Ni en el transporte público nos sentimos seguras

Un viaje en taxi que terminó en pesadilla

Ni en el transporte público nos sentimos seguras

Conocimos la historia de varias vecinas que han sido víctimas de agresión sexual en metro, buses y taxis. Sepa cómo actuar en estos casos.

Contexto de la noticia: “La agresión a la mujer está en el corazón de la cultura”

En marzo de 2018 sentí los mismos ojos que años atrás me habían hecho odiarme por ser mujer. En medio del letargo de la mañana y el afán por responder correos electrónicos, me desconecté del mundo. Grave error.

Regresé cuando la humedad de un empujón constante sobre mi pierna me hizo bajar la mirada. El hombre que estaba parado a mi lado en el metro se estaba masturbando. No fui la primera ni la última que pasó por esto dentro de este y otros sistemas de transporte masivo.

Hay hechos de los que definitivamente preferimos no hablar. Pero a veces ese silencio se hace cómplice y entonces nos toca tragarnos el miedo para que no se normalicen.

Roces, miradas penetrantes, comentarios de contenido sexual e insinuaciones son algunos de los casos a los que a diario nos enfrentamos las mujeres al abordar un taxi, un bus, el metro o cualquier otro medio de transporte formal e informal.

Le sugerimos:  A la cárcel presunto violador de 13 mujeres en Envigado

Y aunque poco se hable del tema, nos damos cuenta de que es más común de lo que creemos cuando alguien nos lo dice en secreto o cuando aparecen personajes como el taxista Freddy Contreras, que publicó en internet un video en contra de las conductoras de Uber y varias mujeres denunciaron agresiones sexuales en su contra.

Mi historia no es muy diferente a las otras. O eso pensé cuando en Wikigrillas (un grupo de Facebook en el que reina la libertad de expresión y, por encima de todo, el respeto) varios integrantes, a propósito de las declaraciones de Contreras, escribieron las experiencias incómodas que han tenido en los medios de transporte.

Leí casi 80 relatos. Sentí terror, rabia e impotencia. Hablé con Marcela Urrego, una wikigrilla, y me contó que a ella en un bus un hombre le cortó el jean con una navaja y que varias veces en los taxis, al enterarse de que es lesbiana, le hacen preguntas incómodas sobre sexo gay y no falta el que, sin más ni menos, se saca el pene.

También está el caso de Marcela Ossa, otra integrante del grupo que señaló que un joven de 25 años de edad se le sentó al lado en un bus y le puso conversa, “yo miraba por la ventana y le respondía con monosílabos, hasta que volteé y vi que tenía su miembro afuera y se lo estaba tocando. Me hice la boba, pero me bajé llorando“.

No se pierda: Ellas invitan a las mujeres a empoderarse de su sexualidad

A la mayoría, como a mí, esos sucesos nos dejan un sinsabor e incluso problemas psicológicos. “Siento una sensación de inseguridad infinita, por eso jamás monto en transporte público de falda o vestido, tampoco me siento al lado de un hombre, y si me para un bus que está vacío, mejor espero el otro”, expresó Marcela Ossa.

¿Qué se puede hacer?
Como si me hubieran dado un golpe en la cabeza, quedé medio aturdida. Pero no estaba dispuesta a callar, no otra vez. El instinto me hizo gritar y tocar el botón rojo. Saqué el celular e hice un video. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero me sentía vulnerada. Me sentía sucia y hasta culpable.

Después, gracias a mi abogada, supe que en ese momento debía de activarse el Código Fuscia, para la atención integral de personas víctimas de violencia sexual, pues, como la conducta cometida por el agresor aún no estaba tipificada por la Fiscalía, los agentes de la Policía tenían la obligación de ejecutar los protocolos de seguridad para garantizar mi integridad física, la privacidad de mis datos personales y mi seguridad.

Ni el victimario (me lo dijeron sus gestos) ni yo sabíamos que era un delito. Puse el denuncio y la tipificación fue injuria de hecho, que tiene una pena de 16 a 54 meses de prisión y multas para quienes la cometen de hasta 1500 salarios mínimos. Todavía estamos en el proceso penal.

Le sugerimos: Violencia hacia la mujer en Envigado no es solo un asunto de género

Campañas y protocolos
Luego de un año y medio de lo sucedido, volví a montar sola en el metro. Por pura necesidad y en plena hora pico, me fui hasta la última estación del sur para que no me tocara abordarlo cuando estuviera repleto (no se imaginan cómo me late el corazón o cómo me sudan y me tiemblan las manos cuando pongo un pie en un vagón).

Sentada y bien alerta escuché que invitaban a los pasajeros a respetar a las mujeres y niñas que estaban a bordo, mientras que a nosotras nos motivaban a tocar el botón rojo y a acercarnos al personal cuando nos sintiéramos en peligro.

Estas campañas que iniciaron en octubre del año pasado, y continúan en 2020, son lideradas en el mundo por Onu Mujeres, pues buscan contribuir a la disminución de las agresiones sexuales en el espacio público.

De acuerdo con Adriana Sánchez, jefe de Gestión Social del Metro, el sistema de transporte masivo, teniendo en cuenta las situaciones que se venían presentando, se vinculó a la estrategia de Territorios Seguros para las Mujeres y las Niñas de Medellín, “en un tono más preventivo y en el marco de la cultura metro, como modo de relación positiva”.

No se pierda:  Mujer de 69 años fue víctima de agresión sexual en un taxi

Asimismo, señaló Adriana, ahora el personal está capacitado para ejecutar la ruta de atención de acoso sexual y, según ella, en lo que va corrido del año no se han hecho denuncias al respecto. Además, en 2019, “se presentaron menos de 6 casos”.

Pero el metro no es el único medio de transporte en el que se presentan estas situaciones. Juan Gonzalo Merino, presidente de la Asociación de Transporte Público Colectivo del Valle de Aburrá (Asotransvaa), afirmó que también varios conductores de bus han recibido formación en temas como el respeto por la mujer, la equidad de género y la diferencia.

“De igual forma, cada empresa tiene su línea de atención al cliente, por si hay que iniciar un proceso disciplinario. Pero cuando se presenta violencia sexual por parte de un usuario a otro, los conductores deben acercarse a la autoridad competente para que se haga el procedimiento”.

Si el presunto agresor es un taxista, además de hacer el denuncio en la Fiscalía, debemos tener en cuenta que en cada empresa hay un área encargada para atender quejas, bien sea por medio de una página web o las líneas telefónicas.

Al respecto, Tax Individual señala que ellos cuentan con un proceso en el que se definen las actividades que deben llevar a cabo frente a los involucrados en cada situación.

“Además disponemos de un plan de formación dirigida a los conductores en el que abordamos temáticas relacionadas con el sector (servicio al cliente, resolución de conflictos, plan estratégico de seguridad vial, seguridad y salud en el trabajo, comunicación asertiva, normatividad, entre otros)”.

Siga leyendo: Denunciar: el primer “alto” a la agresión sexual en el metro

Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co

(Visited 150 times, 1 visits today)