Javier, el papá de las palomas en Envigado

Hombre de Envigado entrena palomas mensajeras

Javier, el papá de las palomas en Envigado

Si por los cielos de Envigado usted ve volar a decenas de palomas, no se le haga raro que se tratan de las hijas consentidas de Javier Acosta Ruiz, un vecino del barrio Rosellón, parte alta, o Jesús de la Buena Esperanza, sector donde ya es reconocido de toda una vida. Como en los viejos tiempos, Javier entrena a estas aves que, hasta el sol de hoy, le brindan todo el agradecimiento a dicho hombre envigadeño.

 

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Con orgullo, cabeza en alto y pecho inflado, como cualquiera de sus palomas, Javier, de 56 años de edad, nos recibe en su hogar para mostrarnos las 55 aves que tiene en su palomar. “Desde hace 40 años tengo esta pasión por las palomas. Ellas me brindan mucha paz y tranquilidad. Además, son muy agradecidas y nunca se me han ido para otro lado”, dice don Javier.

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Y pudimos comprobarlo. Sus consentidas se le posan en su mano, con toda la confianza; saben que Javier es como su papá y que nunca les faltará nada en este lugar. “Ellas siempre vuelven al hogar que las vio nacer, su instinto es muy fuerte y saben que acá deben volver. Todos los días las saco a volar, también, en un club de palomeros al que pertenezco en Envigado”.

Esta afición se la debe a su papá, que en paz descanse, también un apasionado por las mensajeras. “Anteriormente era muy común que en los barrios la gente tuviera su palomar, ya fuera de criollas o de mensajeras. Desde ahí fui cogiéndole mucho cariño al cuento”.

Y es curioso, este vecino puede reconocer a cada una de sus 55 palomas, sin equivocarse, a muchas de ellas les tiene nombre. “Uno interactuando todos los días con ellas ya es fácil saber cuál es cuál (risas). Por eso le digo que uno se encariña mucho con estos animalitos, que lo único que han hecho es darme alegrías. Son parte de la familia”.

Javier agrega que la clave para la fidelidad de estas aves es brindarles mucho amor y respeto. “No es cogerlas como juguetes o cosas, de verdad que ya hacen parte de la familia y así las tratamos”.

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Fotos: Carlos Velásquez

Tan educadas están las palomas que diariamente podemos disfrutar entre hora y hora y media de su vuelo en Envigado. “Después de ese tiempo ya ellas regresan al palomar”… es como si ellas tuvieran su momento artístico en el cielo, después, a descansar. “Saben que su motivación es la comida. Cuando terminan de volar, llegan a alimentarse… no se quedan por ahí ‘callejeando’ y dañando techos (risas)”.

En plena competencia, estas palomas se han ido, lea bien, ¡hasta La Guajira! “Se han devuelto desde Uribia, La Guajira. Llegan muy cansadas, pero a los días se reponen. Esa es la mayor distancia que han volado estas palomas. Imagínese el instinto que tienen”, comenta el vecino, quien expresa su deseo de que esta tradición barrial se conserve. “Ya casi no se ve, pero qué bueno sería que las nuevas generaciones conserven esta actividad tan bonita”.

El papá de las palomas, como suelen llamarlo. Quien pregunte por Javier, “el de las palomas”, cualquier envigadeño sabe dónde encontrarlo. Y que sigan volando alto.

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Por Daniel González Jaramillo
danielgj@gente.com.co

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