
La tragedia venezolana cruzó la frontera
El sueño de un futuro mejor que hace unos 40 años llevó a miles de colombianos a probar suerte en Venezuela es el mismo sentimiento que en los últimos años ha traído a venezolanos a Medellín.
Cifras de Migración Colombia indican que, como consecuencia de la crisis social y política que vive el país hermano, unos 300.000 venezolanos se encuentran de manera irregular en nuestro país. De acuerdo con Christian Krüger, director de la entidad, se estima que cerca de 140.000 de ellos entraron por pasos fronterizos ilegales, mientras que 150.000 que entraron de manera legal al territorio nacional se les venció el permiso de permanencia en Colombia.
Más allá de esas cifras de venezolanos que entraron o permanecen de manera irregular en el país, están las voces y los testimonios de esas personas que le apostaron a salir de su país y llegar a Medellín. Por esto buscamos a algunos de estos nuevos vecinos, quienes tratan de reconstruir su vida en nuestra comunidad.

Nelmi Machado, abogado
Nelmi Machado es un abogado, docente universitario y asesor tributario de Caracas que llegó a Medellín hace unos 4 años. Su mundo empezó a caer cuando sus clientes como asesor empezaron a salir del país. “Eso ocasionó una disminución de mi estatus laboral y económico”, reconoce. Pero el mayor agravante fue el del incremento de la inseguridad. Con la dureza de quien recuerda una experiencia dolorosa, dice con aire adusto: “Se metieron en mi casa y robaron”. Machado probó suerte en Miami, pero no contó con la bendición del destino. De allí alzó velas camino a Medellín, de donde es originaria su esposa. Dice que hace lo más difícil a la hora de salir de su país es arrancar de nuevo. Y volver a empezar cuantas veces sea necesario. Con su esposa soñaba con ser empresario en Colombia, pero el clima para los emprendedores no les ayudó y al cabo de unos meses quebraron. “Nos tocaron momentos muy difíciles, luchar contra la incertidumbre, las frustraciones que te genera recordar cómo vivías, lo que perdiste…”, expresa. Ahora, convertido en vendedor de seguros, personal trainer y agente de seguridad privada en un establecimiento del Parque Lleras, dice que los venezolanos en Colombia siguen atentos a la situación de su país, a la espera de que la crisis se resuelva y, en su caso, volver para estar con su hijo.

Gustavo Blanco, ingeniero civil
Gustavo Blanco es un ingeniero civil caraqueño de 43 años, hijo de migrantes españoles, que salió de Venezuela hace unos 7 años. Para él, la crisis política le hizo imposible seguir viviendo en su tierra. En un principio Panamá fue su lugar de destino. Allí conoció a Lía, una carmelitana que ahora es su esposa y quien lo trajo a vivir a Medellín hace unos 5 años. Como otros de sus connacionales, asegura que aquí se ha sentido muy bien recibido; al fin de cuentas, Medellín le recuerda su natal Caracas: “Tienen la misma configuración, la arquitectura y la vegetación similar, y ambas son ciudades de contrastes en las que pasas de un barrio bueno a una comuna”. Su salida le implicó múltiples renuncias, una de las principales: su carrera. Su experiencia como ingeniero en una constructora quedó en el pasado: “La ingeniería civil es una carrera en la que necesitas tener historial para trabajar y, cuando llegas a un país que no es el tuyo, no tienes la experiencia que se requiere allí”, asegura. Desde que llegó a nuestro país ha tenido que dedicarse a las ventas. Recién llegado estuvo dentro de una empresa especializada en el mobiliario corporativo, pero ahora se dedica a la venta de servicios con una empresa de telecomunicaciones de la ciudad. A pesar de que Medellín es su nueva casa, todavía se siente como un extranjero.

Carlos Vásquez, ingeniero industrial
Hace 12 años el tecnólogo en higiene y seguridad e ingeniero industrial Carlos Vásquez llegó a Medellín. Una generación después de que sus padres hubieran salido de la ciudad para buscar un futuro mejor en Venezuela, Carlos tuvo que tomar el camino de regreso. Recuerda que, aunque la crisis económica hoy es la que expulsa a miles de compatriotas, su salida se dio cuando se empezaba a gestar una crisis política y de polarización que, por el momento, parece lejos de resolverse. Vásquez cuenta que su vida en Venezuela se vio truncada por la crisis política. Según recuerda, uno de los episodios que lo llevaron a coger maletas y salir del país fue cuando sus superiores le informaron que, para seguir trabajando como responsable de riesgos laborales en la petrolera estatal PDVSA, tenía que afiliarse al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Cuando llegó a la ciudad, sus ingresos dependieron del rebusque: vender paletas en su apartamento y hacer impresiones. Con el tiempo pudo conseguir un empleo como especialista en riesgos profesionales con una aseguradora de Medellín. No obstante, sigue atento a las noticias de su país. Este vecino de Patio Bonito cree que lo mejor es quedarse aquí “y ayudar a construir esta ciudad”.
Por Álex Esteban Martínez H.
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