Dopaje, el peligroso atajo en el ciclismo aficionado

Dopaje, el peligroso atajo en el ciclismo aficionado

Dopaje, el peligroso atajo en el ciclismo aficionado

Con la masificación del ciclismo aficionado en Medellín algunos deportistas han tomado atajos que exponen su salud. Los especialistas advierten riesgos.

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Los fines de semana decenas de empresarios, ejecutivos y oficinistas cambian camisas, pantalones de paño, tacones y corbatas por la bicicleta. Aunque esta tendencia, que se puede apreciar en la vía Las Palmas, las carreteras del Oriente y el Suroeste antioqueño, sigue en crecimiento, viene acompañada de una práctica que puede poner en riesgo la salud de los ciclistas: el consumo sin una correcta asesoría de complementos o abiertamente el dopaje.

Así lo admite León Gutiérrez, ejecutivo de una firma de comunicaciones de la ciudad, quien, cuando el clima se lo permite, recorre entre 50 y 60 kilómetros y los fines de semana multiplica por 3 la distancia en su bicicleta. Según él, entre los ciclistas amateurs hay un mercado de ayudas non sancta para mejorar el rendimiento que él prefiere no consumir por las profundas sospechas que le generan.

Principiantes y de alto rendimiento
Las sospechas de Gutiérrez, quien vive en Los Balsos y arrancó hace menos de 5 años en el mundo del ciclismo, no están infundadas. Alejandro Ramírez Restrepo, médico especialista en Actividad Física y Deporte, las confirma y sostiene que el consumo de suplementos ilegales o peligrosos para la salud no están restringidos a los deportistas de alto rendimiento.

“Los deportistas ya no son simplemente deportistas de fin de semana, sino que ya lo tienen como una actividad cotidiana, casi como parte de su vida laboral con miras a mirar objetivos deportivos y competencias. Esto está cambiando, porque el objetivo de disfrutar la bicicleta pasó a convertirse en un tema de competencia entre grupos y de quién mejora sus tiempos”, dice Ramírez.

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Aunque para los principiantes en el asunto los límites estén borrosos, los especialistas tienen claro que hay ayudas útiles como también las hay prohibidas.

Maximiliano Kammerer, magíster en Nutrición Deportiva y coordinador de la maestría en Nutrición Deportiva de la Universidad Ces, clasifica los suplementos en 4 categorías: tipo A, que pueden mejorar el rendimiento de una persona bajo ciertos protocolos y que no atentan contra la salud de quien los consume, y tipo B, que no cuentan con evidencia contundente de su incidencia en el rendimiento deportivo.

Están también los C, que no tienen soporte académico que avale su uso, y los tipo D, “que pueden ser dañinos para quien los use o dar positivo en una prueba de dopaje, si son usados por un deportista de alto rendimiento”, explica Kammerer. Entre ellos se cuentan los precursores de testosterona y las hormonas peptídicas.

El médico Ramírez añade a esta lista la hormona del crecimiento, la testosterona, los inductores medulares e inclusive sustancias para el tratamiento del cáncer y el VIH, que se usan para mejorar los síntomas de fatiga crónica.

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¿Por qué no usarlas?
Más allá del predicamento ético que implica consumir este tipo de ayudas, hay unos riesgos reales para la salud de quien los usa. De acuerdo con el médico, el uso de este tipo de estimulantes puede derivar con el paso de los años en cáncer, fallas cardiacas y problemas renales y hepáticos.

Este no es el único riesgo. El sobreesfuerzo también es peligroso. Ramírez sabe bien del problema, porque durante su juventud participó en distintos Ironman, competencias en las que se recorren 3,86 kilómetros a nado, 180 en bicicleta y 42,2 a pie en un máximo de 17 horas. Por su formación, conoció del síndrome de fatiga miocárdica, una condición que lleva a que el corazón presente microinfartos con microfibrosis “que pueden derivar en consecuencias drásticas”.

Pero las consecuencias del sobreesfuerzo no solo se manifiestan en quienes se dopan o le exigen demasiado a su cuerpo. Quienes no están preparados para largas sesiones de actividad física pueden presentar “sobrecarga muscular, dolores musculares, lesiones a nivel tendinoso (tendinitis glútea o rotuliana), dolores de espalda y enfermedades como gripas más frecuentes, fuera de dolores de cabeza y ortostatismos (hipotensión asociada a cambios posturales)”, asegura el especialista.

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Ayudas de las buenas
Más allá del uso de sustancias de dudosa reputación, Kammerer señala que hay suplementos alimenticios y afirma que estos no son “ni buenos ni malos”. Para un correcto uso, es necesaria la valoración de un médico especialista en deporte que analice distintos factores. En primer lugar, debe identificar los objetivos del paciente, bien sea bajar de o subir de peso, cambiar la composición corporal o mejorar el rendimiento. Luego, analizar los antecedentes personales y de salud. Además de determinar el momento indicado para tomar los suplementos y finalmente la dosis.

Kammerer es claro en señalar que, si bien los suplementos pueden ser útiles para bajarle segundos al reloj, es importante que la persona tenga una buena alimentación, una correcta prescripción del ejercicio, un buen descanso y, por último, el especialista evalúe las ayudas ergogénicas y nutricionales.

Por su parte, el doctor Ramírez recomienda una visión más tranquila del deporte: “Hay que dejarles a los profesionales la competencia, buscar una sana competencia y disfrutar más”. Para él, el truco está en “sollarse más la bicicleta”.

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Ilustración: Shutterstock
Texto: Álex Esteban Martínez Henao
alexm@gente.com.co

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