Por estos días de cuarentena por el coronavirus,colorear como catarsis es cada vez más común. Cada semana, y a lo largo de toda la crisis, Ana María Henao ha compartido ilustración de manera gratuita, como ¨aliciente para quedarse en casa, y para ayudar a sobrellevar este momento de estrés a las personas que encuentran en el coloreado y la arte-terapia, una forma activa de ocupar la mente y mitigar la ansiedad¨.
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Ana María Henao se crió al lado de sus abuelos, su mamá y su hermana en el barrio Conquistadores (Medellín). Estudió Diseño Industrial en la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) y se especializó en Gerencia de Mercadeo.
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Trabajó en las áreas de publicidad, mercadeo diseño gráfico y copywriter, hasta que en 2014 se fue con una gran amiga para Nueva Zelanda. Durante 6 meses recorrió varios países del mundo, pero en Tailandia, en el bar más barato y en la calle menos indicada, conoció al que de inmediato nombró el amor de su vida.
Ni el idioma (él hablaba portugués y francés y ella español e inglés) fue impedimento para intercambiar contactos. Al principio ambos pensaron que era un amor de verano, pero con los días y su regreso a Colombia la relación se consolidó.
Se empeñaron en aprender el idioma del otro y antes de que esta vecina de Laureles se fuera en 2015 para Suiza a visitarlo, él vino para que Néstor, su abuelo (que también hizo las veces de papá), le diera el visto bueno.
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No habían pasado ni 15 días de su llegada a Europa yla mamá del que ya era su prometido había sido diagnosticada con cáncer.
El primer año de Ana en Suiza transcurrió entre trabajos mal pagos, la lucha de su suegra contra la enfermedad y ella siendo el sostén de su suegro y esposo.
Mientras tanto su abuelo, su Precious (como le decía de cariño), estaba agonizando en Medellín con el cerebro carcomido por los años y el Alzheimer.
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Por segunda vez esta vecina cayó en depresión. La segunda crisis clínica de esta enfermedad mental que la destruía de poquitos.
Un día de septiembre de 2016, Ana llegó a su casa hecha un mar de lágrimas, luego de una jornada laboral en uno de esos trabajos que nada tenían que ver con sus diplomas profesionales y de posgrado. Su esposo la motivó a renunciar y eso hizo.
Con los ojos aún mojados cogió un lápiz y un papel, “comencé a garabatear y me calmé… Pensé en que si me pagaran por dibujar sería muy feliz”.
Después de hacer un oso, siguió una mariposa. Recordó a su Precious, amante de las letras, la música clásica y los crucigramas, con un fuerte temblor en las manos ¨pasando las horas como un niño chiquito dando vida a ilustraciones… Colorear era la nueva actividad que lo ocupaba¨.
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Pensó en hacer un libro para pintar. La portada sería un elefante, el único dibujo que en un balcón de Laureles pintó con don Néstor. Él fue ¨el maestro de obra¨.
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Un mes después, con un par de días de diferencia, murieron su suegra y su abuelo. Ocho meses más tarde le dio vida a Colorana y su primer producto: el libro para colorear The Zoo.
Paralelamente, Ana recibió ayuda psiquiátrica y en el arte descubrió también una fuente de sanación.
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Centró su emprendimiento en ¨la arteterapia y las diversas técnicas de sanación espiritual alrededor del mundo, y el impacto del arte sobre el ser humano¨. Investigó por su cuenta y se apoyó en los conocimientos de su mamá y su hermana, ambas psicólogas.
¨Encontré el alma de Colorana, que es ayudar a los demás. Nadie se imagina lo que es para mí ver un anciano pintando mi libro y sintiéndose mejor, así como lo es ver que una persona con un problema encuentra en mis ilustraciones ese espacio que le permite respirar. Eso no tiene precio¨, dice con la voz entrecortada.
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En mayo de 2020 lanzará un nuevo libro, Vibras y Mandalas, basado en la metodología de programación neurolingüística. Sarah Jiménez, su hermana, es quien la apoya con las ventas en Colombia.
¨Si esto nació como una terapia personal para liberar el estrés y combatir la depresión, queremos crear una comunidad que se apoye en la terapia del arte y la espiritualidad individual¨.
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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co
Mayo 4, 2020
Artistas, Gente, Laureles