Los libros leídos siguen de moda en Envigado

Lo libros leídos siguen de moda en Envigado

Los libros leídos siguen de moda en Envigado

Los libros usados también tienen su magia y, además, representan un ahorro. Las librerías de Envigado mantienen vivo este negocio.

Basta pararse en la vitrina de El Ocio Número 2 para sentirse pequeño frente a las estanterías repletas de libros. Cuando un cliente pregunta por un título aparece Ángela María Isaza, dueña del local, quien revisa el inventario en su memoria y en segundos ya sabe si lo tiene o no y cuánto vale. Ese servicio, dice ella, es lo que la ha mantenido en el negocio por más de 3 décadas.

La tradicional librería El Ocio comenzó en la carrera 43 y era propiedad de un cuñado de Ángela llamado Gonzalo Correa, un hombre muy lector que todavía vende libros en la calle. Ella trabajó con él por 3 años y se independizó para establecerse en la calle 33 B sur con carrera 42, donde trabaja hace ya 33 años.

“Yo de libros no sabía nada, pero allá aprendí a encuadernar y a marcarlos”, cuenta la vecina. En su local propio empezó con una sola vitrina y 3 estanterías, pero ahora tiene incluso un espacio anexo con habitaciones que tienen libros hasta el techo.

En total suma unos 40.000 ejemplares y la mayoría son de segunda, aunque Ángela también vende nuevos. “Aquí manejamos de todo un poco: arte, cocina, fotografía, historia, libros universitarios, infantiles y de muchas editoriales”.

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Entre los más antiguos que tiene está la primera edición de Frutos de mi tierra, de Tomás Carrasquilla, y un título de 1816 que guardó hasta hace poco, que eran las Novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes.

“Estos negocios no son fáciles, porque ya existe, por ejemplo, el internet. Hace 20 años pedían un libro de La María en los colegios y usted podía vender 100 o 150, ya se venden muy pocos”, comenta Isaza y recuerda que hubo una época, en la década de los 80, en pleno auge del narcotráfico, cuando incluso le compraban libros por metros para casas modelos.

Ángela se considera poco lectora, “como dice el adagio popular, ‘en casa de herrero azadón de palo”, pero dice que le gusta contemplar los libros, leer de qué se tratan o investigar sobre ellos para saber qué ofrecerles a sus clientes. “Ahora se mueve mucho la ciencia ficción, los libros fantásticos, lo que llamamos acá sagas”. Sin embargo, siguen mandando la parada las obras de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

En El Ocio ofrecen además servicios de encuadernación, restauración de libros y el cambio de usados por otros títulos. “Los papás traen un texto de estudio, lo cambian y dan un excedente de $ 10.000, o si es de literatura dan $ 3000”. Además, Ángela hace donaciones a fundaciones.

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“El mundo de los libros es muy interesante, uno tiene que saber qué tiene y qué prefiere el cliente”, dice la propietaria y cuenta que hace cerca de 2 meses recibió la visita de un alemán que le pidió literatura costumbrista. “Yo le saqué un cerro de libros y él me dijo que había estado en los centros comerciales de Medellín y no había podido encontrarlos. Se fue feliz, me dijo que vuelve por acá”, narró la vecina.

Buscan formar un envigado lector
Jaime Bedoya adjudica su relación con los libros a su hermano mayor, que estudió Filosofía y Letras en la UPB y le pagaba por limpiar el polvo de las vitrinas donde guardaba sus textos bajo llave.

Aunque este vecino criado en el barrio Alcalá es contador de profesión, dice que los libros le abrieron el mundo. Trabajó en el área de impuestos de La Estrella y Envigado y hace 20 años estableció un negocio de venta de ejemplares de segunda en la plaza de mercado.

Cuenta que reunió entre 50 y 100 títulos y de a poco consiguió más, porque era más lo que le vendían que lo que le compraban. Había gente que iba por una libra de carne o por verduras y salía con un libro, ahí fue cuando Jaime se trazó la meta de incentivar la lectura en el municipio.

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“Antes yo pensaba que la vida era estudiar, trabajar, conseguir el carro, la casa… en fin, las cosas materiales. Pero vi que los libros pueden ayudarle a esta sociedad a crecer”, cuenta él.

En el 2005, después de que salió de la plaza por una reestructuración de espacio público, se estableció en un local diagonal a la Cámara de Comercio que se llamó Don Quijote y todavía permanece. Allí acumuló tantos libros que alguien llegó a decirle que de ese lugar había que salirse para que entrara el sol.

Entonces 2 años más tarde consiguió una burbuja ubicada en el parque y después abrió el local Libros y Café, ubicado en la calle 39 sur con carrera 43, que es la sede principal de la fundación Envigado Lector formalizada hace 6 años, con la que busca promover la lectura y la escritura en el municipio, además de recuperar material bibliográfico (libros, revistas y periódicos) para ponerlo al servicio de la sociedad.

En este proyecto lo ha acompañado Adriana Peláez, ambos pretenden formar una ruta lectora y segmentar sus librerías por temáticas, por eso hace poco abrieron una llamada Librería Espiritual, dedicada a temas religiosos. Incluso ahora tienen una sede en Betania y buscan expandirse a otros municipios.

Jaime dice que no se considera un lector voraz, pero comenta que lo más valioso de su trabajo es que aprende desde la interacción con el público y así sabe qué recomendarles. Ahora, comenta él, muchas personas buscan libros de crecimiento personal, “pero todo tema tiene su cliente”.

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Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co

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