasión por la lectura, lo que se verá reflejado en su desarrollo del lenguaje y de sus habilidades sociales, así como en su interés por investigar y conocer más acerca del mundo y la cultura.

Para Sandra, un error que suelen cometer los padres que pretenden crear un hábito en sus hijos es tener una idea muy utilitaria de la lectura. “Cuando se derrumba esa idea del culto al libro en el que el que lee es para ser super culto e intelectual, que hay que leer estas cosas y no otras, y se empieza a leer por diversión se nota la diferencia”.

Ojalá, advierte Sandra, empezar a contemplar la lectura como una oportunidad para el disfrute y la imaginación, y no solo para el aprendizaje. En este sentido, el adulto debe contemplar la lectura como un esparcimiento y así debe transmitírselo al niño, jamás debe hacerla parecer una tarea, una responsabilidad o, peor aún, un castigo.

La directora también recomienda seducir a los lectores de iniciación, independientemente de su edad o relación previa con la lectura, a través de los temas que les interesan. “El mar, los viajes, las plantas, tocar las puertas del interés del niño y hacerle ver el libro como una forma de entrar y navegar en ese tema”.

Sandra asegura que la literatura infantil en Colombia es muy buena y que por condiciones del mercado nacional no es tan promocionada. “Escritoras como Claudia Rueda, Amalia Low, Olga Cuéllar, y Yolanda Reyes, tienen cuentos de mucha calidad y son de muy fácil acceso”.

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La biblioteca y su rol ciudadano

Es un aspecto raro de nuestra cultura paisa, dice Sandra, el hecho de que no visitemos bibliotecas pese a que sigan apareciendo espacios para la lectura en el metro, en los centros comerciales, en las U.V.A.

Para la directora de la fundación Ratón de biblioteca el rol de la biblioteca trasciende al libro como objeto pues “es también un lugar para socializar, para conocer a otros, para romper con la rutina y la idea de que tenemos necesariamente que comprar. Cuando compartimos, prestamos o donamos libros, estamos viviendo la biblioteca como un espacio de ciudadanía, libertad y disfrute”.

Al llevar a los niños a la biblioteca, explica Sandra, los estamos llevando a un escenario de ciudadanía y que ir a espacios públicos como la biblioteca permitir a nuestros chicos ver que la ciudad es diversa y que existe una multiplicidad de ideas y dinámicas que nos atañen a todos. La biblioteca, como el teatro, el museo y la escuela, nos ayuda a ser ciudadanos.

Sobre estos espacios, la directora asevera que “como medellinenses debemos usarlos más y, sobre todo, que estos no se vuelvan espacios únicamente habitados por las personas que los necesitan a raíz de la precariedad económica. Las bibliotecas son lugares emocionantes que las personas con recursos también podemos disfrutar”.

Enamorar a la infancia de la literatura es una misión que demanda un compromiso permanente de los padres de familia y los educadores, así lo ve Sandra. Para ella, la preparación académica y el bagaje intelectual de los padres no sirven si no hay una relación puesta en la palabra, promover cada vez más la lectura en la niñez es darle a la infancia “unos instantes para alimentar el alma, para llevar adentro un encuentro con sí mismo a lo largo de la vida. Darle un libro a un niño es darle compañía para todos los momentos de su vida”.

Por: Alejandro Puerta Calle
alejandropc@gente.com.co

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