
¿Cómo superar la muerte de un hijo?
Aunque perder a este ser querido suele provocar un desequilibrio profundo en el hogar, existen herramientas y profesionales que ayudan a llevar mejor el proceso de duelo.

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En 1993, María Mercedes De Bedout Hernández esperaba con ansias a su primer hijo. En las ecografías todo parecía estar en orden y al momento del parto le practicaron una cesárea.
El bebé no lloró pero los médicos aseguraban que era algo normal. Como cualquier madre tenía ganas de verlo pero poco después les confirmaron que el niño había nacido ciego, con la lengua pequeña y varios problemas en el funcionamiento de sus órganos.
Ella recuerda que su esposo no se desanimó y por el contrario dijo que lo quería así tal cual, pero 8 días después falleció. La esperanza de formar un hogar se empezaba a tornaba difusa.
Perder a su primogénito fue muy doloroso y la tristeza y el vacío abatió a esta pareja de vecinos de El Poblado.
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“La muerte de un hijo es devastadora porque desaparece un vínculo que involucra a cada miembro de la pareja y el apoyo suele debilitarse a raíz de la tristeza”, explica Mercedes.
Lo único que parecía tener sentido para ellos era que si su hijo iba a venir al mundo a sufrir, quizás por eso se adelantó su partida. De ahí en adelante comenzó la prueba más compleja para esta pareja al enfrentarse al desconsuelo y la negación de los días más oscuros de su existencia.
Permitirse sentir dolor
Cada uno experimentó mucho dolor y llegaron a lo más profundo de algo que Mercedes describe como el abismo, “cuando se llega a este punto es cuando tienes la capacidad de tomar impulso para empezar a levantarte, es como sumergirse en una piscina y tocar fondo para impulsarse con las piernas hacia arriba”.
Tragarse el dolor puede llegar a ser más perjudicial y de hecho, se estima que un duelo puede durar entre tres meses y un año, cuando dura más tiempo se entra en una etapa de sufrimiento o depresión.
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Tres etapas comunes
- El estado de incredulidad: La primera reacción ante la muerte de un hijo puede incurrir en paralizarse, sobre todo cuando es un caso intempestivo, por lo que los expertos describen este comportamiento como una fase de incredulidad o negación.
- Volver la vista atrás: Luego de la negación se llega a una regresión, donde los padres a menudo se preguntan qué pasó y vuelven al momento de lo sucedido. Esta fase puede ir acompañada de rabia y hasta la necesidad de buscar culpables o culparse a si mismos para darle paso a una desolación donde se ve desdibujado el futuro.
- Un camino de acción y aceptación: Cuando la mente se empieza a restablecer vienen esas acciones que se desean realizar en honor al fallecido, como la creación de fundaciones. Por último, está la fase de aceptación,
cuando se es capaz de hablar del hijo sin sentir dolor y por el contrario prevalecen los mejores recuerdos.
A partir del momento en que esta pareja le agradeció a Juan José, su hijo fallecido, el haber venido aunque sea por poco tiempo al mundo a generarles felicidad, Mercedes se encaminó a un despertar espiritual.
Le empezó a llamar la atención todo lo relacionado a la sanación y al duelo y su primogénito nunca dejó de ser un pilar fundamental en la búsqueda de respuestas para tener más tranquilidad.
“Empecé a formarme y llevo casi 30 años estudiando las herramientas para gestionar el duelo de cualquier ser humano, e incluso, de mascotas”, afirma Mercedes, quien se certificó como neurofacilitadora y consteladora familiar para brindarles a las personas sesiones donde reflexionan en torno a la pérdida, un ejercicio que busca sanar y equilibrar los sentimientos de aquella ausencia. En su casa tiene dispuesto un espacio para recibir a los interesados y juntos encontrar el camino del bienestar.
Grupos de apoyo del duelo
No siempre es fácil salir adelante por cuenta propia y se hace necesario recibir la ayuda correspondiente, como asegura Mercedes, quien recomienda en estos casos acercarse a la espiritualidad desde cualquier preferencia que tenga cada uno, buscar apoyo en un profesional, orientarse con libros relacionados al tema y buscar grupos de apoyo del duelo pues tener contacto por personas que han pasado o están atravesando la misma circunstancia ayuda a sanar.

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Según Mercedes, cuando se trata de un hijo que estaba en el vientre materno y no alcanzó a nacer, hay que gestionar el mismo procedimiento como con un hijo nacido y ponerle nombre, tenerlo en cuenta y recordarlo como parte de la familia.
Acompañar desde el silencio
En ocasiones, los más cercanos a los padres que sufrieron la pérdida opinan sobre cómo deberían actuar, no obstante, es aconsejable acompañar desde el silencio y permitir que cada uno gestione el dolor a su manera.
Si de pronto se pasa el período normal y los padres continúan sufriendo, es bueno ofrecerles la posibilidad de buscar ayuda, pero siempre respetando las decisiones individuales.
Mercedes sabe en carne propia lo difícil que es dejar ir y la importancia de tomarse un tiempo para eso. Su deseo de formar un hogar hizo que dos años después de despedir a Juan José llegara Amalia y posteriormente Juan Pedro.
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Esta vecina dotada con el don de la palabra y el acompañamiento, hoy en día escucha a las personas no solo por procesos de duelo sino por otras situaciones y los ayuda a sanar.
Dedicar su vida al servicio de otros ha sido lo más maravilloso que le ha pasado y ella reitera que a pesar de que una pérdida nos nubla, depende de nosotros y de nuestra actitud transformar ese sentimiento en algo positivo.
Por Michelle Acevedo Vélez
michellea@gente.com.co