Un pequeño rincón del Pacífico en Envigado

Un pequeño rincón del Pacífico en Envigado

Un pequeño rincón del Pacífico en Envigado

A la mecateada envigadeña con empanadas, churros y pasteles hay que sumarle un vaso de chontaduro. El Chamo se lo tiene.

Cuando se le pregunta con qué fue que llegó a ese pequeño local del centro envigadeño, sin dudarlo un segundo el Chamo (foto) responde: “Con vitaminas y proteínas. A la ciudad le trajimos pura energía para su gente“.

Rodeado de racimos de una fruta conocida por pocos y, de esa pequeña cantidad, odiada por muchos, Anuar Aceituno recibe a su clientela con una imborrable sonrisa. Es como si la energía que asegura vender lo invadiera a él todo el tiempo. El Chamo (de Valencia, Venezuela) se le midió al reto de su jefe y convirtió un espacio de escasos metros en un rinconcito del Pacífico, en el que, por encima del borojó, los jugos y los ceviches, el show se lo roba esa fruta de odios y amores: el chontaduro.

¡Ah, tarea dura… vender un producto que por años la mayoría de los paisas ha rechazado! Pero a medida que lo estudia Anuar lo defiende más y es un convencido, casi enamorado, de lo que le ofrece de lunes a sábado a los transeúntes de la calle 35 sur, a un par de pasos de Comfama.

Estar allí es como ser testigo de una obra: las personas pasan y paran, miran los racimos, les echan piropos mientras admiran esos colores y preguntan de qué son. Cuando escuchan la palabra ‘mágica’ su expresión cambia y quieren salir voladas. Pero Aceituno las detiene con una muestra y, la verdad, son contadas las que se arrepienten de haber probado. Ese primer acercamiento se los da en jugo y más de uno se le mide a la singular fruta.

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Se ganó el cariño
Más fácil que al chontaduro con sal y miel o que al jugo de este (solo o combinado con borojó) los envigadeños le han cogido cariño al Chamo, que no la tuvo fácil al llegar de su país. Llegó al barrio La Mina, donde un amigo venezolano, y a la semana ya estaba lavando motos. Luego alguien lo estafó, le ofreció un duro trabajo en su finca, en El Escobero, y no cumplió las condiciones, le pagó una miseria y no le dio los almuerzos que le había asegurado.

Esa situación lo llevó a otra y otra, hasta dar con el cambio de vida que tanto disfruta hoy. Luego de trabajar esporádicamente en una legumbrería, el dueño de esta le presentó a uno de sus clientes, con tal suerte que él estaba pensando en abrir ese pequeño local junto a su negocio ya existente. No sabía con qué propuesta, pero recordó haber visto alguna vez cómo a un señor en Itagüí se le tiraban encima al estacionar una carretilla con frutas raras. Le comentó a Anuar y lo contrató, ambos lo buscaron, le pidieron asesoría y su proyecto echó a volar. A este señor, que lo trae del Valle y de Chocó, es que le compran el surtido con el que decoran su rincón.

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Y cómo convencer
Al comienzo el Chamo se mostraba preocupado: “La gente decía: ‘Qué es eso…ah, no, gracias’. Días muy duros”. Y claro, cómo no, si acá lo que le gusta en la calle a un alto porcentaje de envigadeños, además de frutas como el mango, el banano, la piña, el coco y el mamoncillo, son los churros, las empanadas, los pasteles, las crispetas, las obleas, las solteritas y las papas fritas. ¿Chontaduro y borojó? No, gracias.

Así que al venezolano, que desde que la probó le encantó la fruta reina del negocio que le encomendó don Guillermo, su nuevo jefe, se le ocurrió adornarle un poco el sabor, para que entrara más fácil en el paladar de esta ciudad. Con muestras en vasitos se paró en la entrada y repartió a diestra y siniestra. Se dio cuenta de que “este tipo de jugos a veces los ofrecen con agua, pero yo los hago ricos, en leche (deslactosada, como les gusta a los paisas), dulcecito pa’l que quiera, y con ñapa”. De 10 clientes solo 1 le pide jugo de chontaduro solo o de borojó solo, porque el que más sale es el mixto.

También vende el ‘superbomba’, un jugo que se vende más el fin de semana y que trae la ‘bobadita’ de chontaduro, borojó, azúcar, miel, leche condensada, cola granulada, ginseng y ‘mero macho’ (un potencializador vigorizante “al que la gente le tiene mucha fe”). Según Anuar, un cliente fiel dejó de ir porque “ya había cumplido su misión”, ahora él y su esposa esperan un bebé.

“Eso es un mito”, dice Jair López, cercano a Aceituno y oriundo del Valle del Cauca: “Lo que tiene el chontaduro es mucha vitamina y la sensación que da la relacionan con el hecho de que aumenta un poco la presión arterial, sino que la gente le da ese poder. Para las personas bajas en defensas y vitaminas es muy recomendado”.

Sobre sus propiedades Anuar ya aprendió y sabe también que sirve para el corazón y baja el colesterol malo, que le dicen ‘el huevo de las frutas’ por sus bondades, que se cocina por horas y que para cogerle gusto y cariño se puede empezar a comer en casado, acompañado con una buena taza de café.

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Por Luisa Fernanda Angel
luisaan@gente.com.co

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