Desde que inició la cuarentena este vecino de Belén (Medellín) se dedicó a llevarle comida a los habitantes de calle. Varias personas se unieron a la causa con donaciones.
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Durante las primeras semanas de la cuarentena por la covid-19, en lo último que pensó Juan Pablo Salazar fue en reinventar su negocio.
Las empresas para las que trabaja le suspendieron todos los pedidos programados hasta abril pasado y no había manera de cambiarlo.
Por lo que sí se preocupó este vecino de Belén La Mota fue por quienes quedaban solos en la calle, mientras que algunos privilegiados estaban en casa.
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“¿Y qué va a pasar con los habitantes de calle? Ellos se alimentan de la moneda, la basura, lo que le sobra a los restaurantes o lo que les regalan.
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Sin gente ni comercio ¿Qué van a comer?”. Hizo un mensaje de difusión por WhatsApp sobre el tema, y aprovechando que Refrigerios JP, su empresa, trabaja con alimentos, le propuso a sus contactos compartir algo de comida con los más necesitados.
“Al principio les dije que donaran comida preparada (yo voy hasta donde me digan a recogerla y me encargo de repartirla), pero muchos querían dar insumos o plata, pero como eso es tan delicado, le pedí a un cliente que hiciera las veces de revisor fiscal y rindiera cuentas”.
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Todos los días, sin ningún interés, comenzó a recorrer la ciudad para repartir las donaciones. Solo en abril entregó 1700 refrigerios, “pues aunque muchos estaban en albergues, otros seguían debajo de los puentes… por Colombia, San Juan, la 70 o la autopista”.
Juan Pablo, el menor de 3 hijos, nació hace 40 años en Rosas, Cauca, un municipio ubicado a una hora Popayán.
Sin embargo, hace 25 vino solo para Medellín (respaldado por su familia) para ampliar su abanico de posibilidades profesionales.
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Todo el bachillerato lo hizo con los corazonistas, por eso en un principio pensó en convertirse en sacerdote.
De hecho, estuvo en el seminario, pero prefirió continuar su camino espiritual de otra manera, formar una familia y estudiar psicología.
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Durante varios años trabajó en distintos proyectos de la administración municipal. No obstante, dice, lo suyo nunca fue la inestabilidad ni la dependencia.
“Mi papá, además de comerciante, fue Alcalde de Rosas 3 veces, mientras que mi mamá era profesora. En mi ADN tengo las 2 combinaciones: la de ‘estudie mijo para que seaalguien en la vida’ y la de ‘tenga su negocio para que sea independiente’”.
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Al ver la fragilidad de los contratos laborales, hace 10 años, Juan Pablo creó su propio emprendimiento. Pero antes hizo una reflexión: “Si uno vende comida todo el mundo se hace cliente”, y que mayor oportunidad que los refrigerios empresariales.
Al principio hacía de todo: vendía, cocinaba y entregaba. Sin embargo, ya tiene trabajadores que, además de fortalecer su empresa, lo apoyan en su afán por ayudar a los menos favorecidos.
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“Ahora con los nuevos protocolos estamos arrancando de nuevo con el negocio. Sacamos una línea de congelados (palitos de queso y panzerotti) para los hogares… Por eso la entrega de refrigerios a los habitantes de calle ya no se hace todos los días, pero me gustaría, en honor a mi madre, de acá en adelante y hasta que deje de vivir, sacar un porcentaje de ganancias para continuar, aunque sea una vez a la semana, con esta labor”.
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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co
Julio 23, 2020
Belén, Emprendedores, Gente