
El musgo, clave para medir la contaminación
En las hojas de la Tillandsia recurvata se podrían encontrar las partículas contaminantes que llegan a lo más profundo de nuestros pulmones. La Tillandsia, también conocida como musgo, musgo bola o palomilla, es una planta que abunda en nuestro entorno. Se puede encontrar por toda América y es la que, según una investigación del grupo de Geología Ambiental e Ingeniería Sísmica de Eafit, serviría para identificar las partículas PM2.5 que respiramos a diario en nuestra ciudad.
José Fernándo Duque Trujillo, docente del Departamento de Ciencias de la Tierra de Eafit, explica que esta planta cuenta con un sistema radicular muy pequeño que le sirve para agarrarse de una rama o una roca y que, a diferencia de otras plantas, esta absorbe lo que necesita del aire.
Lo que sabemos y lo que no
Para el geólogo y docente de Eafit, José Fernando Duque, todo empezó con la contingencia atmosférica del año pasado. En ese momento se registraron concentraciones puntuales de PM2.5 de hasta 80 microgramos por metro cúbico de aire, cuando la norma de la Organización Mundial de la Salud recomienda máximo 25 microgramos por metro cúbico.
Para él, encontrar que los medios de comunicación se llenaron de información sobre la calidad del aire del Valle de Aburrá se constituyó en un llamado, una pregunta sobre por qué la academia no estaba haciendo más en este contexto de la ciudad. Se interesó por el tema y encontró que en la ciudad se sabe mucho del aire (la presencia de ozono, CO2, NOx, SOx, PM10 y PM2.5), pero poco del material particulado magnético.
Así que recordó a Gabriela Castañeda, una compañera de su doctorado en tectónica que utilizaba el magnetismo ambiental en la planta. Según explica Duque Trujillo, esta planta funciona como un biomonitor óptimo, ya que filtra de manera natural el aire y puede capturar también material particulado. Entonces, junto con Daniela Mejía, una estudiante de maestría de Eafit, tomó la planta y analizó qué partículas están filtrando.
El poblado, el más afectado
Durante la investigación se determinaron 260 puntos a lo largo del Valle de Aburrá y de allí se tomaron muestras para analizar su susceptibilidad magnética específica; es decir, en términos simples, una mayor concentración de metales implica una mayor sensibilidad a la magnetización. En últimas, una presencia elevada de PM2.5 magnético derivados de la contaminación.
Y la investigación los respalda. De acuerdo con un resumen publicado por Mejía, Duque y Castañeda en la XVIII Reunión Científica de la Asociación Argentina de Geofísicos y Geodestas, “los mayores valores (de susceptibilidad magnética) se encuentran en sitios localizados en la parte mas baja del valle, a lo largo del río Medellín, a lo largo del cual se ubican las líneas del metro, dos autopistas nacionales que atraviesan el valle de norte a sur con un alto flujo de camiones de carga y flujo vehicular denso en horas pico”.

La Aguacatala es, de manera preliminar, uno de los sitios más contaminados de El Poblado. Fotos: Manuel Saldarriaga y Jaime Pérez.
Pero esto no es todo: “Así mismo se han encontrado altos valores de (sensibilidad magnética) en zonas de alto flujo vehicular, como El Poblado (zona de la ciudad con mayor densidad de vehículos particulares), y sectores industriales, como Guayabal, Itagüí y La Estrella”. En la orilla contraria se encuentran zonas “predominantemente residenciales como Envigado y las partes mas altas de las laderas del valle”.
Conforme con el investigador, la mayor presencia de material particulado magnético en nuestro barrio se debe a una confluencia de factores. En primer lugar, El Poblado es la comuna con la mayor concentración de vehículos de la ciudad, por encima de Laureles y Belén. En segundo lugar, la topografía propia de nuestro barrio, que hace que los vehículos tengan que esforzarse más para ascender por las empinadas lomas que cruzan de oriente a occidente, así como los descensos, que requieren un mayor uso de los frenos.
A sus pulmones
Entre los elementos identificados con el microscopio electrónico se encuentran partículas de 2.5 micrómetros de longitud provenientes de llantas, motores y frenos de los carros.
También han encontrado partículas esféricas, que, se asegura, provienen de la combustión a altas temperaturas. Aunque todavía no se conoce su composición, podría tratarse de micropartículas de hierro, cinc, cadmio, plomo, altamente perjudiciales para la salud pues pueden provocar afectaciones al sistema nervioso, anemia, alteraciones neurológicas, enfermedades vasculares y varios tipos de cáncer. Por el momento, la investigación sigue con el objetivo, en una próxima etapa, de identificar con isótopos el origen preciso de los contaminantes. Y, en ese instante, tener más argumentos para hacer control.
Por Álex Esteban Martínez Henao
alexm@gente.com.co