La Heliodora se convirtió en un laboratorio ambiental

La Heliodora se convirtió en un laboratorio ambiental

La Heliodora se convirtió en un laboratorio ambiental

Investigadores de la Institución Universitaria de Envigado hicieron de esta reserva ambiental su nuevo laboratorio. Trabajan en 2 patentes.

La naturaleza les entregó sus números y a partir de ellos los integrantes del semillero de investigación en Agricultura 4.0 de la Institución Universitaria de Envigado desarrollaron modelos matemáticos para mejorar los procesos del campo. Así, por ejemplo, podrían adaptar un cultivo de hortalizas o tubérculos en el sótano de un edificio o cultivar en el trópico el tomate azul, que solo crece durante la primavera en el Mediterráneo.

El semillero adscrito al Grupo de Investigación Giostic lo conforman estudiantes y egresados de los pregrados en Ingeniería Electrónica e Ingeniería de Sistemas, que desde hace 5 años incursionaron en la producción agrícola.

Andrés Julián Yepes, docente coordinador del semillero, explica que se enfocaron en el control de 4 variables agroecológicas básicas: temperatura, humedad, PH y lúmenes; con el objetivo de desarrollar modelos matemáticos que permiten conocer la realidad de diferentes especies y también influir en sus procesos de producción.

En la universidad trabajaron con papa, yuca, tomate chonto, cherry y azul. En el caso de este último, según cuenta el profesor, se dieron cuenta de que al adaptar vibrosensores en la planta pueden emular la acción de las abejas, y excitarla para sacar la producción más rápido. Al igual que si alteran la luz por medio de lúmenes, porque permiten que la planta se estrese y madure en menos tiempo del habitual.

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El semillero llegó el 18 de mayo al Ecoparque Lineal Ambiental La Heliodora, donde busca validar que esas condiciones que ya exploraron en el laboratorio sean perdurables en el tiempo.

El coordinador destaca que en el grupo cada integrante tiene cierta experticia en algunas competencias que permiten complementar el trabajo. En total son 24 estudiantes y egresados, entre los cuales está Melissa Bustamante, estudiante de décimo semestre de Ingeniería Electrónica, que se enfoca en la programación de microclimas junto a Karen Tabera y David Góez.

Por medio de sensores toman las muestras de datos que les permiten saber el antes, durante y después del crecimiento de las plantas. Y con un PLC (controlador lógico programable) hacen el control de las variables.

Bustamante explica que, por ejemplo, la humedad en el terreno la pueden controlar por medio de aspersión de agua o con un ventilador extractor; y la temperatura, con bombillos incandescentes o resistencias.

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Esos dispositivos son, en su mayoría, reciclados, como destaca el estudiante Juan Pablo Salazar. El sitio de compras del semillero es la Plaza Minorista, allá van con costales y compran impresoras, celulares y otros dispositivos en mal estado, de los cuales aprovechan la parte electrónica. Todo bajo la premisa de simplificar los procesos.

Juan José Ocampo, ingeniero de sistemas e integrante del semillero, señala que una de las problemáticas que pueden atender con este proyecto es el aprovechamiento de espacios. Como logran aislar las variables, dice el investigador, se abre la posibilidad de pensar en tener cultivos de hortalizas o tubérculos en los sótanos de edificios o de producir en terrenos que han quedado infértiles por cuenta de la ganadería.

Desde su profesión Juan José aporta al procesamiento de datos, la simulación y el modelamiento matemático de los escenarios, pero también “al desarrollo de un aplicativo móvil, web o de escritorio que resuma todos esos datos y permita tomar decisiones en proyección”.

Otro punto interesante es que el modelo con el que desarrollaron 2 productos patentables también se puede aplicar a otras especies. Por ejemplo, están pendientes de recibir las muestras de un cucarrón que vino con las palmas africanas y que está afectando a otros árboles.

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De acuerdo con el profesor Andrés Julián, investigarían los métodos de vibración y sonido que los atraen. “Si encontramos la vibración perfecta y dónde está la mayor concentración de ellos, los podemos atraer a cierto punto y reubicarlos”.

Todos los sábados, desde las 8:30 o 9:00 de la mañana, los investigadores se están reuniendo al lado del vivero de La Heliodora para continuar la fase de implementación y desarrollo de su proyecto.

Para el docente coordinador la importancia de trabajar en este lugar es que al ser un sitio urbano “es más fácil tener impacto social, mostrarles a las personas que estos mecanismos tienen escalabilidad en el tiempo, son económicos y cualquiera lo puede hacer”.

Nora Moreno, coordinadora de Parques de Envigado, resaltó que el propósito de esta alianza es cumplir la misión de La Heliodora de ser el campo escuela de investigación más importante del área metropolitana”. La funcionaria señaló que esta es una manera de cuidar y hacer que este pulmón verde de Envigado perdure, además indicó que la iniciativa da pie a la conformación de una red de investigación en el municipio.

Por otro lado, Sonia Vanegas, docente de la facultad de Ingeniería de la IUE e investigadora del grupo Giostic, destacó el interés de los ingenieros en “hacer cosas importantes por nuestro principal tesoro, que es la tierra”.

“Si logramos mejorar la producción , la calidad y la diversificación de productos que podemos exportar tendremos más oportunidades como país”, dice la docente y en ese sentido afirmó que la universidad ha apuntado a la formación no solo en lo tecnológico sino en relaciones interpersonales, modelos de negocios y cooperación entre diferentes áreas del conocimiento.

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Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co

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