Orquídeas sembradas por nuestros vecinos de Envigado
Entre octubre y diciembre se llevaron a cabo 2 cursos sobre estas plantas en La Heliodora y La Guayacana (Envigado). En una muestra se exhibieron los aprendizajes.
Hay quienes dicen que las orquídeas son difíciles de cultivar, pero para Diana García eso no es más que un mito. En 2019 ella y Sandra Betancur fueron las encargadas de guiar a 36 personas que participaron en los cursos sobre estas epífitas, que se dictaron en el Parque Lineal Ambiental La Heliodora y en La Guayacana.
Ambas son integrantes de la Sociedad Colombiana de Orquideología desde hace 6 años y hace 8 trabajan con estas flores en un cultivo llamado Libia Orquídeas, ubicado en San Antonio de Prado.
Diana explica que Colombia es el país con más diversidad de orquídeas en el mundo. Existen 4200 especies, pero decirlo es solo mencionar un número, por eso “el curso consistió en explicarles a los asistentes qué significa cada especie y cómo pertenecen geográficamente a nichos ecológicos muy puntuales”.
Les enseñaron, por ejemplo, que cuando se habla de la Cattleya trianae, la flor nacional de Colombia, se hace referencia a “un lugar concreto, que es la ribera del río Magdalena, desde Huila hasta Santander”. Y también que la Cattleya warscewiczii, que es la flor antioqueña que florece en Semana Santa, es de la zona del Suroeste, el Urabá y el Nordeste.
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En total fueron 6 clases, cada una de 3 horas, y en la última trabajaron en el montaje de las exposiciones que estuvieron los días 5, 6 y 7 de diciembre en ambos parques. Allí exhibieron y vendieron bromelias y orquídeas cultivadas por ellos mismos y otras aportadas por la Sociedad Colombiana de Orquideología.
Nora Moreno, coordinadora de Parques de Envigado, explicó que la oferta de estos talleres surgió como una propuesta para aprovechar el invernadero que hay en La Heliodora. La idea era cultivar allí la restrepia, que es un género de orquídeas propio de Envigado y fue nombrado así en homenaje al historiador y político envigadeño José Manuel Restrepo Vélez.
La coordinadora resaltó que dictan además cursos sobre abejas, biopreparados y, en 2020, ofrecerán otro de diseño agroecológico. El objetivo es “rescatar estos ecosistemas y que los parques se vuelvan nichos para las plantas y seres vivos que están aquí, además que la gente se lleve a sus casas este conocimiento, para volverlas también unos jardines”.
A partir de la segunda clase, las lecciones sobre orquídeas fueron prácticas. Hay un dicho que dice “orquídea suelta, orquídea muerta”, cuenta Diana, y por eso les enseñaron a amarrarlas y también los tipos de sustratos, materos y condiciones ambientales que se requieren para cultivarlas.
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Casi todos los participantes del curso eran adultos, pero también había jóvenes desde los 18 años e incluso un niño de 7, llamado Santiago Vanegas, que para ellas fue un alumno estrella. Además participaron personas encargadas de la jardinería en el municipio.
Para Sandra Betancur lo más significativo de dictar este taller fue darse cuenta de que su pasión por estas flores la comparten muchas personas. “A veces pensamos que este sentimiento hacia las orquídeas es muy personal, pero aquí en el curso la gente tiene el mismo interés”, expresa ella.
¿Y por qué resultan tan atractivas las orquídeas? Esa es una pregunta que tiene muchas respuestas. Diana dice que son 30.000 especies y cada una representa formas de estar vivos. Además, aprender de ellas “es una manera de reconocer el patrimonio, porque al conocer las especies, conocemos también las regiones y las culturas de donde provienen”.
Por otro lado, dice la cultivadora, las orquídeas son un indicador de bienestar ambiental y el hecho de acercarse a la jardinería es darse cuenta de cómo se reproduce la vida.
A Sandra le asombra la persistencia de estas flores, cómo insisten en estar vivas, y para Nora son también una herencia de las mamás y las abuelas, pues generan tranquilidad y felicidad, y para ella cultivaras es una forma de devolverle al ecosistema algo que le debemos.
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Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co