
Denunciar: el primer “alto” a la agresión sexual en el metro
Les contamos qué ha pasado con el caso del hombre que se masturbó en el metro de Medellín y culpó a su víctima. La falta de concientización se suma a la problemática.
Constantes dolores de cabeza, inapetencia, poco sueño (y cuando lo logra, con pesadillas) y desconfianza en la calle son algunos de los rezagos que le quedaron a Andrea* después de su último viaje en el metro.
No ha sido fácil sacarse la imagen de la cabeza. El miércoles 7 de marzo antes de llegar a la estación Envigado, rumbo a su trabajo, se acercó a la puerta del vagón, respondió unos mensajes en su celular y sintió algo caliente y húmedo en la pierna. El hombre que viajaba a su lado había sacado su pene por un bolsillo del pantalón y se estaba masturbando contra ella.
No era la primera vez que se sentía irrespetada en este sistema de transporte, aunque sí la más grave, por eso no dudó en protestar. “¡Gas, cochino, asqueroso!”, le gritó luego de empujarlo y de activar el botón rojo de emergencia. “Usted también”, le respondió el hombre de unos 39 años, que resultó ser funcionario de la Alcaldía de Medellín. Agregó: “Usted recostó su pierna en mi pene y me provocó”, este argumento lo sostuvo minutos después delante de la Policía que opera en el metro.
A pesar de que esta autoridad se hizo cargo del caso, de que al sitio llegaron funcionarios del Metro y de que fue trasladada a la estación policial de Envigado, Andrea solo se sintió respaldada al llegar a la Fiscalía (antes de esto nadie le había preguntado si se encontraba bien y, de manera cuestionable, había sido interrogada delante de su agresor).
Allí lo denunció por el delito de injuria por vía de hecho y para su sorpresa no contaban con el formato estipulado para esta falta. “Aquí casi nadie denuncia eso”, fue lo que le explicaron en la Unidad de Reacción Inmediata (Uri), de la Fiscalía. No le importó, respondió las preguntas que más pudo (basándose en otros formatos de delito) y siguió adelante con su decisión, ya no solo por ella, sino por la importancia de invitar a otras mujeres a no callar.
“No sé si este hombre había hecho esto en otras ocasiones, pero lo más seguro es que, por no tener antecedentes penales ni denuncias por esta misma razón, mi caso no iba a trascender. Las mujeres no deberíamos dejar este tipo de hechos como una experiencia más, sino tomarnos el tiempo de denunciar para que luego, cuando se repita, sí se tomen acciones legales fuertes, incluso con esto se pueden prevenir actos más graves, como violaciones. Es que si a uno lo tocan es un delito, y este hombre ni siquiera sabía que había cometido uno, por eso es que lo hacen”, dijo ella.
En los días siguientes fue contactada por la Secretaría de Salud para ofrecerle asesoría sicológica, médica y legal, lo cual le confirmó que valía la pena denunciar. En cuanto a la empresa Metro, esta se manifestó rechazando los hechos, pero Andrea señaló que sería importante que contara con un protocolo de atención y que adelantara campañas de sensibilización para prevenir este tipo de episodios.
Y no solo en este espacio hace falta concientización, sino en otros lugares de la esfera pública, privada e individual, en los que muchas veces después de conocer o presenciar hechos similares lo primero que se nos viene a la mente son expresiones que señalan a la víctima, como “¿y es que ella es muy bonita?”, “quién sabe cómo iba vestida”, siendo estos 2 solo un par de ejemplos de las reacciones que generó el caso de Andrea.
*Nombre modificado a petición de la víctima.
Por Luisa F. Angel y Jessica Serna
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