“Yo soy el de la foto con el maestro Fernando González”

"Yo soy el de la foto con el maestro Fernando González"

“Yo soy el de la foto con el maestro Fernando González”

Alfredo Vanegas Montoya, exconcejal envigadeño, nos cuenta la historia de sus charlas y fotografías con el Brujo de Otraparte.

Cuánto hubiéramos dado nosotros por unos minutos de conversación con el maestro Fernando González. Para deleitarnos con sus pensamientos y, por qué no, para hablar sobre este municipio, donde él mismo decía que se sentía mejor que en Roma o París.

Ese privilegio lo tuvo el vecino Alfredo Vanegas Montoya, quien, además de tomarse varios cafés con él, retrató en cámara muchos de sus encuentros. Él no era fotógrafo, sino político, pero tenía una inclinación hacia las bellas artes que se fortaleció también con el acercamiento a Fernando González.

En la edición del 3 de agosto, en alianza con la Biblioteca Pública Piloto, publicamos una fotografía (pág. 9) que Alfredo reconoció inmediatamente. Se comunicó con el periódico Gente para contar su historia.

En el momento en que fue capturada la imagen corría el año 1963, Vanegas Montoya estudiaba Derecho en la UPB y era tal vez uno de los concejales más jóvenes que tenía Envigado. Su padre era de orientación liberal, pero, a diferencia de él, Alfredo se convirtió en un activista político que participó por medio del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL).

Por ese motivo llegó al Concejo con el grupo de López Michelsen en el ámbito nacional y con Jaime Isaza Cadavid y Donato Duque Patiño, en el departamental. Había terminado el bachillerato en el colegio San Ignacio y allí estudió con Alberto Restrepo González, sobrino del maestro y también hijo del célebre médico Francisco Restrepo Molina.

A Fernando González ya lo conocía porque había sido cónsul de Colombia en Italia y Francia. Además por el renombre de su actividad intelectual en círculos de escritores y poetas de alto desempeño en la cultura colombiana. Lo admiraba y todavía lo hace, por eso iba a visitarlo a Otraparte, en compañía de Alberto.

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“Nos daba naranjas y era un hombre supremamente amable. Cuando se dio cuenta de que yo estaba activando en el MRL me felicitó”, contó Vanegas.

Alfredo era un vecino más porque, como dijo, para la época había bastante cercanía entre los habitantes de Envigado. El maestro tenía sus distancias, pero las guardaba sobre todo los más jóvenes, por ese respeto que siempre existió por las personas mayores y sobre todo por aquellas que tenían su finca en el municipio.

Para la década de los 60 el concejal había hecho un viaje a Estados Unidos, donde compró una cámara Royal japonesa de 35 milímetros, con lente Carl Zeiss 1,9 “muy fino”. Era una máquina automática y él se daba gusto con eso. “Una mañana, acompañado de León Acevedo González, que era secretario del Concejo, nos encontramos con el maestro, salimos de la plaza, de un lugar que se llamó La Hostería donde tomamos café y nos fuimos caminando hacia Otraparte. Luego volvimos a parar cerca de la Bota del Día, yo le dejé la cámara preparada a mi hermano José Raúl, que estaba muy pequeño, y él tomó la foto”.

En la imagen Alfredo quedó a la izquierda del maestro y del lado de su bastón quedó León. Al fondo, el Envigado que en esa época no pasaba de 20.000 habitantes, que todavía tenía a Sabaneta como su corregimiento y que tenía buena producción de café y ganado en sus fincas.

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“El lugar que hay detrás con la baranda en el segundo piso todavía está igual, se llama Georgia. Y como dato importante, el vehículo que viene al lado todavía existe y se encuentra en Palenque, Sabaneta”.

En la finca Alfredo continuó capturando otra serie de fotos. “El maestro era muy amigo de hablar sobre desarrollo político y social, le dolía el pueblo, la gente. Él era una cátedra andante, hacía reseñas de los árboles, de los pájaros… era un admirador de la naturaleza”, comentó el vecino.

Además empujaba a estudiar. Les decía: “Mijos, estudien, que es lo único que salva este país. Él no decía a ustedes, siempre habló del país”. Y eso que tanto los inspiraba no solo lo decía, sino que también lo escribía. Como continuó mostrando en sus 2 últimas obras: El libro de los viajes o de las presencias y la Trajicomedia del Padre Elías o Martina la Velera. El primero es uno de los favoritos de Alfredo, porque “tiene un gran contenido social en todas sus páginas. Es un tratado de ciencia política, de filosofía, de viviencias… es absolutamente profundo y humano”.

Incluso porque allí le consignó un mensaje en el que plasmó el carácter que lo identificaba. “Alfredo: usted es del Concejo. Pongan, por Dios, en el salón, los retratos de Pedro Uribe Restrepo y Luciano Restrepo Escobar, penúltimo y último presidentes de Antioquia…, que dejó de existir de derecho, pero no de hecho. Eran envigadeños. Y que el retrato de Mariano Ospina Rodríguez quede a su izquierda, debajo de ellos; que quede, porque escribió bien de Envigado en su biografía de José Félix, y debajo, porque su alma solapada de indio boyacense fue la que socavó poco a poco La Federación y puede ser llamado el padre de este feto monstruo, República de Colombia, capital Bogotá”.

Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co

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