Juan Pablo baila al ritmo de sus sueños

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Juan Pablo baila al ritmo de sus sueños

El mismo día en el que Juan Pablo Rodríguez se dio cuenta de que el ballet no era una disciplina exclusiva para las mujeres, recibió la propuesta de convertirse en bailarín; un recuerdo que hoy, 2 años después, lo llena de satisfacción, porque no solo aceptó la oportunidad que le dieron los directivos de la academia Allegro, sino que supo aprovecharla hasta el punto de empezar a soñar con un futuro dentro de los ballets más importantes de Alemania, Inglaterra y Rusia.

“Fui a la academia porque mi hermana me pidió que la acompañara a sus clases, y mientras veía la práctica, me impresionó que pudieran subir las piernas de esa manera”, cuenta con timidez, y agrega que en medio de su sorpresa fue abordado por Juliana Valenzuela, la directora, para pedirle que hiciera algunas posiciones básicas de ballet y para preguntarle si quería participar en una clase de prueba.

“Todavía me acuerdo: era muy chiquito y flaquito. Me dijo que sí le interesaba, pero que le preocupaba el costo. Yo le dije que no importaba, y luego hablé con la mamá para que hiciéramos un compromiso: no le cobrábamos, pero debía venir a formarse con mucha responsabilidad”, dice Valenzuela sin ningún arrepentimiento, pues desde ese entonces Juan Pablo hizo del ballet su prioridad y empezó un proceso del que se siente complacida de hablar, “porque es un muchacho caballeroso, atento y siempre muy dispuesto, además está dotado de condiciones para esta que es una disciplina muy rigurosa”.

Antes de llegar a esta práctica de saltos perfectos y cuerpos esculpidos, Juan Pablo había pasado por deportes como el kung fu, el BMX y el ultimate, pero ninguno lo convenció de dedicarle el resto de la vida; un cometido que sí logró el ballet porque, como explica, es un idioma que se habla con el cuerpo y que nadie necesita oír para entenderlo, además de que exige concentración y coordinación permanentes. También, como dice Juliana, “creo que se sintió cautivado por el ballet, porque todo el tiempo le está imponiendo retos. Esa rigurosidad siento que lo enganchó”.

Con sus primeros movimientos acompasados vinieron los dolores, ”porque me sacaban la leche a más no poder, mientras aprendía a hacer cosas como el spagat y el split”, confiesa con una sonrisa. Sin embargo, nada fue tan difícil como los cuestionamientos sobre su gusto por el ballet, porque tanto en su círculo familiar como en el escolar se enfrentó a comentarios del tipo “el ballet es para niñas”.

De esa situación salió victorioso muy pronto, pues se encargó de dejarles muy claro a sus seres queridos y amigos que poco tenía que ver la orientación sexual con la decisión de practicar ballet. “Una vez un compañero me dijo que yo hacía una cosa que era para niñas, pero con una palabra más fuerte, y yo le dije: ‘Bueno, si lo que yo hago es tan fácil y es solo es para mujeres, haga lo que voy a hacer…’ Y lo puse a que hiciera un spagat, un split y algunas posiciones básicas del ballet. Por supuesto no fue capaz, y desde entonces dejó de molestarme”, confiesa.

Con determinación ha logrado derrumbar el estereotipo, y con pasión ha construido con solidez los primeros años de su vida como bailarín; la misma que él, sus docentes y su familia esperan que sea larga y exitosa. “Me gustaría llegar al Bolshoi Ballet, en Rusia, o a The Royal Ballet, en Inglaterra, donde está Fernando Montaño”, dice, y añade que “mi abuela murió hace unos meses y le prometí que iba a hacer lo que me gustara y a demostrarles a los que dijeron que no era capaz que sí puedo. Esa promesa la voy a cumplir”.

Por Laura Villamil.

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Fecha

Mayo 13, 2016

Categoría

Artistas, Gente

Tags

artista, bailarín, ballet, catequista, compositor, danza, dj, hombre, joven, laureles