Nacho hace las mejores papas de Envigado
Ignacio lleva 21 años vendiendo papas en el municipio ¿Ya las probó? Varios vecinos aseguran que son imperdibles.
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Cuando no hay una o dos camionetas, se detiene una moto o llega una persona a pie. Casi nadie le dice lo que quiere, él ya lo tiene claro: papas fritas con sal y limón.
Son tantos clientes (algunos de toda la vida) que si no está fritando, está haciendo domicilios en el sector.
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Pues sus papas, dicen, son “las mejores de Envigado” y aunque para Ignacio su negocio no tenga nada de especial, para la gente lo tiene todo: atención, calidad y buen servicio.
A hacer papas, Ignacio de Jesús Builes aprendió a la brava. En ese entonces trabajaba los fines de semana a las afueras de la parroquia Santa Bárbara en un carrito de crispetas, hasta que, “charlandito, charlandito”, le dijo a otro vendedor ambulante que le enseñara la técnica.
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“Él tenía el puesto ahí al lado del mío y fui tan de malas, o tan de buenas, que el primer día de inducción se cortó la mano y me tocó reemplazarlo”.
Ignacio, o Nacho como lo llaman algunos de sus clientes, había hecho “un estudio de mercado” a la salida de algunas instituciones educativas de Envigado y se había dado cuenta de que faltaba un negocio de papas fritas.
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Prestó $1.000.000, mandó a hacer el carro freidor (el mismo que tiene ahora), separó la plata para el primer mes de pasajes y organizó el plante.
Durante varios años permaneció a la salida del Colegio Colombo Británico, hasta que hace 12, por petición de los mismos estudiantes, se instaló en el barrio La Salle, afuera de la Universidad EIA.
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“Yo llegué muy inexperto y los mismos clientes me fueron dando indicaciones (como por ejemplo que le echara zanahoria al aceite o un clavo de acero para que no se me quemara), porque al principio no eran tan buenas como ahora”.
La universidad le abrió sus puertas y lo apoyó desde el principio, al igual que los vecinos.
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“Acá la gente me colabora mucho y está muy pendiente de mí. Incluso cuando regresé, después de la cuarentena obligatoria, la gente venía preocupada a decirme que me había extrañado y a preguntarme cómo había hecho todo ese tiempo… Durante casi 2 meses me dieron plata y mercado. Mejor dicho, fueron tan solidarios que hicieron llorar”.
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Por: Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co
Fotos: Manuel Saldarriaga