Wílfer nació con las maracas en las manos

Wílfer nació con las maracas en las manos

Wílfer nació con las maracas en las manos

Desde hace 2 años y medio este vecino de Laureles (Medellín) dejó el Diseño Industrial para crear una chirimía. Conozca su historia.

Desde pequeño Wílfer quiso hacer música. Con unos bongó de plástico, las ollas y las tapas de la cocina armaba tremendas parrandas. Tenía ritmo. Y cómo no, si creció al son de los porros, las gaitas, la salsa y las cumbias.

Una pasión que heredó de su papá y que con el transcurrir de los años, sin pensarlo, se convirtió en su proyecto de vida.

Quienes conocen a Wílfer Alberto González siempre lo recuerdan con unas maracas en las manos. Parecía que las tuviera pegadas. Dice que no sabía tocarlas, pero con ellas calmaba la goma y amenizaba las fiestas.

Estudió Diseño Industrial y, aunque se considera un melómano, no había explorado su faceta musical hasta que un amigo, dueño y director de una orquesta en Medellín lo dejó acercarse a la tarima.

Empezó organizando el escenario y cargando cables e instrumentos y luego se convirtió en mánager de la agrupación. Sin embargo Wílfer tenía una meta clara: “tocar con ellos algún día”.

Para eso estudió, investigó y practicó. Le pidió a uno de los músicos que le enseñara a interpretar las maracas salseras y, en 2013, cuando se sintió listo, le pidió al director que lo dejara acompañarlos en un concierto, “ahí fue cuando me di cuenta que esto era lo mío, que quería estar ahí por siempre”.

Wílfer no se perdía los ensayos y en las presentaciones, cuando faltaba el percusionista menor lo reemplazaba. Se encarretó con el bongó, la campana, las maracas, el guache, el güiro y los maracones.

“Al principio tocaba tantas horas seguidas, que se me hacía una bola en la muñeca por falta de elasticidad, pero con los meses eso fue cambiando. De hecho yo todo el tiempo estoy haciendo ejercicios de estiramiento y mientras veo televisión voy tocando maracas, para que las manos se acostumbren al movimiento”.

En ese entonces este vecino de Conquistadores todavía trabajaba como diseñador industrial y no le quedaba mucho tiempo libre. No obstante los fines de semana se los dedicaba por completo a la orquesta, “pero me empezaron a dar ganas de montar mi propio grupo, así que renuncié y desde hace 2 años y medio, con 5 amigos, creé Sabor Sabanero, una chirimía enfocada en el folclor del atlántico y del pacífico colombiano, con un amplio repertorio musical de cumbias, porros, fandangos, gaitas, mapalés, paseos y puyas”.

El mismo público empezó a pedirle otros formatos y géneros, así que paralelo a Sabor Sabanero creó 3 del Son, un trío de son cubano; el Grupo Matiagua, de secuencias, y el Septeto Matiagua, de salsa.

Los sábados es su día más pesado. A las 10 o 11 de la noche se baña y se arregla para salir a trabajar. Eso le gusta y no lo considera un sacrificio, al fin al cabo va a salir a escuchar el sonido de esas semillas que lo hacen recordar las cumbias de su infancia, las mismas que lo enamoraron y lo hicieron soñar con ser músico.

Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co

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Fecha

Abril 8, 2019

Categoría

Artistas, Gente, Laureles

Tags

laureles, maracas, Medellín, música, músico