La leyenda del fútbol que se hizo en nuestro barrio

La leyenda del fútbol que se hizo en nuestro barrio

La leyenda del fútbol que se hizo en nuestro barrio

El ídolo de antaño, Javier “el Toro” Tamayo, se crió en Arrabal, sector de San Joaquín. Todavía vive en la misma casa. Conozca su historia.

Hace algunos años cualquier cuadra de Arrabal era un estadio. En cada esquina ponían un par de piedras, y Javier Antonio Tamayo Hoyos no se podía resistir. Al “campo de juego” él y sus vecinos entraban aplaudiendo y saludando a los fanáticos, que la mayoría de veces eran imaginarios. Después de los protocolos, dignos de un partido de fútbol profesional, empezaba el desafío.

El encuentro terminaba a las 7 de la noche y Javier, con 6 o 7 años, sabía lo que le esperaba en casa: “La pela era fija”. Sin embargo, nunca aprendió la lección y ni Obdulio ni María Arcela, sus papás, se acostumbraron, “por el contrario, eran enemigos del fútbol, porque dañaba muchos pantalones y zapatos”.

Con el tiempo cambió las calles del barrio por La Marte N.° 1 y las mangas donde hoy queda La Macarena. Se hizo notar por sus buenos toques de balón, y Antonio Córdoba se lo llevó a jugar torneos recreativos, primero con los trabajadores de gaseosas Premio y después con los de Industrias Metalúrgicas Apolo.

Dice que nunca se soñó con ser futbolista, pero apenas entró a la Selección Antioquia y el Deportivo Independiente Medellín (Dim), equipo con el que simpatizó desde muy niño, puso sus ojos en su fuerza, rapidez y gallardía, habilidades por las que más adelante “el narrador deportivo Jorge Eliécer Campuzano me bautizó Javier ‘el Toro’ Tamayo”.

No había cumplido los 17 años cuando en 1968 debutó en el fútbol profesional colombiano. En el campo de juego no había quién lo derrumbara, a pesar de que chocaba duro y recibía patadas de lo lindo. “Jugaba en pared (no era egoísta con el balón), hacía túneles, pero mi mayor atributo era que me encantaba el gol, no solo verlo, sino hacerlo”.

En su primer partido le hizo gol de cabeza al Junior de Barranquilla. Jugó en 4 temporadas en el Dim y de ahí pasó al América de Cali, Nacional, Millonarios, Caldas, Unión Magdalena y Deportivo Zamora de Venezuela. Con la Selección Colombia participó en las Eliminatorias de México 70.

Compartió al lado de jugadores de mucho recorrido, como Norman Emilio “el Barbie” Ortiz, Norberto ‘Gallito’ Hernández, Gilberto Cuero, Orlando Herrera, Pedro Nel Ospina, Luis Eduardo “el Camello” Soto, Carlos Riascos, entre otros.

El delantero jugó 437 partidos oficiales e hizo 90 goles, sin incluir los anotados en la Copa Libertadores y en su paso por la Selección Colombia. Aunque Ana María, su hija menor, dice que fueron por lo menos 127.

Pese a que en esa época, dice, “se jugaba bonito”, su carrera deportiva fue corta. A los 31 años se retiró, pues, a pesar de que estaba en su mejor momento, se “cansó de pelear los sueldos”. Prefirió manejar taxi y guardar en el baúl de los recuerdos esos tiempos gloriosos. Eso sí, en la memoria de quienes lo vieron jugar, el Toro siempre será una leyenda, un futbolista guapo y luchador, de esos que ya no se ven.

Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co

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Fecha

Febrero 15, 2019

Categoría

Deportistas, Gente, Laureles

Tags

arrabal, deporte, deportista, fútbol, futbolista, laureles, Medellín, san joaquín