A ellas ni el confinamiento les impide tocar darbuka
Estas vecinas se empeñaron en tocar un instrumento que generalmente es interpretado por hombres. Conozca sobre sus reuniones virtuales.
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Aunque desde hace casi 4 meses Luz María Vélez, Diana Parra, Limbania María Salazar, Jennifer Rivera, Elizabeth Contreras, Jessica Jaramillo, Olga Novikova y Susana Bedoya se reúnen todos los viernes en la noche por Zoom para tocar la darbuka, en este espacio virtualhay lugar hasta para llorar, sonreír y contar historias.
Más que compañeras, dicen, estas 8 mujeres son amigas, se respetan y se sienten la una a la otra. Un regalo que tomó fuerza, asegura Jennifer gracias a la pandemia.
De manera presencial, solo tocaron durante un mes y medio. Luz María, la profe, las incentivó a conectarse con este instrumento de origen árabe, que es interpretado casi siempre por hombres.
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Diana, la creadora de la academia donde esta vecina de Envigado practica danzas del Medio Oriente, le abrió el espacio para que le enseñara su arte a otras bailarinas.
Limbania María, la mamá de Diana, fue la primera en enamorarse del tambor, de su estructura y de sus sonidos.
“El año pasado en el Día de la Madre, Luz lo llevó y yo me soñaba con aprender para que mi hija danzara mientras yo lo interpretaba”.
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Sin contarle a nadie sobre sus planes, esta mujer de 53 años, que además es corista, se empecinó en recibir las clases. Tanta fue la insistencia y emoción que se sumaron otras mujeres y hoy, hasta su nieta de 2 años, la toca.
“Jamás pensé que la darbuka desestresara y más en esta situación, cada vez que la cojo me transformo… Ella es mi gran felicidad… Quiero que mi hija se sienta orgullosa y que cuando esté ancianita con canas ella me vea tocándole y me baile”.
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Muy pronto a estas mujeres les tocó buscar nuevas alternativas, la única darbuka del grupo era la de Luz y ya sin poderse reunir de manera presencial, todas debían practicar en ollas.
“El sonido es distinto y pensé que se iban a aburrir. Sin embargo, algunas compraron darbuka y para las demás conseguimos una viajera, que cada 2 semanas se pasea por la casa de las chicas que no tienen tambor“.
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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co