Camilo y su espíritu de música corriente

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Camilo y su espíritu de música corriente

Para hacer un resumen de los significados de la felicidad y la plenitud, a Camilo Orozco le basta con soltar la frase “cantar en un escenario”, porque “sin ánimo de ser muy mañé”, como dice entre risas, no puede pensar en momentos más perfectos que los que, durante toda su vida, ha coleccionado entonando melodías frente a un público.

“Desde muy niño mi cuento fue la música, y creo que tuvo que ver con que mi mamá, además de ser profesora, fuera una cantante aficionada. Por eso muchos de mis recuerdos son de ella cantándome rondas infantiles”, explica, y añade que otro aspecto importante para el desarrollo de sus habilidades musicales fue la formación, pues en sus primeros años recibió clases de piano y solfeo.

Durante el bachillerato, Camilo siguió cultivando su gusto por la música en clases de guitarra, y más tarde, en el coro del Colegio San José de la Salle, un espacio que no solo le permitió “capar clases”, como confiesa con gracia, sino que le ayudó a confirmar que tenía el potencial para convertir su pasatiempo en profesión. De esa manera, después de graduarse y vivir en Canadá por un año, entró a estudiar Música con énfasis en Canto, en Eafit. “Y allá peleé mucho. Hay profesores que no me deben querer. El problema era que yo no quería cantar música académica, no quería ser un Pavarotti, sino que yo quería salir a cantar a la calle en las noches, tener bandas…”, asegura.

A pesar de que sus inclinaciones estaban en las músicas populares, no desperdició oportunidades como pertenecer a Tonos Humanos, el coro que dirige Cecilia Espinosa (también directora de la orquesta Sinfónica de Eafit) desde hace más de 15 años. “Ella me entendió muchísimo y siempre supo que yo no iba a ser un cantante académico. Fue una experiencia muy bonita, porque con ellos viajé a Malta y nos ganamos un premio internacional”.

De la universidad también dice que le regaló los mejores amigos y colegas, muchos de ellos sus actuales compañeros en grandes sueños como Gordos Project, el grupo de música colombiana con aires de chucu chucu y rock de la que es vocalista desde 2007, y Música Corriente, un sello discográfico que nació en 2012, para respaldar a los artistas en ese camino “tan asustador”, que es la música independiente.

“Nos unimos varias bandas amigas: Mr. Bleat, Parlantes, Panorama (ya no existe) y Gordos Project, para ayudarnos y ayudarles a otros grupos a grabar sus discos. Desde entonces han ido llegando nuevas propuestas musicales, y nosotros nos hemos dedicado a autogestionarnos”, explica, y agrega que este año empezaron la aventura más grande de todas: conseguir una sede. “La encontramos, y estamos muy orgullosos porque se convirtió en un centro cultural. Se llama La Pascasia y queda en el centro”.

En ese espacio cultural, además de la música, Camilo aporta los conocimientos que adquirió durante su segunda carrera: Comunicación Social. En este momento, por ejemplo, dirige el programa Remolinos, de UN Radio, y lidera estrategias para recaudar los fondos que hacen falta para que los integrantes de Gordos Project y Metropolizón viajen a España, donde harán una gira, gracias a una beca de creación.

Por Laura Villamil.

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Fecha

Junio 3, 2016

Categoría

Artistas, Gente

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