
Este es el Centro Agroindustrial de Envigado
El Centro Agroindustrial, del que son socios 20 campesinos de Pantanillo y Perico, fue dotado con equipos que lo harían más competitivo. ¿Conoce este sitio?
Al campesino lo caracteriza el vigor, esa energía con la que suele hacer casi todo (o todo). Cuando para muchos despertarse antes de las 5 a. m. es hacerlo estando ‘todavía de noche’, para María Eugenia Ríos ese momento oscuro y tranquilo es el de levantarse y ponerse a trabajar antes de ir a trabajar.
Esta mujer, de toda una vida en el campo envigadeño, no arranca su jornada de horario de oficina sin darle vuelta a su tierra. Luego de despachar para el colegio a su hija de 15 años revisa, desyerba, fumiga, abona y cosecha (según sea el caso) las hortalizas de su invernadero, así como las aromáticas y los cultivos de papa, fríjol, uchuva y tomate de árbol que tiene en casa.
El sitio donde trabaja desde hace 2 años queda a 45 minutos a pie, allá va de lunes a viernes desde las 8 a. m. hasta las 5 p. m. o más. María Eugenia es 1 de los 20 productores de las veredas Perico y Pantanillo (la suya es la segunda) que son socios del Centro Agroindustrial de Envigado. Sí, su lugar de empleo, y en el que sus cosechas de uchuva llegan sin las pérdidas y la incertidumbre que en algunas ocasiones generan las negociaciones con intermediarios.
Lea también: ¿Por qué el cementerio de Envigado tiene forma de trébol?
Siempre está sonriendo, su oficio se lo permite. Sea en el centro o en su casa, el campo la rodea el día entero, es lo suyo. Al lugar llegó por curiosidad, pasando un día, en compañía de otros cultivadores de su vereda: “En 2014 nos acercamos 5 productores (en esa época yo exportaba claveles a EE. UU.). Era un centro de acopio donde guardaban mora para vender en otros lugares. La guardaban para mantenerla fresca, nada más (desde 2007).
Se nos ocurrió entonces venir con pocos productos nuestros y empezar a hacer cositas, como salsas y mermeladas (además de la posibilidad de almacenar, había una que otra máquina). Luego vimos que se podía hacer más y tocamos las puertas en la Secretaría de Medio Ambiente, donde nos asesoraron, motivaron y ayudaron. Empezamos a producir más, al punto en el que estamos hoy”.
En la planta la acompaña desde poco después de su llegada Paola Ríos, alguien que, gracias a sus conocimientos y aportes como agrónoma y a la experiencia que también le ha dado su vida en Pantanillo, se convirtió hace 1 año y medio en la administradora del Centro Agroindustrial.
Siga leyendo: Envigado tiene 300 árboles más
Ella cuenta que en su casa han pasado por todos los cultivos, aunque ahora los que llegan al rincón agrícola en el que trabaja son los de fresa y uchuva. Allí puede ver a diario cómo estas frutas se convierten en pulpas, salsas, aderezos y mermeladas, entre otros productos, que poco a poco se han ido ganando un lugar en los mercados saludables y en otros cuantos de cadena.
Todos ellos conforman Disfrucampo, la marca que representa a una parte de nuestros vecinos rurales y que, con ayudas municipales y departamentales, hoy cuenta con la tecnología necesaria para ser más competitiva y para ir generando empleo.
Socios modernos
De los 20 campesinos socios ya mencionados, 4 trabajan directamente en el centro (unos 4 más, en tareas externas). Estos, con la compañía y asesoramiento en cada proceso de Andrés Arce, ingeniero de alimentos con experiencia de 15 años y quien llegó hace 2 meses a la planta, se encargan de recibir los cerca de 50 kilos de fruta que llegan cada día, pero por hoy —que se cuenta con una marmita pequeña—, mientras termina de instalarse un equipo similar en funciones, pero superior en volumen, con el que se podrían recibir 200 kilos más para así mover cerca de 2 toneladas y media a la semana: proyección contemplada para un solo turno, aunque podría cambiar, puesto que se pasaría de una capacidad de 50 litros (marmita actual) a una de 375 litros (al haber más turnos, la sociedad abriría vacantes).
Le sugerimos: 22 barrios de Envigado, en riesgo por las lluvias
Y es que, según el ingeniero Arce, desde hace 1 mes y medio está funcionando una nueva tecnología, adquirida por licitación de Envigado y recursos de la Gobernación. Resumiendo el inventario (algunos de los equipos aparecen en las fotos), se trata de: 1 caldera de mayor capacidad calorífica para generar el vapor que necesitará la recién llegada marmita, 1 llenadora semiautomática, 1 máquina de codificación para botellas y 1 lavamanos de pedal (necesario para evitar que el personal se exponga a factores contaminantes).
El trabajo lo completan la nevera de almacenamiento (recibe entre las 6:30 y las 8 a. m., aparte de las uchuvas y las fresas, moras y ají) y la despulpadora (que separa lo de consumo y lo que no sirve, para compostaje).
Las marmitas reciben para la cocción y pasteurización (lo que se adiciona es natural, en el centro no se usan conservantes artificiales) y ceden el turno al envasado y el llenado (con choque térmico: contraste de altas temperaturas a bajas). Las salsas, aderezos y mermeladas pasan a codificación y terminan en almacenamiento.
Vea también: Preocupa el atropellamiento de fauna silvestre en Las Palmas
Adicional a estos productos, en la planta se hacen aromáticas en bolsitas (muchas salen también de la casa de María Eugenia) y pulpas. En cuanto a los sabores, la razón por la que Disfrucampo ofrece casi todo de fresa, uchuva y mora (y algunas mezclas novedosas entre los mismos y otros ingredientes) es que esas 3 frutas son las de mayor producción en la zona.
Sobre esta última, “uno de los valores agregados del centro es que permite mostrar a los jóvenes de acá que el campo sí tiene futuro, hay mucho por hacer y este proyecto social busca demostrarlo. Además, estamos trabajando por lograr más producción y venta, brindar servicios de maquila con frutas y verduras y empezar también a exportar”, asegura Paola Ríos.
Por Luisa Fernanda Angel
luisaan@gente.com.co