Catalina dejó su profesión para dedicarse a la práctica espiritual japonesa que asegura el alivio de muchas enfermedades transmitiendo energía a través de las manos.
De profesión, Catalina González es ingeniera química. Estudió en la Universidad Pontificia Bolivariana y se desempeñó durante casi 10 años, como directora comercial de una empresa de reciclaje.
En esa búsqueda de retos profesionales, se independizó e invirtió su capital en una empresa de uniformes de dotación ya consolidada.
“En ese momento pensé que había sido la peor decisión, pero hoy creo que fue la mejor, porque a raíz de eso se me presentaron cambios laborales, profesionales y emocionales, que al principio dolieron pero que hoy son una bendición”.
“Lo hice a ojos cerrados porque fue con una expareja, pero luego me di cuenta que lo que en realidad necesitaba era alguien con dinero y de confianza”.
Un año después, cuando ya había perdido la salud, la tranquilidad, el amor y el dinero, terminó su relación sentimental y rompió la sociedad. Confiada en su perfil profesional, esta vecina de Belén (Medellín) comenzó a buscar empleo, sin embargo, pasaron 18 meses sin que la llamaran a una entrevista.
“Todo estaba tan mal que alguien muy cercano me regaló una sesión de reiki y mi vida se transformó”. Por falta de dinero no pudo asistir a otras sesiones, así que optó por hacerse autoterapia.
“Hice un esfuerzo grande para pagar mi estudio, pero lo hice sin la más mínima intención de terminar realizándole terapia a otras personas. Solo quería conseguirmi paz y equilibrio”.
Catalina se matriculó en los 3 niveles básicos y terminó haciendo la maestría. “En ese proceso de aprendizaje y sanación pensé que mientras me resulta algún trabajo como ingeniera, podía hacer Reiki y monté un pequeño consultorioen mi casa donde atendía a familiares y amigos”.
Meses más tarde le llegó una oportunidad laboral por debajo de su perfil, “pero acepté para reactivarme… A los 3 meses de estar en esa compañía dije: ‘No más’, estaba convencida de que quería dedicarme de lleno a poner estos temas espirituales al servicio de la gente”.
Asimismo Catalina se topó con la angelología, los cristales, los registros akáshicos, la reflexología, entre otras terapias holísticas.
“Las personas que llegan a mis consultas buscan sanar o tener claridad frente algún proceso puntual, que normalmente les genera incomodidad o dolor (duelos, falta de propósito, desconexión con la vida), por lo que necesitan una luz o una guía para entender cuál es la misión de cada experiencia”.
A través del tratamiento, que a veces es la combinación de todos, esta mujer asegura que puede cambiar la vida a otros, así como ella misma transformó la suya.
Según expresa ya no vive acelerada, pendiente de los resultados ni enfocada en lo material. Replanteó sus prioridades y entendió que lo externo es efímero.
“Si tu le das tu poder a ese tipo de cosas estás perdido, porque como no tienes control sobre ellas y en cualquier momento se van… Ahora soy más tranquila, me doy mis tiempos, me conecto con mi cuerpo y mis emociones, ya no necesito cumplir con los estereotipos sociales y mi éxito no lo mido con lo que sé, lo que tengo o lo que hago sino con cómo me siento”.