El ring de boxeo que nació en un parque de Laureles

El ring de boxeo que nació en un parque de Laureles

El ring de boxeo que nació en un parque de Laureles

El veterano púgil Raúl Díaz da clases de esta disciplina en el parque La Matea, un espacio público ubicado a pocas cuadras de la avenida 80 de Medellín; planea conformar un club.

Raúl Ernesto Díaz empezó a pelear cuando tenía 7 años. Los mecánicos que trabajaban en la empresa de su padre lo invitaban cada sábado a ponerse los guantes y lo premiaban con 5 centavos que le alcanzaban para comprarse una mestiza (pan en forma de bola) con queso y gaseosa.

No importaba la reprimenda que lo esperaba en su casa, donde algunas veces su papá lo amarraba de una viga y le pegaba con un cable de luz, porque todo cambió después de la vez que lo vio en el periódico con una medalla de oro. Solo le dijo: “Que no vengan a ponerme quejas aquí”.

La pelea en la que obtuvo esa presea fue la que marcó el inicio de su carrera competitiva. Ya tenía 11 años y había ido con sus amigos al coliseo de su natal Bucaramanga como espectador, pero ante la inasistencia de uno de los contrincantes lo animaron a subirse al ring. “Cuando menos pensé estaba en el camerino, me quitaron los pantalones, me pusieron una pantaloneta, las vendas y dije, bueno, vamos a cascarnos con este man”, recuerda el púgil.

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Luego lo invitaron a conformar la liga de Santander y así empezó a foguearse en diferentes torneos. Fue campeón departamental e interclubes y más tarde se destacó a nivel latinoamericano y centroamericano. Su experiencia lo llevó a vivir 1 año en Miami, Estados Unidos, donde tuvo 7 peleas y las ganó todas por knockout.

“Fueron 10 años de un goce increíble, muy sano”, en los que aprendió que para salir al ring es mejor estar sereno que lleno de odio. Solo así, dice Raúl, se podrán desarrollar las tácticas en el cuadrilátero. Y eso no lo olvida, pese a que ya se cumplen 30 años de la pelea que lo llevó a retirarse.

Fue en Pontianak, Indonesia, donde enfrentó al entonces campeón del mundo Elly Pical. Lo tumbó 4 veces, le rompió las cejas y el tabique y luego se llevó la sorpresa de que la mano que levantó el juez fue la de su oponente. Todavía hoy considera que aquel día le robaron el título.

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El golpe sicológico le impidió volver al ring: “Iba a arrancar de nuevo y dije, ya no soy el mismo. La entidad mundial me esperó 2 años sin pelear, ahí me bajaron a segundo retador al título del mundo y como no peleaba dije, no vuelvo más”.

Después llegó a desempeñarse como empresario y apoderado, hasta que decidió incursionar como entrenador de artes marciales mixtas y preparó a la campeona mundial Sabina Mazo. Luego decidió regresar al boxeo para enseñar.

Durante su carrera lo apodaron El Champion y así se presenta hoy ante sus pupilos del parque La Matea, en Las Acacias, donde a sus 60 años entrena a 8 personas y sonríe al decir que ninguno ha podido ganarle.

Allí conoció a la líder comunitaria Stella Marín y le pidió ayuda para tener un espacio dedicado a esta disciplina. Ella misma diseñó y contrató la instalación de una  estructura para colgar los sacos y la Alcaldía hizo la plancha de cemento que hoy la sostiene. A este lugar le llaman el templo del box.

“En el sitio vos ves mucho joven a determinadas horas sin hacer nada, entonces para mí era más importante que se dedicaran a ocupar parte de ese tiempo haciendo un deporte que a otras cosas”, explicó la presidenta ad hoc de la Junta de Acción Comunal y añadió que esta es la más reciente pero no la única actividad que se ha hecho para revitalizar el parque. También están, por ejemplo, los mercados campesinos, el gimnasio y el club de perros.

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Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co

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