El profesor gringo que se enamoró del DIM

El profesor gringo que se enamoró del DIM

El profesor gringo que se enamoró del DIM

¿Cómo es que un estadounidense se vuelve hincha de un equipo de fútbol local? Conozca esta peculiar historia.

Unos 3 partidos bastaron para que el profesor Jesse Howe decidiera que se haría hincha del poderoso Deportivo Independiente Medellín.
Rubio, alto y de ojos claros, Howe no es como otros hinchas poderosos; él es un hincha atípico. En primer lugar, este profesor de 5.° en The Columbus School no nació en la capital paisa sino a más de 3600 kilómetros al norte, en Washington D. C.

Además, porque no fue un seguidor desde pequeño, como la mayoría, sino que estaba bien crecidito cuando decidió entregarle su corazón al equipo de El Charro Moreno, El Caimán Sánchez, Corbatta, Ponciano Castro, David González, Choronta y Mao.

Howe cuenta que después de 2 años en México, donde se hizo hincha del Santos Laguna, llegó en 2015 a la ciudad. Recién estrenado, fue a partidos del Envigado y Nacional que no terminaron por agradarle. Pero fue hasta que visitó el Atanasio Girardot en compañía de 2 vecinos “rojos” que conoció la historia del DIM y se enamoró.

El relato épico de las gestas esquivas, la larga sequía de glorias y los títulos de los últimos años terminaron por enganchar a este gringo a tal punto que estrechó su vínculo con una barra denominada “Los del Ronja”, conformado por hinchas de todos los puntos de la ciudad.

Lea también: Ha bajado la calidad de vida en Laureles Estadio

Futbolero desde la cuna
El profe Howe reconoce que nuestro fútbol —que los estadounidenses conocen como soccer— no es el deporte más popular de su país. En lugar de nuestra “pecosa”, los norteamericanos se desviven por el ovoide: el fútbol americano.

Pero allá la pasión también se hereda. Según cuenta, su papá fue quien le insufló el gusto por el fútbol e, inclusive, lo introdujo en el terreno de juego junto con su hermano mayor.

Sus habilidades hacen que aún hoy juegue 2 veces por semana en su posición de defensor central, desde donde organiza el equipo de colombianos un día y europeos el otro, frente al que sea su rival. Cuenta entre sonrisas que, como cualquier futbolista colombiano, suele hablar durante todo el encuentro.

Esta pasión que vive dentro del terreno de juego es la misma que lo ha llevado a vivir unos momentos amargos, unos en los que como extranjero, asegura, sintió no haberse sentirse querido en la ciudad.

Le sugerimos: Aumentan los robos en el estadio

A la tribuna
Una vez se hizo hincha del DIM, lo hizo con todos los papeles. Este, según cuenta, es su sexto semestre como abonado de la institución roja.

Desde la tribuna ha cantado, brincado, gritado y llorado. Por ello, por este deseo intenso de volverlo un hincha más del equipo de sus amores, quiso llevar a su pequeño hijo, Julián, de apenas 10 meses, al estadio el 19 de agosto pasado. Y no pudo lograrlo.

“Estaba más que emocionado de solo pensarlo, ¿qué padre no espera el día en que pueda compartir su amor por el deporte y un equipo con su hijo?”, escribió en un artículo en el que sentó su voz de protesta (léalo aquí).

“Para evitar las multitudes del pitazo inicial, realmente solo quise ver el segundo tiempo. Así que me estacioné cerca 15 minutos después de las 4, que era la hora de inicio. Nos dirigimos alegremente hacia la puerta de entrada, en un feliz paseo. Nos negaron la entrada, aun cuando soy titular de un abono y era obvio que mi hijo vería el segundo tiempo sentado en mi regazo. Me dijeron que mi hijo tenía que comprar una boleta al precio completo de un adulto, es decir: 45.000 pesos”.

Para Howe esta política de la institución es “ridícula”: “Puedo volar a cualquier ciudad en el país y mi hijo vuela gratis sentado en mi regazo. Esto es algo inaceptable”.

Frustrado, decidió cambiar su abono con un vendedor ambulante por 2 boletas para sur, pero tampoco lo dejaron entrar porque estas tribunas tienen una restricción para menores de 5 años.

Molesto por esta situación, optó por regalarle las entradas a una familia que estaba en la entrada del estadio y que “claramente no tenían dinero para comprar las boletas”.

Ese día no tuvo más opción que irse con su familia a un restaurante en inmediaciones del Atanasio Girardot para ver ese partido que el “poderoso” ganó gracias a una anotación de penal de su goleador, Germán Ezequiel Cano.

Ya en la casa, con la cabeza un poco más fría y frente al computador escribió: “¿Cómo es posible que un equipo haga todo lo contrario para atraer nuevos seguidores y al mismo tiempo desmoralice a los pocos hinchas que le quedan? Verdaderamente puedo decir que el DIM ya no es el equipo del pueblo”.

El profe Howe es un hombre risueño. A pesar del momento desagradable que vivió con el pequeño Julián y su pareja en el estadio, a pesar del pobre semestre del equipo, a pesar de la asistencia decreciente partido a partido, sigue queriendo y apoyando desde la tribuna o la casa a su poderoso DIM.

Siga leyendo: El Atanasio, uno de los estadios más peligrosos por los rayos

Por Álex Esteban Martínez Henao
alexm@gente.com.co

(Visited 51 times, 1 visits today)