
Las cuevas del Higuerón, un tesoro en las montañas de Envigado
Visitamos este asombroso abrigo rocoso acompañados de un grupo de vecinos y de la coordinación de Parques de Envigado. ¡Qué maravillas naturales tiene Envigado!
Pensar que estos mismos caminos los recorrieron hace años grupos de indígenas con españoles a cuestas, como en silletas, o que un tiempo después se convirtieron en la ruta del cacao que llegaba hasta La Chocolatería, resultan datos fascinantes para todos los que alguna vez nos preguntamos por lo que esconden las montañas de Envigado.
El pasado jueves 22 de noviembre, a las 7:00 de la mañana, un grupo de 28 curiosos y amantes de la caminata nos encontramos en la entrada del Parque Ecológico El Salado, para un recorrido hacia las cuevas del Higuerón. El propósito, como explicó Nora Moreno, coordinadora de Parques del municipio y organizadora de la jornada, era que todos los presentes pudiéramos reconocer nuestro patrimonio natural.
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Algunos ya se habían encontrado en otras caminatas y otros nos veíamos por primera vez, pero a medida que avanzamos en la montaña nos hicimos más cercanos. Tal vez fue porque nos ayudamos a cruzar pantanos, a adaptar la rama de un árbol para usarla como bastón o simplemente porque compartimos conversaciones y silencios durante el recorrido.
¿Por qué se llama El Vallano?
Después de una sesión de estiramiento y de escuchar las recomendaciones de los guías (no alejarse del grupo, no dejar nada arriba ni traerse algo) cada uno eligió a un compañero de camino, nos enumeramos y emprendimos la ruta.
Al cruzar un puente de madera que pasa sobre las aguas lentas de La Ayurá, Adolfo García, integrante de la Oficina de Gestión del Riesgo y guía del recorrido, nos contó un dato curioso: los indígenas llamaban a esta quebrada “perico ligero”, porque el oso perezoso, al que denominaban oso perico ligero, abundaba. Se veía como en ramilletes colgando alrededor.
La mayoría no sabíamos tampoco que la vereda El Vallano se llama así por los vallados (formaciones de piedra) con los que antiguamente se separaban los lotes. García señaló algunos de ellos que se encuentran semicubiertos por plantas y otros que se han deteriorado con el paso del tiempo y de la gente.
Unos pasos más adelante, Adolfo señaló un suelo de piedra que marca el ingreso del camino real, que es el que conduce al cerro de Santa Isabel, donde está la mayor altura de Envigado, “a 2850 metros sobre el nivel del mar”. En ese momento estábamos a 2150 y, como referencia, explicó que la estación del metro está a 1650 msnm.
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Por allí era por donde pasaban los cargueros humanos con los colonizadores llevados como silletas. “Eran unos trabajos muy inhumanos, iban de aquí hasta Manizales o Bogotá, a punta de rejo”.
Nora Moreno precisó que incluso por eso algunas personas han dicho que en este sector habitaron los anaconas, pero según les explicó el profesor Gustavo Santos, esa era la palabra con la que denominaban a los cargueros indígenas, que llegaron aquí provenientes de Perú.
Durante el recorrido los organizadores presentaron los significados de algunas palabras como pictograma, arte rupestre, toponimia y petroglifo, que serían las claves para relacionar más adelante lo que estos caminos dicen sobre nuestra historia.
Llegamos al acueducto que surte la parte alta de El Vallano y el guía explicó que el agua se capta de la quebrada El Palo y por asuntos urbanísticos deben ampliarlo. Después de pasar una finca con perros ruidosos que nos mantuvieron al margen, continuamos el ascenso.
En un potrero observamos la zanja que funcionaba como camino de herradura y más adelante la vegetación se volvió espesa. En un claro de la finca El Roble tuvimos nuestro primer descanso y allí Adolfo García explicó que entraríamos a la finca La María, el camino de servidumbre para alcanzar nuestra meta.
Fueron cuevas
Hace 20 años, cuando Nora fue a las cuevas del Higuerón, ella y su grupo pudieron avanzar hasta 15 metros al interior. Hace 4 años entraron a una distancia de 7 u 8 metros y ahora es un poco menos. Como explicó la líder de Parques, esa longitud es uno de los criterios para definir qué es o no una cueva, por eso aunque en el imaginario colectivo a este lugar figura como tal, cabe más en la categoría de abrigo rocoso, porque se ha movido con el tiempo.
“Creemos que era una cueva hace muchos años, pero en la medida que se ha ido colapsando de atrás hacia afuera, ya no hay manera de entrar”, indicó Moreno y agregó que en ese sentido una de las acciones que podrían proponer los vecinos para defender su territorio es una expedición que ayude a establecer las características e historia del lugar. Porque, al parecer, podría haber un petroglifo al interior.
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Dentro de las explicaciones también se estipula que las cuevas componen un organal, es decir, “un depósito de roca que cayó ladera abajo desde una erupción volcánica y está en constante movimiento”.
Pero el camino no acabó ahí. Como todo esfuerzo tiene su recompensa, el nuestro fue el chorro de El Higuerón, donde algunos nos mojamos la cara y otros se dieron un chapuzón. “Esto es casi que en el cielo”, dijo una de las caminantes y así lo pensamos otros cuando alrededor de la 1:00 p.m. descendimos con una vista completa de la ciudad.
Por jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co