La historia del Gaucho y sus alfajores artesanales
El dulce amor de un porteño y una paisa ha conquistado los rincones del municipio de Envigado llevando consigo la exquisita receta de la abuela Eloísa para fabricar los mejores alfajores artesanales.
Pese a que a Medellín y Buenos Aires los separan aproximadamente 4.887 kilómetros, nada pudo evitar que cuando Pablo Madariaga y Verónica Naranjo se reencontraran, unieran sus vidas para siempre volviéndose inseparables. Este argentino del barrio Núñez y esta colombiana de Patio Bonito no estudiaron gastronomía ni nada parecido, de hecho él se desempeñaba en su tierra en el mundo de la televisión, las luces, cámara y acción, mientras que ella se dedicaba a la publicidad.
Un amigo los presentó en una suerte de cita a ciegas mientras Pablo pasaba unas vacaciones en Medellín en el año 2010, sin embargo, no fue sino hasta el 2011 que volvieron a cruzarse cuando Verónica se fue a estudiar una especialización en la Universidad de Buenos Aires y cuando alquiló una habitación descubrió que la anfitriona era nada más y nada menos que la mamá de Pablo.
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Volvieron juntos a Colombia y en vista de que Pablo no encontró empleo fácilmente su pasión por la cocina tomó protagonismo. Él recuerda que sus abuelos provenientes del campo, de una región llamada Santa Fe, del pueblo San Javier, cocinaban con lo que les proporcionaba la tierra preparando deliciosas recetas.
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Su madre tenía un libro con algunas de estas fórmulas anotadas y él aprendió aquellos trucos que con suma detalle puso en práctica. Por otro lado, Verónica aprendió a hacer tortas y galletas con su mamá cuando era pequeña, e incluso, ayudaba a la tía pepita (la de Pepita Restrepo Bizcochos) a deleitar el paladar de los comensales.
Gracias a esas habilidades culinarias heredadas esta pareja decidió emprender con Palermo Viejo, una muestra de comida argentina con el auténtico espíritu porteño, en cuyo menú se destacan las empanadas, tartas, masas de pizza, galletas, panes y por supuesto, los alfajores. Tuvieron un local en Vía Primavera, El Poblado, en donde muchos de sus clientes se hicieron grandes amigos, incluso, los turistas que frecuentaban aquella zona de hostales se encariñaron bastante de la pareja de la comida rica.
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Sin embargo, sortear las eventualidades de la calle como la inseguridad en la noche y los altos costos del alquiler llevaron a Pablo y a Verónica a tomar la decisión de cerrar el local y continuar operando desde casa. Su hogar, establecido en el sector Camino Verde, Envigado, es algo que siempre le encantó a Pablo, un argentino con gran afinidad por la Ciudad Señorial.
Adecuaron una alcoba del apartamento como laboratorio de comida y su especial interés por los alfajores los impulsó a crear en paralelo Alfajores Artesanales Gaucho, un emprendimiento que con siete sabores tiene encantados a los envigadeños y a otros habitantes de lugares como Medellín que piden a domicilio.
En su oferta gastronómica sobresalen sabores como el chocolate, dulce de leche y maicena y otros ingredientes versátiles como frutos del bosque, mantequilla de maní, nutella y dulce de leche mocca. Los distingue entre otras marcas la frescura de sus preparaciones puesto que los pedidos deben hacerse con tres días de anticipación para que puedan pulir cada gramo del postre.
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Para cocinar no necesitan hablarse pues la sincronización que los une hace que cada uno sepa lo que tiene que hacer y de qué forma puede ayudar al otro, “desde el principio ha estado muy lubricado ese engranaje al cocinar y eso fue algo que nos sorprendió”, añade Madariaga. Por lo pronto siguen experimentando y divirtiéndose con el horno mientras aseguran que todo lo que hacen, lo hacen con amor.
Por: Michelle Acevedo Vélez
michellea@gente.com.co
Fotos Jaime Pérez.