Historia de terror en una casa de la calle 10 de El Poblado

Historia de terror en una casa de la calle 10 en El Poblado (Medellín)

Historia de terror en una casa de la calle 10 de El Poblado

Década del 40. El médico ginecobstetra Antonio Vélez Montoya estrenaba una inmensa casa, ubicada en la calle 10 de El Poblado (Medellín), hoy transformada en Bolívar, una reconocida discoteca de la Zona Rosa.

María Victoria* cuando era una bebé, cargada por sus tías. Se puede observar el patio que aún conserva sus baldosas.  Fotos: cortesía

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“Mi abuelo era muy caritativo. Todos lo reconocían por ese don de gente que tenía por ayudar a los más pobres. En esa casa, donde también viví yo, nacieron muchos niños porque allí quedaba su consultorio. También, velaron muchas personas en uno de los 11 cuartos que tenía esta construcción”, relata María Victoria Vélez* (nombre cambiado por petición de la fuente).

Aún rondan los fantasmas

Aquel cuarto tenía forma de capilla, sitio que se prestaba para velar a los muertos de la época. “Mi abuelo prestaba ese lugar a aquellas personas que más lo necesitaban. Me cuentan mis padres que a las mujeres las velaban con hábitos de monjas, una escena que pone un poco más terrorífica la situación”, agrega María Victoria*. Ella también asegura que en la casa vivían hijos, nietos y primos, familiares de Antonio Vélez.

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“Cierto día, mi abuela ‘Marujita’, como le decían de cariño, vio entrar a una persona a la habitación, pero en el momento no había nadie allí. No le paramos muchas bolas a ese hecho. En otro momento, mientras nos encontrábamos mi hermano y yo en una de las habitaciones, que en la época eran en forma de galería, sucedieron cosas extrañas”, comenta.

Además, cuenta que “en la mañana, mi tía vio que alguien entró al baño, pero no había nadie. Horas más tarde, yo tenía a mi perro cargado entre mis piernas, cuando vimos que una sombra entró de nuevo al baño. El perro se tiró y se fue hasta el lugar. Fue muy miedoso porque el animalito se erizaba y comenzaba a aullar como si estuviera atemorizado. Nadie estaba en el baño. ¡Salimos corriendo!”.

Los ruidos y las sombras no dejaban de molestar. Voces y risas de niños, aún estando la casa sola con algunos adultos, perturbaban el ambiente familiar. “Hace poco fui a una reunión de convivencia en la discoteca Bolívar. Por curiosidad pregunté que si no sentían alguna presencia acá… o si los habían espantado. Ellos inmediatamente me dijeron que sí, que ven y sienten niños correteando por el lugar”.

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Las baldosas de la antigua casa del médico Antonio Vélez siguen intactas, dándole a este sitio un toque más llamativo. “Allí también hay una famosa repostería. Algún día fui y les pregunté lo mismo (risas). Ellos se miraron y me dijeron que sí, que en ciertas ocasiones ven a una monjita agachada con un rosario en las manos… ¿recuerdan que les conté que a las mujeres las velaban con hábitos de monjas? Ahí está la respuesta”.

Trabajadores de la discoteca nos respondieron tímidamente que sí, que han sentido presencias, pero ya no tan seguido como antes.  Antonio Vélez murió, pero antes tuvo una curiosa petición. “Que por favor le dejaran el ataúd abierto por 24 horas porque podría tener catalepsia (estado biológico en el cual la persona yace inmóvil) y cometer el error de enterrarlo vivo, como pasaba en aquella época”, finaliza María Victoria.

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Planos originales de la casa en 1940.

¿Alguna vez lo han espantado? Si usted, señor lector, tiene alguna historia similar que haya vivido en nuestros sectores: El Poblado, Envigado, Belén o Laureles, puede escribirnos a gente@gente.com.co.

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Por: Daniel González Jaramillo
danielgj@gente.com.co

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